Estamos habituados a hacer algo que remedie una
necesidad. Nunca nos quedamos sin hacer nada. Si nos da calor,
usamos ropa fresca o ponemos un ventilador; si frío, nos abrigamos y tal vez
compremos un calefactor; si sentimos hambre, comemos alimento; si sed, tomamos
líquidos...
Hoy hacemos cuarentena para evitar el contagio. No lo sentimos
suficiente; queremos hacer algo más que evitar un mal: generar un bien. Tenemos
tiempo en abundancia para ello, pero ¿qué o cómo?
Nunca antes tuvimos una oportunidad igual de comprobar el
proverbio chino que dice “el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir
al otro lado del mundo”. No fue una mariposa sino una ínfima organización de
materia llamada virus la que nos trae en jaque, y surgió en otro continente. Así es la comunicación en el Universo: total,
enorme e inexplicable. Y de la misma manera que un virus puede extenderse,
también nuestro actuar puede viajar a donde no imaginamos. He aquí nuestra
oportunidad de generar un bien que se extenderá solo: es tiempo de sembrar lo
que queremos cosechar, por ejemplo: amor, armonía, solidaridad, bondad,
comprensión, entendimiento, confianza...
Cada uno de nosotros puede sentir la tentación de pensar
que lo que hace no es importante, o que nadie lo va a saber; sin embargo, todo
cuanto hagamos es una semilla que se queda en alguna parte y llega hasta alguna
otra parte.
En este momento, alguien ha sentido terror y se lo ha
comunicado a los demás. Tener terror y ser prudente son cosas distintas. Alguien
ha pensado que a todos nos va a llevar la desgracia y su pensamiento ha viajado
a través de otros pensamientos, generando desmoralización y pesimismo. Alguien ha peleado violentamente
con sus seres queridos y su ira ha ido a sembrarse en algún sitio, aumentando
el depósito de ira que por siglos ha ido capitalizando la humanidad. Y
podríamos seguir.
La otra cara de la moneda es igualmente importante y
eficaz. No se trata de un virus sino de una onda. Alguien logra ponerse en paz
interior, ser bondadoso con alguien más, contactar con las corrientes
universales que favorecen la vida, ponerse al servicio de la Sabiduría Divina,
imaginar un buen desenlace para las circunstancias actuales... y genera una
onda que se extiende con mayor velocidad que el virus. Poco importa si no se ve,
tampoco el virus se ve hasta que ocasiona efectos.
No estamos totalmente impotentes, contamos con muchos más
recursos de los que hemos utilizado. Hoy tenemos tiempo de sobra para
explorarlos y aprender cómo se usan.
“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar
con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com