Tenemos a mi
nieto de 5 años porque su mamá es madre soltera, lo tuvo muy jovencita, de 17,
ahora tiene 22 y trabaja, el papá desde un principio no quiso hacerse
responsable. El niño primero estuvo en un kínder que lo tuvimos que sacar a
causa de un viaje que después no se hizo; luego pasó al actual, está
cursando segundo; para tercero debe volver a cambiar porque no
hay cupo en el que está. Mi pregunta es si le convendría más que lo metiéramos
a terminar el kínder en una escuela grande, con primaria, para que ya no tenga
más cambios, pero tiene la desventaja de ser grande y el niño no está
acostumbrado a los grupos numerosos, o tal vez sea mejor regresarlo a donde
hizo primero, que ya lo conoce, pero tendría que salir al terminar el año.
RESPUESTA
Describes cuánto
desean el bien de tu nieto, los cambios de escuela que ha debido tener, que
comprenden que el adaptarse a un nuevo grupo cada año puede afectar su proceso
de socialización y estabilidad. Noto el amor y el cuidado que ponen en el niño.
Al decir “tenemos
a mi nieto”, ¿a quiénes te refieres?, ¿a la mamá y a ti?, ¿a ti y tu esposo?,
¿a los tres?
Lo que da
estabilidad a un ser humano es la familia, sobre todo la madre, luego sigue el
padre, a continuación los abuelos, y por último, la escuela. Todos tienen algo
que aportar y desempeñan papeles importantes en que un niño sepa que tiene su
propio lugar, uno que nadie más puede ocupar y que en el futuro se llamará
identidad, destino o vocación. La madre y el padre son los fundamentales, por
eso me pregunto: ¿qué opina la mamá respecto al cambio de escuela?, ¿y el papá?
Sin profundizar
en la situación de que el padre no está presente para ocupar su lugar, me
referiré a los que sí están: tu hija, madre del niño, tú y tu esposo. Ustedes
representan la estabilidad para tu nieto. Las situaciones de afuera cambian: un
año tendrá una maestra y después otra, se hará de unos amigos, los dejará y
adquirirá otros, terminado el kínder lo dejará para ir a primaria, luego a
secundaria y en fin, que no existe la estabilidad total, pero sí la
continuidad; es decir, la familia, a la que uno pertenece para siempre.
Siempre. Siempre. Hasta en los apellidos del propio nombre está presente. Si
nos faltara un apellido, nos fue negado, pero es nuestro. Lo que es, es y será
aunque alguno de todos muera. Aunque se vaya a otro lado. Los padres son padres
y los hijos son hijos. Eso es lo que uno es, un ente en constante modificación
que no deja de ser uno mismo. Esto es lo estable.
Quizá estés
pensando que no respondo a tu pregunta de si a tu nieto le conviene un kínder u
otro. Esa decisión, buena o mala, debe tomarla tu hija, porque ella es la madre
del niño. Tanto él como ustedes deben conformarse con lo que ella decida,
incluso si no les gustara, porque de este modo estarán respetando su lugar de
madre. Te repito que estos lugares no cambian, y si uno intentara forzarlos a
cambiar, no lo lograría, pero introduciría una profunda inestabilidad
emocional. Lo mismo si uno quisiera suplir a la madre y hacer por el hijo lo
que ella debe hacer; eso atenta contra la estabilidad. Junto al respeto de los
lugares en familia, lo del cambio de escuela pasa a ser poco importante; total,
si una escuela no es buena para un alumno, se cambia de escuela, ¿pero de
familia?, ¿puede uno cambiarse?, ¿y los lugares en la familia, pueden
modificarse? Nunca; aunque uno se cambiara de nombre. Aunque renegara de los
padres que lo trajeron a la vida. Aunque se fuera al otro confín de la tierra
para huir de los conflictos con ellos, los llevará consigo a donde vaya. Eso no
cambia, es lo estable.
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