lunes, 25 de abril de 2016

LENGUAJE



Cuando entré a estudiar Psicología, me intrigaba saber si en verdad las personas podían sanarse hablando. Allí aprendí que la relación entre lenguaje, pensamiento, salud y desarrollo abarca mucho más que a un individuo aislado, también a los grupos. La lengua influye en la sociedad y ésta en la lengua. Modificando el lenguaje se revoluciona el pensamiento, y revolucionando éste, la sociedad mejora o empeora. Las palabras jamás son neutrales sino realidades colectivas que reflejan a quienes las construyen y utilizan. Con aprender un idioma, también se adquiere lo que dicho idioma expresa (y oculta) en sus vocablos, construcción y sintaxis; o sea, la filosofía que predomina en determinada cultura, incluido lo que es inconsciente, así como su historia. Cambian los pensamientos y algunos términos caen en desuso, aparecen otros nuevos o los anteriores adquieren significados distintos.
Por ser las palabras realidades colectivas y resultados de un pacto, por el cual millones de individuos han coincidido en producir determinado sonido para referirse a un ente en particular (ej.: “perro”, “dog”, “chien” u otro para el animalito de cuatro patas) nadie, por iniciativa propia, puede cambiarlas aun si quisiera. Supongamos que de todas maneras modificáramos una palabra conocida, o creáramos otra nueva; las consecuencias podrían ser que nadie nos entendiera, o que sí y varios otros individuos utilizaran el nuevo vocablo. En este último caso, tendríamos una influencia del pensamiento sobre la cultura. Me pregunto, por ejemplo, si llamar “güey” a un amigo es el resultado de un cambio de pensamiento y en tal caso, qué expresará esta palabra en el futuro, o si caerá en desuso.
A veces me gustaría cambiar el significado de algunas palabras, pero luego comprendo que éstas expresan la historia de nuestro pensamiento cultural y son, tal vez, explicaciones de por qué se dan determinados estereotipos en nuestra cultura. Algunos ejemplos:
Patrimonio, (raíz etimológica: padre) se refiere a bienes, ya sean recibidos en herencia o adquiridos por esfuerzo propio. Posiblemente recuerda los tiempos en que las mujeres no eran sujetos para heredar y poseer. ¿Tendrá qué ver con que algunas de ellas dejen su patrimonio en manos del marido?
Matrimonio, (raíz: madre) es un compromiso, una alianza de vida e intereses. Quizá explica la creencia de que la mujer se compromete en la relación más que el hombre.
Me fue divertido leer los siguientes ejemplos en Internet. Decía que se entiende distinto que el hombre esté hecho un toro o la mujer una vaca; que un león sea una fiera en los negocios y una leona, fiera en la cama; que un perro sea el mejor amigo del hombre y una perra, una malnacida; el verdulero es una persona que vende verduras y la verdulera, una mujer descarada y ordinaria; Zorro, hombre muy taimado y astuto y zorra, prostituta; gobernante, hombre que se mete a gobernar algo y gobernanta, mujer que tiene a su cargo el servicio en un hotel o la administración de una casa o institución; hombre público, el que tiene presencia e influjo en la vida social y mujer pública, prostituta; Fulano, alguien cuyo nombre se ignora o no se quiere expresar y Fulana, prostituta. Me hubiera gustado citar y dar crédito a quien escribió esto pero no tengo idea de cómo volver a encontrarlo.
Si Freud y compañía tienen razón y traer contenidos inconscientes a la conciencia es un primer paso hacia la salud mental, ¿fijarnos en estas particularidades idiomáticas empujaría a nuestra sociedad a sanar? ¿Qué más se te ocurre que podría ocasionar esta información?
“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com , al teléfono 7 63 02 51 o en facebook.com/Pascua Constelaciones Familiares.




lunes, 18 de abril de 2016

A LA TIERRA QUE FUERES



Si alguien desea permanecer dentro de un grupo, le es preciso asimilar algo de las creencias y costumbres de dicho grupo, o saldrá de él… expulsado o huyendo. Si vas entre escritores, escribes; entre religiosos, rezas; entre borrachos, bebes; entre políticos, lo que acostumbran hacer los políticos… No se trata de que te convenzas, creas y practiques desde el corazón, basta con que lo hagas exteriormente, pero… con el paso del tiempo, lo exterior influirá sobre tu interior; casi nos es  imposible sobrevivir con una división profunda entre lo uno y lo otro. Así se forman las culturas.
Una señora joven contaba sus peripecias durante un viaje a Marruecos al que fue invitada por una antigua compañera marroquí, junto con otras condiscípulas de diversos países, con motivo de la boda de un hermano. ¡Imposible perderse la oportunidad de esa experiencia exótica! Es fácil imaginar que para un viaje así se necesita poseer una personalidad audaz y aventurera.
El grupito debió hospedarse en casa de una familia, porque está prohibido que mujeres solas, sin la presencia de un hombre, entren a un hotel. No hubo problema, todas habían sido advertidas de que allá las costumbres son distintas y no deberían cuestionar nada de lo que vieran, ¡pero no basta con saber, incluso con prometer!, la propia manera de percibir al mundo se manifiesta de manera automática.
Un día antes del gran festejo, hubo otro “íntimo” en el que se entregaría el certificado de virginidad de la novia. La mexicana, curiosa, quizá sintiéndose en familia, preguntó al novio: “¿A ti también te lo piden?”. Entonces la marroquí, hermana de él, llevó aparte a sus invitadas y las instruyó que jamás volvieran a dirigirse a un hombre, hablarle o mirarlo, que ni le dieran los buenos días, sino que en su presencia mantuvieran la vista baja. Ellas no podían creerlo, les parecía extraño, injusto e insoportable, pero en fin, lo harían, no deseaban meter a su anfitriona en problemas.
En otra ocasión, yendo las “recatadas” viajeras con el chofer-guía, una de ellas se inclinó a recoger algo del piso y su pantalón dejó ver que usaba tanga, entonces el guía se abalanzó en su contra para golpearla, gritando que tenía derecho a matarla. Fue dramático; luego de numerosas reverencias y disculpas de parte de las mujeres, el hombre se alejó corriendo, profundamente alterado. Éste y más incidentes trajeron como consecuencia que las viajeras optaran por utilizar la burka para salir a la calle. “¡Nos sentíamos tan protegidas usándola! Era demasiado el acoso”, dijo.
¿Podemos pensar que les pareció más hermosa aquella vestimenta, o que se convirtieron en musulmanas? Por supuesto que no, la burka fue su manera de protegerse, pero en su interior seguían siendo extranjeras. No podemos asegurar qué sucedería en sus mentes si se quedaran a vivir allá por mucho tiempo, lo que sí podemos suponer es que los grupos nos influyen hasta en la propia identidad y es importante saber elegirlos. “Dime con quién andas, y te diré quién eres”, tarde o temprano se vuelve tan cierto como “Dios los hace y ellos se juntan”.

lunes, 11 de abril de 2016

MATA MÁS LA DUDA QUE EL DESENGAÑO



Me encabrita la gente que promete y no cumple, como el hombre con el que me casé; no me quiere ni me respeta. A sus hijos sí, eso dice, pero no creo que para ellos sea bueno que les hable mal de su madre o en mi cara les ponga de ejemplo a otras mujeres que según él sí son buenas madres. Lo hace para humillarme, de paso acaba con mi autoridad y a los niños los vuelve raros. Yo deseaba tenerles una familia confiable en la que crecieran sanos pero no les he podido cumplir, lo pienso y me enojo también conmigo misma. Sé que yo sola no podría mantenerlos y darles educación y odio quedarme por dinero, me siento hipócrita, sin dignidad y muy infeliz, pero no sé qué hacer.
OPINIÓN
Por tus palabras podría jurar que has hecho cuanto creíste conveniente para ver realizado tu sueño de ofrecer a tus hijos una familia confiable y en la que crezcan sanos. Te duele demasiado comprobar que no es como la soñabas. Pareces sugerir que te quedas por ellos, pues sola no podrías darles lo que ahora tienen, y esto hace que te sientas hipócrita, sin dignidad e infeliz.
Lo anterior puede verse desde muchas perspectivas, la que describes (con bastante severidad para contigo) que te equipara con alguien que conserva un empleo que odia porque debe mantener a su familia, o con las “santas y abnegadas madrecitas” de otras épocas que cargaban con la “cruz del matrimonio”, o cualquier otra que desemboque en resignación.  ¿Y si no fuera la resignación sino la asertividad lo que te ayudara a ti y a los tuyos?
Antes de decir más he de recomendarte que busques ayuda profesional en forma de terapia de pareja o de familia, y si éstas no fueran posibles, comenzar con terapia individual; un cambio en tu visión, actitudes o estrategia tendrían un impacto grande en tu grupo familiar.
Por lo pronto, me centraré en dos cosas que mencionas: 1) tu enorme deseo de que tu familia sea confiable y 2) tu enojo por las faltas de cumplimiento de una promesa y de un anhelo (la promesa, de él; el anhelo, tuyo).
La primera: En una familia confiable todos los miembros cooperan, no sólo la esposa-madre, porque cada uno aporta sus respectivas dosis de amor, respeto y colaboración. Estos dos últimos, el respeto y la colaboración, quizá puedan ser exigidos mediante convenios, normas e incluso peleas y castigos; el amor no, éste siempre es voluntario y gratuito. Puedes preguntarte tú misma si todavía estás en lo dicho con tu esposo de quedarte con él para amarlo, y también preguntárselo a él, porque a los esposos toca aportar las dosis más grandes de amor. Me refiero a hacerse las preguntas de verdad, no a pensar que ya conocen las respuestas, pueden encontrar sorpresas.
La segunda: el enojo por los incumplimientos. No creo que sea de gran utilidad para lograr la primera, más bien puede convertir el hogar en un ring. Las personas enojadas quieren resolver sus asuntos por la fuerza, aunque sea la fuerza pública, como la intervención de un juez. Nada tiene que ver con el amor.
Es importante que sepas si todavía tienes motivación suficiente para lograr tu hermoso sueño de vivir en una familia confiable. A veces mata más la duda que el desengaño.
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