lunes, 30 de octubre de 2017

LOS QUE YA MURIERON



En diversas culturas y durante siglos ha existido la creencia de que por estas fechas se abren las puertas que separan el mundo de los vivos y el de los muertos, permitiendo comunicación, intercambio e incluso tránsito entre ambos. Nuestros ancestros indígenas les hacían ofrendas a sus muertos de aquello que les gustaba: un guiso, una botella de su bebida favorita… Nuestros ancestros españoles les regalaban misas, oraciones, jaculatorias, indulgencias…
En la actualidad no podemos saber hasta qué punto esta creencia de la comunicación entre los dos mundos perdura en mucha o en poca gente, pero es cierto que cada persona tiene sus propias creencias acerca del más allá, y éstas influyen en su vida. Las creencias son poderosas. También lo es la muerte. Algo cambia en nosotros cuando un ser querido se va.
Algunas personas creen que la comunicación con sus difuntos nunca se interrumpe del todo; hablan con ellos, les piden favores y protección. Este convencimiento de seguir unidos les ayuda a mitigar el dolor de la separación física y les permite seguir amando, sin que  los desanime la seguridad de que todo acaba. “Nos vemos en el cielo”, dicen.
Para otras personas es imposible siquiera imaginar que la vida continúe después que el cuerpo se ha disuelto. Sus muertos viven sólo en el pensamiento, son recuerdos, realidades mentales que desaparecen cuando no se las evoca. Esta convicción los empuja a hablar de ellos, hacerles lápidas que no se destruyan, escribir sus nombres en el propio diario y, en ocasiones, sentirse responsables de que continúen con vida. ¡Imposible dejarlos que mueran de una vez! O tal vez lo contrario: ¡Soy culpable de no ir a su tumba, de no recordarle como debería, de que se extinga!
También hay quienes creen que los difuntos viven en los hijos y nietos porque la vida es una; que no sólo se conserva su apellido, también sus genes, su herencia material, psicológica y espiritual; que cuando los hijos y nietos logran la paz y el amor, los antiguos son liberados de sus ataduras porque forman una unidad esencial con los vivos; y cuando los descendientes continúan perpetuando los conflictos que vivieron sus ancestros, nadie sale ganando, tampoco la humanidad. Estas creencias empujan a los deudos a desatar los nudos que encuentran en sí mismos, productos de haber nacido en la familia en que nacieron.
Sean cuales fueren nuestras creencias, el día de difuntos nos fuerza a recordar que la vida se obtiene de alguien que vivió, la comunicó, y luego debió o deberá irse, igual que nosotros. Que así duráramos cien años, el tiempo de la vida es corto, fugaz. Que hoy estamos vivos, respirando, y podemos sufrir o gozar a causa de ello.
Deseo para todos que el tiempo que les toca respirar sea grato y un don bueno.
“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com , o en facebook.com/Psic-Ma-Dolores-Hernandez-Gonzalez

lunes, 23 de octubre de 2017

“VOCES DE MI SILENCIO”, LIBRO NUEVO



Libro nuevo. Siempre me emociona hacer este anuncio, también ahora que no es de mi autoría, sino de la muy querida y conocida en nuestra ciudad, maestra Lula Prado. 

“Voces de mi silencio”, es el título de su obra. Contiene poesías que es un deleite leerlas; evocan en el alma deseos y recuerdos, dan ganas de continuar leyendo y también de detenerse a desentrañar una palabra o contemplar una visión que la lectura despierta en la mente. Dice uno de los poemas: 

“…una maestra/ me encontró asustada./ Ella extendió hacia mí/ el manto de su sonrisa/ y de la mano/ caminamos hacia la luz”. 

Al leer este poema recordé que también a mí, de niña, en la escuela, me sucedió sentirme perdida y necesitar que alguien me rescatara. Dicho recuerdo, olvidado por años, resucitó con la lectura del libro de Lula Prado y me empujó a agradecer a aquella maestra, hoy muerta, el favor tan grande de haberme mirado con ojos de comprensión y bondad. Estoy segura que cambió el derrotero de mi vida y le debo parte de mi felicidad actual.

La diferencia entre la poesía y otro tipo de escritos está en que los poetas dicen cosas grandes con pocas palabras. Parece que tuvieran los ojos de la mente fijos en una visión que describen de manera eficaz y comprimida. Como en este fragmento de la poesía “A mi hija”:

“Ya no hay tiempo./ Te veo partir ansiosa/ y pienso que para eso/ trabajé noche y día.”

Y en éste, de título “Mi familia”:

“Llegué con los míos./ Volví a beber el agua del manantial./ Sus fuentes me alimentaron/ y mi sed desapareció.” 

Del amor en la pareja, titulado “Si así fuera”:

“Si mis manos encontraran/ la forma de acariciar/ sin lastimarte, te podría ver/ con ojos transparentes/ de amor diáfano./ Si yo pudiera…”

O este otro, de título “Comunión”:

“Tu mano sobre la mía./ Mi copa junto a la tuya./ De nuevo somos tres:/ El vino, tú y yo”.

Y como los anteriores tantos otros, agrupados en: Voces de la poesía. Voces del amor y el desamor. Voces de la vida y de la muerte. Voces de los niños. Voces de México. Voces de los demás. Voces de mí misma, y más capítulos y tipos de voces expresando lo que capta su alma.

La maestra María de Lourdes Prado adopta el seudónimo de Lourdes de Luz para entrar en el mundo de las letras. Ella ha sido durante toda su vida una enamorada de la Literatura y en este libro une sus dos pasiones: la enseñanza de la Creación Poética en todos sus géneros, y la poesía por sí misma. Sus poemas son impredecibles. Cada una de las palabras es un espejo de la esencia humana.

Desde aquí mando a la querida maestra Lula Prado mis felicitaciones por haber recopilado sus poemas en un libro y ponerlo a nuestra disposición. ¡Más!, ¡más!, ¡queremos más, que siga publicando porque tiene muchos poemas que no han visto la luz! Quedamos en espera del próximo volumen y, de nuevo, felicidades por éste.

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lunes, 16 de octubre de 2017

PROFECÍAS Y PREMONICIONES



Cada vez son más las personas que creen y comprueban que los pensamientos son cosas, y que la mente influye sobre la materia creando situaciones a través de lo que se piensa.

No hablaré de los pensamientos positivos y el bien que estos pueden hacernos, me referiré a las profecías y las premoniciones.

Es conocido el caso de aquel hombre que, inquietado por su esposa, consultó con un terapeuta: “Mi mujer fue con un vidente y él le dijo que ella tiene una posesión diabólica y va a morir, ¿qué se hace en estos casos?”. El terapeuta le preguntó: “¿Estás preocupado tú, te preocupa lo que le dijo?” Y el hombre: “Sí”. El especialista le respondió: “Pues ahora la posesión diabólica la tienes tú, porque no puedes dejar de pensar en eso”.

¿Existen las posesiones diabólicas? ¿Fue necesario que existieran para que el hombre, y tal vez la mujer, se preocuparan?

Una premonición es un presentimiento, un presagio, un aviso moral que proviene de un sueño o de la mente misma, no de algo externo. ¿Podríamos llamar premonición al hecho de decir a una mujer que está poseída por un demonio y morirá? Lo sorprendente es que ella y el marido quedaran preocupados. ¡Imposible dudar del poder del pensamiento!

Una señora joven pasaba por una crisis de angustia y fue con el psiquiatra porque, según dijo, ella podía oír sus propios pensamientos. La acompañó el esposo. El médico mostró duda acerca de si podría tratarse de un caso de esquizofrenia. El marido, impactado por esa palabra, reveló a su madre el comentario del médico. En consecuencia, la familia comenzó a tratar a la nuera como a una psicótica, luego advirtieron a los parientes de la joven del peligro que corría la salud mental de ésta. Ellos recibieron la noticia como un bombazo y cambiaron drásticamente su manera de relacionarse con ella, de la soltura normal a una interacción especialmente cuidadosa en orden a evitarle toda responsabilidad y ocasión de sufrir un disgusto, ya fuera ocultándole la realidad o incluso mintiéndole. La señora joven, sorprendida con un cambio que no lograba identificar, dudó de su cordura y se dedicó a buscar en internet todo lo relacionado con la esquizofrenia. 

¿Es posible adivinar el resultado final de toda esta interacción? ¿Hubo profecía o premonición que influyeran en la dirección que tomaron los acontecimientos?

Una profecía es una conjetura que se forma a partir de ciertas señales que se observan.  En este caso, la palabra “esquizofrenia” desempeñó el rol de profecía tanto en la paciente, el marido, su madre, la familia política y los familiares de la mujer. Todos la creyeron y pusieron algo de su parte para cumplirla. ¿Era algo físico y tangible lo que se comunicaban entre ellos, o sólo temores? ¡Imposible dudar del poder del pensamiento!

Con frecuencia es difícil cortar el hilo de los pensamientos, salir de la corriente que están formando y pensar otros nuevos, para crear un tipo distinto de realidad. Cuando un pensamiento se junta con otro y lo refuerza, el que le sigue va a modificarse a fin de casar con los dos anteriores, y lo mismo sucederá con los subsecuentes, hasta formar una convicción que seguramente influirá en la realidad. Sólo un estado alerta de conciencia puede generar dudas y decidir si se continúa por allí, o se cambia de rumbo.

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lunes, 9 de octubre de 2017

LA VEJEZ DURA MUCHO TIEMPO



Una adolescente cumplía 19 años y se festejó en grande, con pastel de velitas y todo. Al momento de partir el pastel, suspiró y dijo: “!Diecinueve! Ya estoy viejita”. 
¿Lo estaba?
Una señora de edad madura platicaba que el día en que ella cumplió los veinticinco se sintió “extremadamente vieja y cotorrona, urgida de casarse”. Ese mismo año se casó y tuvo algo de serenidad al saber que vivía de acuerdo con su edad, pero le dolía contarse entre los viejos.
¿Son viejos los que tienen veintiséis?
Un hombre se quejaba de la dificultad que tiene la gente vieja para encontrar trabajo, porque los anuncios dicen: “Edad: de 25 a 35 años”. Él tenía treinta y seis años y además, terror por el futuro, ¿qué iba a hacer si luego nadie quería darle empleo?
¿Son viejos los de treinta y seis años? ¿Vale le pena vivir antes lo que todavía no llega?
También he escuchado a personas adultas mayores decir: “Sé que tengo muchos años porque los he vivido, pero yo me siento igual, ni vieja ni triste”.
Para cada uno, lo que cree es cierto. Quien se siente viejo, así lo vive. Igual que la anoréxica se mira gorda en la imagen del espejo -aunque esté en los huesos-, uno puede sentirse viejo a cualquier edad, haciendo que la vejez comience pronto y dure demasiado tiempo.
¿Qué es la vejez y qué la juventud? Aparte del número de años vividos, son imágenes mentales, modos de aproximarnos a nosotros mismos, rótulos que necesitamos para tener idea de cómo somos, códigos de normas qué cumplir, juicios de calidad creados por la cultura para ponernos etiqueta.
Por lo general, quienes se anticipan a vivir la vejez, la detestan y temen al grado de no poder apartarla de su mente.
El poder de la mente hace realidad nuestros pensamientos. También nuestros temores. Toda creencia que ocupe el pensamiento durante mucho tiempo tiene que materializarse: el subconsciente la obedece sin distinguir entre el deseo y el miedo, le basta con que tenga carga afectiva suficiente para energizarse.
La “fobia a la vejez” es una creencia de moda, empujada por la propaganda que asusta lo suficiente a los posibles consumidores para que compren cremas, aparatos de ejercicio, masajes, cirugías, botox, fajas, vitaminas milagrosas, trasplante de células rejuvenecedoras, antioxidantes, reprogramación celular, etc., etc., etc. Todo esto no tendría nada de malo si los clientes fueran felices.
Nuestro tiempo en el planeta, aun si viviéramos cien años, seguiría siendo corto; qué bueno si logramos vivirlo con felicidad. 
Ser joven o viejo no ayuda ni entorpece ser felices; es la salud, la armonía con uno mismo, el amor hacia la propia persona, el trato afable y cordial con quien nos tocó ser, la aceptación serena de las propias circunstancias, sentirse a gusto con los semejantes, saber convivir con ellos sin demasiado drama… todo esto marca la diferencia.
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lunes, 2 de octubre de 2017

ALCANCES DE LA SUGESTIÓN



La sugestión es un tema fascinante. Ha sido objeto de estudio desde hace siglos. Se refiere, por un lado, al acto de sugerir, y por otro, a la influencia ejercida por alguien o algo sobre la manera de pensar y actuar de una persona, a veces incluso sin su voluntad o en contra de ella.
Los estudiosos han concluido que la sugestión sí existe: es una creencia que se adquiere por influencia externa y actúa sobre pensamientos y conductas. Y que en toda acción interviene una sugestión. ¿Exagerado? Posiblemente no.
Los humanos somos seres sociales que aprendemos unos de otros, la cultura misma es en sí una sugestión, pues ninguno de nosotros la inventó individualmente; somos influenciados por ella y modifica nuestros pensamientos y conductas.
La sugestión puede ser directa o indirecta, positiva y negativa.
Una sugestión directa es contarle a un niño historias de terror y que él crea que hay un monstruo en el armario, o que una persona de autoridad afirme algo y el oyente le crea sin cuestionamientos, debido al prestigio que concede al que habla.
Sugestión indirecta es cuando en familia se exhiben conductas de miedo porque se teme algo, el niño las capta y también se asusta, aunque no sepa de qué. Pasa igual con los adultos y no sólo en relación con el miedo; en el ambiente flota un sentimiento equis, el individuo lo capta y comienza a comportarse de acuerdo con dicho sentimiento. Esto es más evidente en las reuniones masivas: personas que jamás romperían el vidrio de una tienda, en un mitin lo hacen.
No solamente los padres influyen directa y voluntariamente en los hijos al inculcarles lo que consideran mejor, e indirectamente viviendo; también los maestros, los amigos, las parejas, un evento trágico, una frase que alguien dijo en el momento adecuado, un pequeño detalle, pueden sugestionarnos e implantar una idea en nuestra cabeza, para terminar siendo clave en nuestras decisiones futuras. ¡Magnífico si la idea es positiva! Y si negativa, qué malo.
En 1966, Robert Rosenthal y Lenore Jacobson, psicólogos investigadores, demostraron, a través de un experimento, el poder de la sugestión tanto positiva como negativa.
El experimento consistió en aplicar una falsa prueba de inteligencia en grupos de primero a sexto. A los maestros se les dijo cuáles alumnos obtuvieron mejores resultados y que era de esperar que dichos alumnos tendrían avances sin precedentes en el transcurso del siguiente año. Lo cierto es que las pruebas no podían predecir tal cosa.
Ocho meses después, la profecía se había cumplido; el grupo al que se le había pronosticado un “acelerón” avanzó más que el resto y su cociente intelectual aumentó significativamente, sobre todo en los de primer y segundo curso. También los alumnos señalados como inferiores disminuyeron su adelanto. ¡Hubo correlación entre la expectativa del profesor y el rendimiento del alumno!  
Lo anterior fue sugestión positiva para los que adelantaron, y negativa para los que fueron etiquetados como inferiores.
También existe la auto-sugestión: podemos crear nosotros mismos enfermedades imaginarias y reales, pero también por sugestión podemos llegar a curarnos.
Para concluir, la sugestión está presente en todas partes: en el pensamiento, la educación, la política, la mercadotecnia, la religión y la vida diaria.
La única manera de liberarse parcialmente de la sugestión es pensando, siendo consciente, haciéndose uno responsable de lo que decide y elige. Se dice que los humanos somos 10% conscientes y que el resto es inconsciente. ¿Quién dirige ese 90% restante? Las influencias recibidas; es decir, la sugestión.
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