lunes, 25 de julio de 2011

ESTAR AL LÍMITE

Estoy confundida. Por más de 10 años consecutivos he trabajado sin parar, pero ahora que soy mamá, mi deseo de disfrutar mi maternidad y estar con mi hijo es muy fuerte. Siento mucha culpa cuando lo dejo con mi mamá para que me lo cuide. Por otro lado, mi cuerpo me dice que pare, el estrés por el trabajo es muy fuerte y ahora con todos mis roles no tengo tiempo para mí, hacer ejercicio o salir al cine con mi esposo. Él me sugiere darme un año sabático, pero me da miedo, pues de alguna manera estoy acostumbrada a ganar mi dinero, y en plena crisis, después se podría complicar encontrar trabajo. ¿Qué hacer en estos casos?
RESPUESTA
Estás confundida. Por diez años tu camino consistió en trabajar y ganar dinero para ti, entre otras cosas que no mencionas. Ahora, otros caminos se han emparejado con el tuyo: el de tu esposo y el de tu hijo. Aumentaron tus roles a desempeñar, también eres esposa y madre. Sientes que no cabe todo, te ves obligada a llegar hasta donde tus límites permiten y más allá. Algo debe quedar sin atender, porque ni el tiempo ni las fuerzas te alcanzan. Dudas qué cosas elegir para entregarles corazón, tiempo y esfuerzo; es decir, tu vida actual. Estás consciente de tu necesidad de seleccionar entre el exceso de posibilidades, pero te da miedo equivocarte al escoger y que el resultado sea no sólo contraproducente, sino definitivo. Preguntas qué hacer; pero creo que de ninguna manera harás lo que alguien te aconseje, porque dentro de ti ya tienes tomada la decisión. El asunto es saber: ¿la impulsó el amor, o el miedo?
Sea cual fuere la elección que hiciste y que pronto saldrá a la luz, quizá quieras probar a decir en tu corazón, dirigiéndote a tu madre, tu padre y demás ancestros: “Por favor, permitan con agrado que yo confíe en un hombre, lo respete y me apoye en él. Hacerlo no significa que a ustedes los amaré menos. Gracias”. Y luego, a tu esposo, también en tu corazón: “Por favor, sostenme y sujétame si quiero irme”.

lunes, 18 de julio de 2011

IGUAL QUE MI PADRE

Dicen que lo que no puedo ver en mi casa lo he de tener. Así es mi pareja, similar a mi padre, hasta parece cierto que inconscientemente busqué a alguien igual que mi padre, tiene un genio que válgame dios y hace muchas cosas que mi padre hace. Claro, también tiene sus cosas buenas.
Cuando era yo una adolescente siempre critiqué a mis padres, primero a mi madre por aguantarlo y permitir que él nos hiciera daño. Mi infancia no fue buena, sufrí abuso sexual por parte de mi padre, por lo tanto ahora no me va muy bien, soy insegura, celosa, desconfiada. Cuando cumplí 21 años, platicando con mi madre le pregunté por qué no se había ido de lado de mi padre para que no nos hiciera nada a mi hermana y a mí, y su respuesta fue: Yo no tenía apoyo de nadie, a dónde iba con 4 hijos, cómo le iba hacer, tu abuelo me decía, a ti te acepto pero a tus hijos no. Yo la criticaba porque veía que mi padre la sobajaba, la trataba como su sirvienta, le daba muy poco para el gasto, la hacía sentir una inútil y ella no se defendía, siempre decía: tienes razón. Según ella, para no pelear. Y yo pensaba: eso no me va a pasar a mí, no me voy a dejar humillar por ningún hombre.
Me gustaría saber cómo romper esta cadena que viene desde mis antepasados. Tengo una niña de 3 años a quien amo con todo mi corazón y no me gustaría que pasara por lo mismo que yo, quiero que mi vida sea diferente y no sé por dónde empezar, los problemas que tengo con mi pareja son por todos mis traumas, no puedo confiar en nadie, ni en él, pero aun así lo amo y quiero tener un hogar normal con él, ¿cómo romper esta cadena?
RESPUESTA
Nuestros padres nos enseñan a ser como ellos son. Tú eres maestra de tu hija y le estás enseñando a ser como eres tú. También su papá le enseña a ser como él es. No cabe algo distinto; lo único que podemos dar es lo que somos. Y lo hacemos con un amor muy grande.
Es frecuente que con palabras exijamos algo distinto, como si dijéramos: “Haz lo que digo, no lo que hago”. Creemos que es suficiente. No lo es, porque las acciones tienen un poder invencible: “la palabra mueve; el ejemplo arrastra”. De hecho, estaríamos inculcándoles una división interna: “Piensa una cosa y haz otra”.
Lo anterior sucede con todos los padres, en el cien por ciento de los casos. No eres la excepción. Entregamos a nuestros hijos lo que somos, también las divisiones internas que portamos y que podrían expresarse así: “Odio lo que soy”.
Tú quieres romper la cadena. ¿Significa encontrar un nuevo acomodo, nuevos hábitos de relación? Necesitarás aprenderlos. Suena fácil, pero en la realidad implica vencer muchos obstáculos, porque requiere cambios muy profundos. Te voy a dar un ejemplo solamente del primer paso: Amar en lugar de odiar lo que soy. La frase sería: “Me amo con todos mis defectos y virtudes, lo que veo y lo que no veo, lo que me gusta y lo que me disgusta”. ¿Cuál es la primera y más generalizada reacción a esta frase?
- ¡¡No!! ¿Cómo voy a amar mis errores? Seguiría cometiéndolos.
Esta clásica reacción podría traducirse de esta manera: “Yo no aprendo por la buena, solamente por la mala. Necesito castigos para poder cambiar”. Precisamente ésta es la mentalidad que necesita ser modificada, porque el amor (no la ira ni la violencia) es el verdadero motor del mundo.
Acudir a tratamiento es investigar y explorar nuevos hábitos de vida, y luego, implementar un plan para adquirirlos. En tu caso, yo recomendaría uno basado en la teoría de Constelaciones Familiares, pues consiste en descubrir dónde está el amor y cómo puede fluir entre los miembros de una familia, o de una generación a otra.
“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com

lunes, 4 de julio de 2011

MUTISMO

Mi hija de 8 años no habla con extraños, el psicólogo de la escuela le diagnosticó mutismo situacional, no sé la definición pero imagino que se refiere a que es demasiado tímida y siempre quiere escapar. Desde que la maestra se dio cuenta y la mandó a tratamiento, ya tampoco habla con nosotros, se comunica con señas, se aísla y cuando cree que no la vemos habla con cosas, macetas, plantas o el perro. No sé qué les dice porque no puedo oírla, si me acerco se calla de inmediato. Me gustaría saber más sobre este tema, sus causas, cualquier cosa que nos ayude a entenderla mejor.
RESPUESTA
Hablar de todas las posibles causas en este corto espacio resulta imposible, así que me referiré solamente a mitigar el síntoma.
Estoy pensando en que todo niño necesita de sus padres, hermanos, maestros, etc., y hace esfuerzos por comunicarse con ellos, para que lo ayuden a satisfacer sus necesidades. Tu hija, no; al azar encontró un método que podría describirse así: “Mientras menos hablo, más atención me ponen”, ahora la maestra, el psicólogo y sus padres están atentos a todo lo que hace. Esto por una parte, por otra, es evidente que no tiene motivación para crecer y cuidar de sí misma, como si dijera: “Cuídenme ustedes porque yo no lo haré; no sé cómo, no quiero, o no tengo idea de para qué”.
Evidentemente, dicho método puede servirle sólo en casa; en la escuela, pronto o tarde dirán: “aquí no es el lugar adecuado para ella, llévenla a una escuela especial”. Lo siguiente puede hacerse en familia.
Independiente del tratamiento o integrado a él, podría intentarse estimularla y hasta forzarla a hablar con un método de “refuerzo-castigo”, lo cual no significa que le digan: “Habla”, y cuando lo haga aplaudan, se muestren contentos o la premien de alguna manera. Tampoco lo opuesto, que la regañen porque no dice nada; con esto reforzarían tanto su temor como la ganancia: obtener atención bajo su control.
Hasta aquí tenemos identificado lo que podría ser premio y castigo. Premio: mirar, poner atención. Castigo: no mirar, restar atención. También sabemos cuáles conductas son deseables o indeseables: acercarse a la gente y utilizar lenguaje hablado, deseables; alejarse, huir y callar, indeseables.
Dices que se comunica con señas: indeseable. Como hacerlo requiere de un mínimo de acercamiento para hacer contacto, éste debe ser premiado con volverse a mirarla. Cuando aparece la seña, se aplica el castigo: “no entiendo” y volver la mirada a otro lado.
Lo anterior posiblemente provocará un alejamiento mayor o recurrir a otro tipo de comunicaciones no verbales: llanto, berrinche, ira. Indeseables, no deben ser mirados.
Hasta aquí no ha habido una provocación franca para hacerla hablar. ¿Cómo sería ésta? Por ejemplo, llamar las cosas con nombres equivocados: “Ponte el uniforme” y se le entrega un lápiz. Quizá no reaccione las primeras veces, pero luego le será insoportable tanto “desorden” y corregirá el error. ¿Cuándo premiarla? Sólo si utiliza palabras, aunque sea solamente “no”. El premio debe ser nada más una mirada, quizás repetir la palabra que dijo: “¿no?”. Luego, de inmediato, volver la atención a otra parte. Cada vocablo que pronuncie debe ser seguido por una mirada, un instante de atención u otra palabra. Y vuelta a comenzar.
Considero que es pesada la aplicación del método, por el grado de atención controlada que requiere. Observando con detenimiento, es posible que este mismo método haya sido aplicado ya, sólo que sin estar conscientes de cuáles conductas se estaban premiando y castigando. Ojalá te sea de utilidad.

MUTISMO

Mi hija de 8 años no habla con extraños, el psicólogo de la escuela le diagnosticó mutismo situacional, no sé la definición pero imagino que se refiere a que es demasiado tímida y siempre quiere escapar. Desde que la maestra se dio cuenta y la mandó a tratamiento, ya tampoco habla con nosotros, se comunica con señas, se aísla y cuando cree que no la vemos habla con cosas, macetas, plantas o el perro. No sé qué les dice porque no puedo oírla, si me acerco se calla de inmediato. Me gustaría saber más sobre este tema, sus causas, cualquier cosa que nos ayude a entenderla mejor.
RESPUESTA
Hablar de todas las posibles causas en este corto espacio resulta imposible, así que me referiré solamente a mitigar el síntoma.
Estoy pensando en que todo niño necesita de sus padres, hermanos, maestros, etc., y hace esfuerzos por comunicarse con ellos, para que lo ayuden a satisfacer sus necesidades. Tu hija, no; al azar encontró un método que podría describirse así: “Mientras menos hablo, más atención me ponen”, ahora la maestra, el psicólogo y sus padres están atentos a todo lo que hace. Esto por una parte, por otra, es evidente que no tiene motivación para crecer y cuidar de sí misma, como si dijera: “Cuídenme ustedes porque yo no lo haré; no sé cómo, no quiero, o no tengo idea de para qué”.
Evidentemente, dicho método puede servirle sólo en casa; en la escuela, pronto o tarde dirán: “aquí no es el lugar adecuado para ella, llévenla a una escuela especial”. Lo siguiente puede hacerse en familia.
Independiente del tratamiento o integrado a él, podría intentarse estimularla y hasta forzarla a hablar con un método de “refuerzo-castigo”, lo cual no significa que le digan: “Habla”, y cuando lo haga aplaudan, se muestren contentos o la premien de alguna manera. Tampoco lo opuesto, que la regañen porque no dice nada; con esto reforzarían tanto su temor como la ganancia: obtener atención bajo su control.
Hasta aquí tenemos identificado lo que podría ser premio y castigo. Premio: mirar, poner atención. Castigo: no mirar, restar atención. También sabemos cuáles conductas son deseables o indeseables: acercarse a la gente y utilizar lenguaje hablado, deseables; alejarse, huir y callar, indeseables.
Dices que se comunica con señas: indeseable. Como hacerlo requiere de un mínimo de acercamiento para hacer contacto, éste debe ser premiado con volverse a mirarla. Cuando aparece la seña, se aplica el castigo: “no entiendo” y volver la mirada a otro lado.
Lo anterior posiblemente provocará un alejamiento mayor o recurrir a otro tipo de comunicaciones no verbales: llanto, berrinche, ira. Indeseables, no deben ser mirados.
Hasta aquí no ha habido una provocación franca para hacerla hablar. ¿Cómo sería ésta? Por ejemplo, llamar las cosas con nombres equivocados: “Ponte el uniforme” y se le entrega un lápiz. Quizá no reaccione las primeras veces, pero luego le será insoportable tanto “desorden” y corregirá el error. ¿Cuándo premiarla? Sólo si utiliza palabras, aunque sea solamente “no”. El premio debe ser nada más una mirada, quizás repetir la palabra que dijo: “¿no?”. Luego, de inmediato, volver la atención a otra parte. Cada vocablo que pronuncie debe ser seguido por una mirada, un instante de atención u otra palabra. Y vuelta a comenzar.
Considero que es pesada la aplicación del método, por el grado de atención controlada que requiere. Observando con detenimiento, es posible que este mismo método haya sido aplicado ya, sólo que sin estar conscientes de cuáles conductas se estaban premiando y castigando. Ojalá te sea de utilidad.