lunes, 28 de mayo de 2012

APORTACIONES DE LECTORES A “CASARSE CON UNA MUJER RICA”


Hace tiempo publiqué un artículo llamado “Casarse con una mujer rica” y pedí a los lectores me enviaran vivencias u opiniones. Agradezco de todo corazón a quienes respondieron aportando su experiencia.  Si tú, estimado lector, tienes alguna, por favor envíala a psicologa.dolores@gmail.com , ya sea de éste como de cualquier otro tema publicado. Gracias. A continuación incluyo tres resúmenes de aportaciones.

Número uno, VARÓN:

Bien puede ser ella rica original, o resultar rica durante el matrimonio, lo interesante sería asociar y estudiar profesionalmente la aceptación social, el abuso legal y la nula educación familiar en estos temas. Cuando el varón cae en desgracia y la rica mujer olvida su compromiso original, se habla con mucha soltura de "maridos reciclables", sin apreciar las catastróficas consecuencias para el varón, los hijos y amistades en general. Esto genera falta de responsabilidad, reciprocidad y lealtad. No sucede en otras sociedades ricas y con poca frecuencia en parejas de clase media hacia abajo; allí existe mucha mas conciencia de su papel en la sociedad conyugal y se mantienen juntos, en las buenas y en las malas. Buena investigación tiene entre sus manos.

Número dos, MUJER:

No necesariamente la mujer puede ser más rica en dinero o cuentas bancarias, sino en bienes intangibles, como por ejemplo, saber identificar las oportunidades. En mi caso los dos éramos contadores y con un ingreso, pero terminamos divorciándonos por los celos profesionales y las limitaciones que él pretendía imponer. Al principio compartimos mi despacho y él aportaba menos de los gastos porque estaba comenzando, también en la casa aportó menos que yo por igual razón, y no sé si esto lo hacía sentir menos a él o qué sentía, porque se la pasaba criticando lo que yo hacía, trataba de imponerme su horario de poco trabajo y me prohibía ver a mis amistades, según él, para estar parejos. Mi inquietud es qué tan iguales deben hacerse los miembros de una pareja para que ésta funcione.

Número tres, MUJER.

Yo recibí una herencia estando ya casada y fue muy difícil. Primero, compartí una parte con mi pareja donándole una propiedad, la cual vendió y pasado un tiempo estábamos de nuevo como al principio, yo con más y él con menos. Desde entonces no volví a redistribuir. Tuvimos problemas que casi terminan en divorcio y poco a poco llegamos a un acuerdo del tipo socio capitalista y socio industrial: él realizaría el trabajo y yo aportaría el capital en aquellas cosas que me pareciera bien hacerlo, pero el dinero sería considerado exclusivamente mío y herencia de nuestros hijos. Por un tiempo él lo tomó como una traición de mi parte, decía que me gustaba tenerlo sobajado. Me costó mucho mantenerme firme. Ahora es como si tuviéramos tres arreglos para tres zonas distintas: los gastos de la casa van por partes iguales, en esta zona no tenemos ahorrado nada y los dos tenemos que estar de acuerdo en cualquier desembolso; en lo que somos socios, compartimos gastos y utilidades, solamente yo reinvierto y él retira sus utilidades, las cuales no me consulta cómo usarlas; en lo que es mío, recibo mis rentas y las uso como yo quiera, también sin consultarle. Quisiera decir que ha sido una solución maravillosa, pero no; ocasionalmente sigue siendo conflictiva, sobre todo cuando me solicita un préstamo y se lo niego. Pienso que una mujer que se casa con un hombre rico la tiene más fácil y hasta lo presume, pero cuando es al contrario, ninguno de los dos quiere que se hable del asunto con nadie.

“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com o al teléfono 7 63 47 28










lunes, 21 de mayo de 2012

UNA AMIGA ESTÁ TRISTE


Una compañera de trabajo tiene episodios de tristeza sin motivo aparente y, lógico, ha bajado su rendimiento laboral. En su muro de facebook escribe cosas como “me siento triste y no sé por qué”, “soy una chica fuerte” y repetidas veces como éstas: “El camino a la felicidad no es recto”, “existen curvas llamadas EQUIVOCACIONES”, etc., que circulan por internet. Ella es muy jovial y alegre o al menos es la imagen que proyecta. Me gustaría ayudarla, no sea que por esos episodios de tristeza o tal vez depresión pierda su empleo. Sus amigos de facebook le hemos preguntado el motivo de por qué se siente triste sin motivo y ella sólo dice: “no lo sé”, aparte se ve muy desanimada, y la verdad a veces hasta contagia su tristeza. Bueno tanto así no, la verdad yo tampoco puedo entender por qué se siente triste, no creo que sea por algún amor ya que ella es atractiva y puede tener al hombre que desee. Gracias por leer los correos de los lectores y me gustaría saber que días se publica su columna.

RESPUESTA

Gracias por tu correo. La columna se publica todos los martes.

Estoy entendiendo que sientes grande estimación por una compañera de trabajo que proyecta imágenes opuestas, unas veces jovial y alegre, y otras, triste sin motivo aparente. Te tiene preocupado que se vea desanimada, temes pierda su empleo y en ocasiones sientes que te contagia su tristeza. Dedicas tiempo a intentar comprenderla, porque te gustaría entender lo que le pasa. Imagino que tu pregunta es: ¿qué puedo hacer por ella?, ¿cómo se logra que alguien muy triste deje de estarlo?

Déjame dar un rodeo para responder. Imaginemos que, transitando por la carretera, vemos a un conductor que en repetidas ocasiones se acerca a la orilla peligrosamente y nos da temor que sufra un accidente. Deseosos de evitar que le suceda, nos estacionamos y le hacemos señas para que también se detenga, a fin de preguntarle si está bien o necesita algo. Podría ser que nos haga caso, o que no. Ahora imaginemos que sí, y se detuvo. Amablemente y con deseos de ayudarlo, le decimos: “¿Se siente bien? Orillarse es peligroso, puede usted volcar, ¿por qué lo hace?”, y solamente nos respondiera: “No lo sé”. Desconcertados por su respuesta, quizá queramos insistir: “¿Le duele la cabeza, el corazón, ha tenido riesgos de infarto, necesita lentes, o en qué puedo ayudarlo?”. Puede haber mil posibilidades de reacción en nuestro interlocutor, desde mirarnos con ojos de “¿qué le pasa?”, molestarse por la interrupción en su camino, invitarnos una copa o secuestrarnos. Pero digamos que solamente nos da las gracias por nuestro interés y prosigue su marcha, quizá con más cuidado que antes o a lo mejor igual. Por lo pronto, hemos interrumpido nuestro viaje, lo cual sería el equivalente a “te contagia su tristeza”, porque antes íbamos bien y conduciendo con prudencia.

Me viene a la mente otra comparación. Digamos que estamos por comprar un auto y elegimos uno de la marca “equis” color plateado. Muy ilusionados salimos a la calle y ¡oh sorpresa!, nunca antes habíamos notado el enorme número de autos “equis plateados” que andan en circulación. ¿Qué pasó?, ¿aumentaron de un día para otro? De ninguna manera, sólo es que ahora traemos la idea en la mente y les ponemos atención. Ver autos equis plateados no significaría “te contagia su tristeza”, sino “esa tristeza también la siento yo”. Y tu profundo deseo de ayudarla sería un: “alguien que me ayude, por favor”.

No sé cuál de las dos comparaciones te llame más la atención.






lunes, 14 de mayo de 2012

AUTOESTIMA Y BUENA IMAGEN


Mi hijo está en quinto de primaria. El año pasado tuvo una maestra que lo motivaba al estudio y a portarse bien y le mostraba aprecio, pero la que tiene este año como que no lo entiende y lo hace menos, ya van dos veces que lo manda con la directora por indisciplina y a mí cada rato me manda recados con quejas de que no pone atención y hace desorden. Fui a hablar con ella y me dijo que a los maestros les toca enseñar y a los padres educar, que yo debo llamarle la atención con más fuerza. Yo, de haber visto al niño cómo era de buen estudiante con la anterior, no sé si creerle a ésta que se porta tan mal como dice. Por otro lado mi hijo me dice que ella le echa la culpa de todo, cualquier relajo o papel tirado y ya le está diciendo algo. Yo como madre no sé qué debo hacer y cómo hablar con cada uno. Temo que esta maestra le arruine su autoestima.

RESPUESTA

Por lo que me dices, tu hijo está enfrentando un reto propio de su edad y de todas las edades: relacionarse con personas distintas y hasta opuestas. El año pasado le tocó una maestra que supo comprenderlo y promocionarlo; éste, otra que ni él ni tú logran entender. Dicho de otra manera, la lección que ustedes aprendieron en el ciclo anterior fue placentera y de crecimiento; la del actual, sólo de crecimiento.

Existen maestros a los que sus alumnos les guardan gratitud de por vida, porque logran que el discípulo se sienta acompañado en su proceso de descubrirse a sí mismos, conquistarse y amarse. Posiblemente tu hijo recuerde siempre con agrado a esa maestra que supo quererlo y comprenderlo. Esa experiencia ya está vivida y tiene un valor fundamental. Le va a ser útil inclusive en su relación con la maestra que tiene ahora. ¿Cómo? Aquí intervienes tú.

El momento es importante para que tu hijo distinga entre tener buena imagen de sí mismo y autoestima, y tú deberás explicárselo. La buena imagen está conformada de éxitos y aprobaciones de cualquier persona, incluido uno mismo. En cambio, la autoestima es amor puro e incondicional; es decir, de todas maneras y pase lo que pase, aun si no se tiene éxitos, también con una autoimagen pésima. La persona que se ama de tal forma puede pasar por mil adversidades sin traicionarse, porque es leal a sí misma.

Es probable que la maestra anterior haya propiciado que tu hijo se fabricara una excelente imagen de sí, puesto que obtuvo buenas calificaciones y se sintió aceptado tanto por ella como por sus padres (seguramente ustedes le hicieron saber, abierta o tácitamente, que estaban contentos con su desempeño). Ella también pudo haber influido en su autoestima al haberlo hecho sentir amado. Ser amado es una experiencia que debe ser vivida, no proviene de consejos ni de libros, sólo es una percepción de los hechos. Si tu hijo ya se ama, seguirá haciéndolo aunque la maestra actual lo castigue o lo acuse. Esto es lo importante, que sea leal consigo mismo y se comporte de una manera que solucione problemas, no que los aumente, a sabiendas que lo hace por propia conveniencia.

Los padres sí influyen directamente en la autoestima de los hijos; es decir, en que se amen o no. Si un niño es querido, cuidado y abrazado por ellos, aun de una manera imperfecta, él ya vivió la experiencia de ser amado. ¿Se puede aumentar la autoestima? Sí, a cualquier edad, con el ejercicio del amor.














lunes, 7 de mayo de 2012

UNA LUZ EN LA OSCURIDAD

Fuimos 10 hermanos. Económicamente, nuestros padres pasaron de mal a mejor. En vida de mi papá, él le dejó un negocio a una hermana y allí junto le abrió un localito a otro hermano, luego, el mayor le pidió que por unos días le permitiera ponerse en donde la hermana, porque se había derrumbado el sitio que él rentaba. Mi papá accedió. Pasado con mucho el plazo, este hermano se adueñó del lugar, ahora alega y nos reprocha que en vida de mi papá él lo ayudó a mantenernos, pero yo digo que ya desquitó sobradamente porque hasta carrera les dio a todos sus hijos. Han sido pleitos y él no quiere darles trabajo a los demás hermanos, a mi hermana él quiere echarla y un hijo de él a escondidas sustrajo los papeles en que mi papá le dejaba a ella el negocio. Yo soy la sexta, económicamente me encuentro bien, todos mis hermanos me buscan para pedir consejo y me duele ver que casi se golpean. A mí Dios me ha dado fortaleza para aconsejarlos y corregirlos, pero en este caso, ¿cómo hago para convencer al mayor de que no sea así y recapacite?

RESPUESTA

Gracias por abrir tu corazón y hablar de un tema que, imagino, lleva muchos años acongojando a toda la familia, puesto que tu hermano considera haber ayudado a tu papá a mantenerlos a ustedes y agregas que sus propios hijos ya terminaron sus carreras. ¿Podemos pensar que esto es un dolor crónico para el grupo familiar?, ¿que los de un lado y otro han recurrido a abogados y diversos recursos intentando resolverlo?, ¿y tú, que estás económicamente bien y no esperas utilidad en el pleito, te solidarizas con algunos de tus hermanos y buscas cómo ayudarlos a ganar? Te encuentras tan metida en el conflicto como si fuera tuyo.

¿Qué ocasiona que una hermana que está económicamente bien y no espera “tajada”, se entregue a sufrir con los que sufren, renunciando a su propia paz?

Las personas solemos tener un amor muy grande por la propia familia y una profunda necesidad de pertenecer a ella. Queremos sentirnos con derecho a “vestir la camiseta del equipo” y ser consideradas parte de él. Si se tratara de uno de futbol, nos esforzaríamos por defender y meter goles. Igual en la familia: con tal de mostrar nuestro amor, ser vistos y pertenecer, sacrificamos inclusive la propia paz y logramos desempeñar un papel en la tragedia, drama, comedia u obra épica que el grupo está viviendo. Sin embargo, no siempre sale alguien beneficiado. Ustedes todos ya han sufrido bastante y no se ve en el horizonte una solución satisfactoria.

Mi primera sugerencia para ti es repetir la siguiente frase: “Por amor a mi familia, intervengo en problemas que yo no necesito”. Quién sabe qué encontrarás al repetirla, quizá sientas que es verdad, o que no.

Por otro lado, tú puedes seguir amando a tu familia con otros métodos, nuevos, que te resulten menos costosos e introduzcan en ella un poco de tu paz, o al menos resten combustible al fuego. Por ejemplo, rezar por todos, sonreír a todos, tal vez salir a tomar un café (bandos por separado) y hablar de aquello que los une: buenos recuerdos, ilusiones, deseos... no del conflicto, que los separa. Cuando alguien enciende una luz, la oscuridad se ilumina.

“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com o al teléfono 7 63 47 28