Quisiera decir que estoy pasando por una mala racha
económica, sin embargo, para mí siempre ha sido así en todo. Tal vez se
relacione con que mis padres me abandonaron
y crecí como hijo adoptivo de una familia de comerciantes que con
sacrificios me mandó a una escuela de nivel socioeconómico alto, donde mis
compañeros tenían otras exigencias. Me casé y pasado el tiempo me divorcié de
una compañera de esa clase social a la que creí pertenecer, lo que resultó
falso, pues su familia siempre me vio menos y la apoyaron para que volviera con
ellos, no exactamente a su casa, pero sí a las comodidades que precisaba y
acostumbraron a mis hijos a un nivel de vida que yo no puedo darles. Me cansé
de seguir soportando tanta intromisión y rechazo, nos separamos y nadie pensó
en lo que yo perdía: mi familia y mis esfuerzos realizados en los 12 años que
duramos casados, lo cual considero una injusticia. Me urge salir de esto.
OPINIÓN
Trato de imaginar qué te duele más: estar separado de tu
ex mujer e hijos; comprobar que a los ojos de ellos no puedes competir
económicamente con tus ex suegros, imaginarte excluido de
una clase social que sentías tuya; sentirte indeciso acerca de a dónde
perteneces; modificar las costumbres que te viste obligado a asumir a fin de
convivir con tus familias nuclear y política; experimentar la injusticia de que
no sean reconocidos tus esfuerzos para adaptarte y ponerte a la altura de las
exigencias de que eras objeto; ver truncados tus sueños de formar un hogar bien
avenido… Has tenido grandes pérdidas, es posible que sientas que la vida te
sale debiendo demasiado. Deseas salir de este remolino que te engulle y te deja
sin fuerza.
Puedes observar con cuánto vigor nos influyen los
pensamientos que se vuelven ideales. Te has esforzado, primero, por sobrevivir
al abandono de tus padres biológicos; luego, por aceptar los dones y
expectativas de los adoptivos, a quienes su amor aconsejó inscribirte en una
escuela de clase social elevada, y con ello te daban tácitamente el mandato de
que pertenecieras a ésta; después, al casarte, por ser “uno de ellos”, de los
de la familia de tu ex mujer. Has sido un hombre de ideales, y de esfuerzo.
Los ideales son ilusiones, existen sólo en la imaginación;
sin embargo, nos mueven poderosamente. Hay casos en que deploramos tener que
dormir, preferiríamos seguir persiguiéndolos. Los ideales se vuelven verdaderos
cuando se logran, entonces dejan de ser ideales y también dejan de motivarnos. Realizarlos,
o perder la fe en ellos, ocasiona que ya no nos suministren energía y que hasta
levantarnos por la mañana sea imposible, ¿para hacer qué?
La gran ventaja de los ideales es que son pensamientos, y
por lo tanto, pueden ser cambiados con relativa facilidad. Observa que dije
“relativa” y no “gran” facilidad. ¿Por qué “relativa”? Tienen relación con alguien o algo muy amado.
Es probable que tu necesidad de lograr un sitio en las clases altas sea
expresión de amor a tus padres adoptivos, y/o tus maestros, compañeros y
escuela, y/o a la mujer que desposaste y los hijos que tuviste con ella. Dicho
amor te hizo querer ser como tus amados deseaban que fueras. Y tú, ¿cómo eres
en realidad?, ¿puedes distinguir entre lo que otros desean de ti, de lo que
deseas tú mismo?
Creo que la expresión “me urge salir de esto” significa
que estás comenzando a distinguir entre los requerimientos ajenos y los tuyos.
Probablemente tus amados todavía ambicionan que tú “reacciones y hagas lo que
sea” con tal de llenar sus parámetros. Tú quieres salir de ese juego. Y
saldrás. Tendrás el valor de pensar: “No tengo obligación de ser rico ni de
pertenecer a las clases altas. La vida no me debe ni yo le debo a la vida; ella
es un regalo y yo soy el que soy. Me amo como soy”.
Te haría bien buscar ayuda profesional.
“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar
con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com , al
teléfono 7 63 02 51 o en facebook.com/Pascua Constelaciones Familiares.