La idea es lo primero, de la mente salta a la realidad. Por
Facebook me llegó un artículo acerca de las supuestas profecías que hizo Billy
Gates, el fundador de Microsoft, en 1999, hace 18 años. Describió lo que la
tecnología está logrando en el presente. Él y su equipo tenían la idea de lo
que podía suceder e hicieron que sucediera. Hoy, hasta las personas más reacias
a la computación manejan un teléfono celular y saben qué es un email, Facebook
y otras aplicaciones.
Igual es en todo; en lo más simple y lo más complejo, lo
más bello y lo más horroroso; primero han sido una idea en la mente de alguien.
Un vaso, un cuchillo, un desarmador, un auto, una computadora, un tren, un
avión… lo que sea, primero fue una idea. Y lo mismo una caricia, un abrazo, un
golpe, un asalto, un asesinato... primero fueron una idea, un pensamiento.
Las personas solemos tener “racimos” de ideas o
pensamientos acerca de los cuales damos vueltas. Racimos amplios o reducidos
que mantienen a nuestro cerebro repasándolos una y otra vez; pero hay ocasiones
en que la interacción introduce una “uva” nueva, una idea que no habíamos
pensado, y esta adquisición introduce un cambio. La escuela, por ejemplo, se
ocupa de sembrar ideas nuevas.
Toda idea que da muchas vueltas va adquiriendo intensidad
y provocando emociones que pueden ser tanto o más intensas que las provocadas
por un evento externo. Si la imaginación gira sobre lo mismo, sin ideas nuevas,
se convierte en obsesión y puede desembocar en patología.
Una idea que es antigua forma una creencia. Las creencias
suelen ser compartidas, y si se las considera incuestionables e inamovibles, se
han convertido en dogmas. Los dogmas se comportan igual que las simples ideas:
o se renuevan, o se vuelven obsesiones que pueden desembocar en patología.
Afortunadamente, también podemos generar ideas nuevas que
ayudan a la evolución de la humanidad. Una idea nueva suele ser solución para
un problema. Imaginemos a un grupo o colonia en donde, por algo, todos piensan
en inseguridad, robos, asaltos, no dormir tranquilos, etc., y de repente
alguien se aparta de ese “racimo” de pensamientos y piensa en protección.
Esa idea nueva puede generar un cambio. El
que la pensó la comunica a los vecinos y éstos piensan en protegerse unos a
otros, forman un grupo de WhatsApp, se comunican entre ellos si ocurre algo
inusual, quizá contratan veladores comunitarios o lo que se les ocurra.
Lo importante es tener la idea de algo.
¡Cuidado con las
ideas! Configuran la realidad. Pueden ser ideas de construir, de destruir, de
indiferencia, de amar, de odiar… y tarde o temprano serán convertidas en algo
real, ya sea dentro del cuerpo o del universo externo. Comienzan por una
reacción emocional y luego pasan al plano físico. ¡Arriba las ideas!
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