lunes, 27 de septiembre de 2010

UN EJERCICIO LIBRE

Tengo 43 años, soltero. Este viernes salí de compras y compré bastantitas cosas. Cuando llegue a casa no me atreví a decir a nadie lo que compré, el chiste es que me torné aturdido, confuso y me sentí mal porque casi me acabé el dinero que traía. Luego, salió a relucir una frase que me gusta: No es controlándote como lograrás controlarte. Es que soy partidario de Vivirlo, para dejarlo (trascenderlo). Saqué una frase de este tema que dice: Los vicios se viven; luego, hasta entonces, se dejan. Practicar esta filosofía es peligroso, puede quedarse uno atascado en el proceso… pero ahí voy, yo, al pasito. Y es que sí, me sentí mal de excederme en gastos; pero luego luego me ubiqué en mi actitud: no es diciendo “no lo vuelvo a hacer”, “me llevaré menos dinero” o “voy a controlarme”. Soy partidario de fluir y no limitarse. Obviamente, ser así me trae problemas; pero sería mayor el problema si me evito, si evito la manifestación libre, fluida, sin trabas, de mi personalidad. Me acordé de otra frase: Tengo la actitud adecuada: no tengo actitud alguna. Claro, soy un “fracasado”, inútil, menso; pero mi esencia es fuerte y vivo mi esencia, creo que eso es finalmente lo que importa, ¡con todas las personas! Es acercándote a la luz del fuego, como lograrás algún día no quemarte.

RESPUESTA
No me haces preguntas. Tu correo me inspiró lo siguiente, quién sabe si te agrade:
Bueno, te fuiste de compras, gastaste más de lo que querías, lo disfrutaste, después te sentiste mal, aturdido y confuso y diste inicio a un diálogo interior:
- No es controlándote como lograrás controlarte – dijo la parte de tu personalidad que le gustan las frases.
- Soy partidario de vivirlo, para dejarlo (trascenderlo)- afirmó tu yo, pues habla en primera persona.
- Los vicios se viven; luego, hasta entonces, se dejan- dogmatizó la de las frases, universalizando su argumento.
- Practicar esta filosofía es peligroso, puede quedarse uno atascado en el proceso – opinó otra de tus personalidades, la cautelosa.
- Pero ahí voy, yo, al pasito – dijo tu yo.
Aquí me hace falta introducir otra voz, ¿cuál?, que pregunte:
- ¿Al pasito hacia dónde?
- Me sentí mal de excederme en gastos, pero de inmediato me ubiqué en mi actitud: no es diciéndome “no lo vuelvo a hacer”, “llevaré menos dinero” o “voy a controlarme”... ¡No! Yo soy partidario de fluir, de no limitarse – afirma tu yo.
- ¿Cero límites?, ¿y entonces, qué pasa? – pregunta la voz introducida, que sólo en apariencia es inaudible, ya que el yo le contesta:
- Ser así me trae problemas. Pero sería mayor el problema si me evito, si evito la manifestación libre, fluida y sin trabas de mi personalidad.
- ¿Te gustan las emociones fuertes, eh?, ¿vivir en el peligro? – interroga la parte de tu personalidad recientemente incluida.
- Tengo la actitud adecuada: no tener actitud alguna. – interrumpe la de las frases.
- Claro, soy un fracasado, inútil, menso...
- ¿Quién dijo eso?, ¿el yo?, ¿alguien se lo ha dicho, o piensa así de sí mismo?, ¿acaso existe otra voz que no tiene voz, como yo? – vuelve a intervenir la personalidad menospreciada.
Nadie la escucha.
- Pero mi esencia es fuerte. Vivo mi esencia y creo que eso es finalmente lo que importa ¡con todas las personas! - continúa el yo en primera persona.
- No hay reglas; incluso la regla de que no hay reglas - interviene la de las frases con aplomo.
- ¿Es eso verdad?, ¿cómo lo sabes? – insiste la voz sin derechos.
- La verdad es para unos cuantos; si fuera para todos, no sería verdad – concluye la de las frases, y agrega: - Es acercándote a la luz del fuego como lograrás algún día no quemarte.
- Espero que así sea – murmura la voz que nadie oye.

FIN

CAPITALIZAR LO QUE ES DE UNO

Hace un año me divorcié, fue difícil. Al principio me enfoqué a buscar una pareja para llenar el vacío que me dejó la relación anterior, pero hice un alto y mejor me ocupé de trabajar mi duelo. Fue muy doloroso el proceso, pero creo que estoy saliendo. Ahora siento que ya estoy preparado para iniciar otra relación.
¿Qué sugerencias me puedes dar para poder relacionarme con amistades y conocer una mujer e iniciar una relación? ¿Cómo debo empezar? Ya que estando casado siempre me enfoqué a mi familia y descuidé conocer personas, y siento que a mi edad es complicado, tengo 40 años y soy un poco tímido.
RESPUESTA
La respuesta clásica a tu pregunta sería: “Sal de tu soledad e inscríbete en un curso de lo que sea, un club, un partido político, un maratón, cualquier grupo, o ponle un collar a tu perro y sácalo a pasear, para que conozcas gente que conoce gente y puedas establecer contacto...”.
Repito que la anterior sería la respuesta usual y posiblemente la has practicado ya, pero tú sabes que no es suficiente estar dentro de una multitud para sentirse acompañado y llenar el vacío interior, ya que éste no puede ser llenado de cualquier manera. Si imaginamos la vida como un rompecabezas, sólo la pieza adecuada encaja en el hueco que falta. Hay mucho trabajo previo que hacer.
Lo primero es dejar de percibirte vacío y con un hueco qué necesita ser llenado. Las sensaciones de soledad y de carencia ahuyentan a la gente. Lo contrario es sentirte pleno y abundante. ¿De qué? De amor, experiencia y cosas qué ofrecer. ¿Cómo se logra esta plenitud?
En tu alma, necesitas reconciliarte con las mujeres. La primera y más importante es tu mamá, pues para ti, ella las representa a todas. Podrías, interiormente, inclinar tu cabeza ante su imagen y decirle: “Te honro, y en ti honro a todas las mujeres”. Esto significa que tal como ella sea o haya sido, la tomas en tu corazón para amarla. Con esta actitud, expulsarías cualquier resentimiento, rencor y exigencia y te llenarías de amor.
Aparte, en tu alma, necesitas reconciliarte con tu pareja anterior y todas las que hayas tenido. Son tu fuente de experiencia. Podrías visualizarlas y decir a cada una: “Gracias”. Con ello, estarías honrando lo que has vivido, en lugar de percibirlo como desgracia o causa de inseguridad, complejos o culpabilidad, y te percibirías rebosante de experiencias positivas que forman parte de tu riqueza. Una persona así, que irradia amor y sabiduría, es atractiva para cualquier ser humano, pues le permite sentir que es bienvenido y puede surtirse de todas las cosas bellas que guarda en el interior.
Te encuentras en el final de un capítulo de tu vida e inicio de otro. Tu pasado es tu capital, lo que te hace rico. Cuando hayas tomado con amor todo lo tuyo, estés pleno, y sepas compartir tu plenitud, sin darte cuenta estarás practicando lo que al principio llamé “respuesta clásica”, en un maravilloso y estimulante intercambio de bienes.

lunes, 13 de septiembre de 2010

LO POSITIVO DE LA CULPA

Me siento culpable porque durante los últimos seis años de vida de mi madre me fui al D.F., según yo siguiendo el amor, pero además de que resultó falso como ella me lo advirtió, yo, por tratar de arreglar lo que no tenía remedio, a ella no le puse atención ni vine a verla, hasta que estuvo grave y murió. Mis hermanos me reprocharon, tal vez con razón, que la empujé a la muerte, ella nunca se hizo a la idea de que yo viviera con un hombre que tenía otra familia. Luego que mi mamá nos dejó, terminé con esa relación, pero no tengo tranquilidad y además no sé cómo explicarle a mi hija, ahora de 9 años, todo lo que pasó, por qué nos vinimos y nunca ha vuelto a ver a su papá. Mi pregunta es qué puedo yo hacer, porque la niña no tiene culpa de nada.

RESPUESTA

Te sientes culpable. La culpa mueve, nos pone inquietos. Los perezosos y los deprimidos son personas que no quieren tomar sus culpas. Permanecen paralizados, como casas sin energía eléctrica, en la que no funciona el refrigerador, la lavadora, la plancha… y tampoco se puede oír música o ver televisión. Al negar su culpabilidad, quedan aparentemente quietos, escondidos detrás de la impotencia y del sentirse víctimas. Pero no les es dado renunciar al poder que los arrastra. Porque lo tienen, es irrenunciablemente suyo, y lo usan -no puede ser de otra manera-, sólo que en su propia contra, para destruirse, ya que una culpa no resuelta conduce al auto castigo y a la expiación.

En cambio, las personas que toman su culpa, sin negarla ni evadirla, reciben con ella un poderoso manantial de energía; pueden reparar el daño, asumir su responsabilidad y crecer más grandes que el problema, superarlo.

Tú no niegas tu culpa, sólo te falta permitirle que sea el manantial de tu energía. ¿Qué quiero decir? Que por mucho que te hayas equivocado, inclusive si fuera cierto que empujabas a tu madre a la muerte, son este tipo de acciones fuertes y dolorosas las que más nos obligan a crecer, al menos para soportarlas. Y si abandonamos la necesidad de sentirnos perfectos o impecables, nos convierten en seres humanos seguros y valerosos, puesto que fuimos capaces de sobrevivir a algo que nos ocasionó gran dolor.

Pues bien, sobreviviste a dos penas grandes: la de desilusionarte de tu amor y la de que tu madre haya muerto. Puedes sobrevivir a más cosas. Puedes convertir tu culpa en la fuente de tu energía, y con ella, armada de este valor, reconocer que tu hija necesita de su padre. Puedes permitir que lo ame y tenga deseos de verlo. Puedes dejarla libre y sin la necesidad de ver las cosas como tú las ves. Creo que le harás bien si, en lugar de inculcarle que es hija de la culpa, le dices que lo es de aquel amor que una vez unió a sus padres y luego no pudo mantenerlos juntos, salvo dentro de ella, pues él y tú conviven en su cuerpo, donde jamás podrán separarse, pues ella es mitad tú y mitad su papá, conjuntados en una vida nueva y distinta. Serás lo suficientemente fuerte para respetar el derecho sagrado de tu hija de sentirse digna de la vida que recibió.