¿Qué están aprendiendo de la pandemia la
sociedad, las instituciones de salud y el mundo en general? ¿Es posible que se
generen nuevas conexiones cognitivas a causa de
una situación crítica en nuestra vida? ¡Por supuesto que sí! Son las
situaciones críticas las que más estimulan el crecimiento del ser humano.
Convivir durante esta cuarentena sin salir de
casa es una buena oportunidad para evaluar los aprendizajes del pasado y
reflexionar, de cara al presente y el futuro, sobre los siguientes
cuestionamientos:
o
¿Cómo convivir bien en casa durante la
cuarentena si mis aprendizajes han sido, por ejemplo, no recoger mi plato o no
tender mi cama después de haberla usado?
o
¿Cómo estar en consonancia con otras personas,
cuando lo aprendido es ver TV hasta altas horas de la noche, con un volumen que
incomoda a los demás?
o
¿Cómo respetar el espacio del otro, cuando
tengo por costumbre comer lo que no es mío y a todas horas?
o
¿Cómo entablar comunicación asertiva cuando
sé que soy inflexible, rígido en mis emociones, y reacciono con gritos y
golpes?
o
¿Cómo poder conservar la paciencia y la
tolerancia cuando he perdido mi empleo?
Los recuerdos son
importantes; enseñan lecciones, dan perspectiva y sentido a nuestras vidas. Los
recuerdos son todo lo que tenemos de una vida que ya pasó; pero en muchos
casos, los aprendizajes del pasado, introyectados desde nuestra infancia, se
vuelven nuestro propio yugo.
El
presente es el momento en que nuestra experiencia puede aplicarse para crear un
futuro. Las medidas de seguridad
sanitaria como “Quédate en Casa” nos
obligan a volver a los recuerdos del pasado, modificarlos y adquirir nuevas
experiencias cognitivas. De esta forma, reeducamos el área frontal de nuestro
cerebro, que es la encargada de procesar la información y generar diversas
habilidades cognitivas de orden superior. Gracias a este lugar cerebral, que
está diseñado para ejecutar en forma razonada, podremos regular nuestra
conducta y emociones y, por lo tanto, propiciar equilibrio y bienestar.
La
sana cordura, la congruencia y coherencia, el razonamiento lógico en el
lenguaje, dialogar, llegar a acuerdos sobre límites, tolerancia,
autorregulación, valores y educación, son manifestaciones de un proceso mental
superior y marcan la diferencia en una familia, comunidad o sociedad que,
estando juntos durante esta cuarentena, operan de manera armónica, con límites
y mutua comunicación y tolerancia.
Las crisis también
pueden ser ocasión de aprendizajes tóxicos que afecten la salud mental y
emocional. Investigadores en esta área, a través de los registros de
intervenciones psicoterapéuticas obtenidos por dependencias o centros de
atención psicológica y psiquiátrica, consideran que muchas familias, padres de
familia y personas en general, se vuelven caóticas al descubrir que carecen de
una vida estructurada y organizada, tanto a nivel interno como externo. Esta
deficiencia no les permite salir avantes en situaciones de crisis como esta
emergencia sanitaria, porque carecen de los recursos cognitivos y emocionales
que les posibilitarían hacer frente a circunstancias catastróficas. Necesitan
adquirirlos, y deben ser elaborados.
En psicología, a
estos recursos se les denomina fortalezas yoicas; en neurociencias, conexiones
cerebrales o sinápticas; en pedagogía y otras ciencias sociales, andamiajes
educativos. El nombre finalmente es indistinto ya que todos buscan el mismo
objetivo: que los niños y las personas en general adquieran la capacidad de resolver situaciones, vivencias o
experiencias por sí mismos (o con el apoyo de algún adulto o persona capacitada),
logrando que el aprendizaje no sea tóxico ni afecte la salud emocional.
Podemos salir de esta
pandemia como mejores y no como peores personas. Con mayores recursos y no con
menos.
Agradezco la
colaboración de la Psic. Irma
Campos Escalante, directora del Instituto de Desarrollo Humano de León, A.C.
“Psicología”
es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o
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, o al teléfono 7 63 02 51