lunes, 25 de noviembre de 2013

ANIVERSARIOS


Días de festejo. Primero, de los 35 años de nacimiento de la Escuela de Psicología de la Universidad de Guanajuato, y luego, del grupo que cumplió 30 años de haberse graduado; ambos acontecimientos muy importantes para mí. Fui invitada por mis exalumnos. Muchas gracias y qué alegría. Por circunstancias personales, solamente pude asistir al segundo y fue una noche de las que se graban en el alma y jamás se olvidan.
Concurrieron los cumpleañeros de graduación con sus familias, ¡una gran fiesta! Comenzamos con misa de agradecimiento, celebrada por un compañero de estudios, el padre Carlos Hernández Talavera, él puso el toque de espiritualidad y también nos hizo recordar pequeñas anécdotas que nos transportaron a aquel tiempo y nos permitieron comprobar cómo cambian las mentalidades con los años. 
Por increíble que ahora nos parezca, en ese entonces se permitía fumar en el salón de clases de las preparatorias y universidades. Betos, así le llamábamos a este compañero, se quejaba constantemente y suplicaba a los fumadores que no sometieran a los demás al suplicio de inhalar el humo en un espacio cerrado, pero nadie le hacía caso. “Se van a arrepentir”, les advertía, y lo cumplió. Un fin de semana lo pasó en su rancho atendiendo vacas y cerdos y el lunes se presentó a clases con los zapatos y la ropa sucios de estiércol, así ocupó su lugar. Las protestas fueron inmediatas: “Oye, hueles muy mal, y aquí está muy encerrado”. “Ni modo. Yo les pedí que no fumaran, ahora nos vamos a aguantar nuestros olores unos con otros”. Muy asertivo desde entonces, en la fiesta recordamos la anécdota con hilaridad.
También recordamos a los que ya se fueron: Carmelita Badillo Murga, la fundadora, a quien todos teníamos especial cariño y que nos influyó con su manera amorosa de tomar la vida, a Guillermo Bello Albo, Serafín Estrada Gallegos y Guillermo Muñoz. Pedimos a Dios por ellos.

Este grupo ha permanecido unido y en contacto en parte por la actividad de Mayra Aguirre Almeida y Chava Escobar González, que convocan a los compañeros y han logrado reunirlos en diecisiete ocasiones. Ellos prepararon el festejo. Cenamos riquísimo y mientras tanto exhibieron un video con fotografías del tiempo de la escuela y posterior, organizadas humorísticamente, del cual nos obsequiaron el CD a cada uno. Y Mario Zaragoza nos regaló, también a cada uno, una botella de tequila grabada con el logo de Psicología y el escudo de la Universidad. Luego me llamaron al micrófono y me entregaron un reconocimiento como cofundadora de la carrera. Sentí que se volcaba sobre mí tanto el cariño que todos le habían tenido a Carmelita Badillo, que ya no está entre nosotros, como el que generosamente dan a mi persona. Mi corazón golpeteaba de felicidad. De ahí fuimos a tomar la foto, nos abrazábamos unos a otros alegrándonos de ser psicólogos y de estar vivos y juntos. En ocasiones como ésta, la alegría se enseñorea de todos. Yo me sentía como si estuviera haciendo depósitos de dicha en mi alma, que me han de servir cuando la vida me traiga situaciones duras, como es su costumbre. Luego bailamos. ¡Qué bonito! Y se finalizó la velada con la interpretación de música de mariachi.

Hoy hago patente mi gratitud tanto a los organizadores como a los asistentes por esos momentos tan gratos y por el afecto que me demostraron. Su magnanimidad para conmigo da testimonio de la nobleza de sus corazones. ¡Mil felicidades a todos y les deseo que la vida siga siendo generosa con cada uno, como todos lo están siendo con sus semejantes! Y gracias, muchas gracias.

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martes, 19 de noviembre de 2013


CONFECCIONA TU ÁRBOL GENEALÓGICO

Todos nosotros hemos nacido de un acto de amor de papá y mamá. En ese momento de emoción con el que nos engendraron, no sospechaban el monto de problemas que estaban a punto de legarnos de manera inconsciente; todo nudo que ellos no lograron desbaratar, pasó intacto a nuestra personalidad, e igual nosotros pasaremos a nuestros hijos aquellos que no vimos o no atinamos a solucionar. No es exagerado decir que nuestra familia se perpetúa en nosotros, tanto en los cuerpos como en las cualidades y patologías que heredamos de nuestros padres y ellos a su vez heredaron de los suyos. Una lúcida incursión en nuestro árbol genealógico tiene posibilidad de actualizar o curar muchas de ellas. Confeccionar nuestro árbol genealógico nos ayuda a percatarnos de la enorme influencia que la historia familiar ejerce sobre nosotros. ¡Qué maravilla que ahora contemos con tantos recursos para sanar! Éste es uno de ellos.

¿Es difícil confeccionarlo? De ninguna manera; basta con tomar papel y lápiz y dibujar a cada uno de los miembros según su lugar. Se acostumbra utilizar un cuadrado para representar a los hombres, y un círculo para las mujeres. En el nivel inferior están los hijos; en el que sigue para arriba, los padres y todos sus hermanos; en el siguiente superior, los abuelos; y así hasta donde logres investigar. Lo más probable es que encuentres grandes sorpresas, por ejemplo, que tienes hermanastros o tíos que fueron excluidos y nadie quiere mencionar, o repeticiones de destinos, enfermedades, fechas que coinciden, decisiones con la apariencia de haber sido elegidas que son reproducciones de otras que tus ancestros tomaron antes que tú…

La actitud con que hagas tu árbol es importante. Si lo que deseas es sanar, entonces vas a hacerlo con humildad, sin juzgar ni entrometerte en responsabilidades ajenas; pero si te presentaras como la eminencia acusadora y dispuesta a mandar al infierno a todos los transgresores de alguna norma, en lugar de sanar te cargarías con eventos y culpas que no te corresponden. Ésta es una actividad que debe ser realizada con amor y compasión hacia afuera y hacia adentro; es decir, a los demás miembros de tu sistema familiar y a ti mismo. La actitud más adecuada es la de querer pasar del “Familia, te odio” al “Familia, te quiero”. ¿Por qué es importante?

Entre otras cosas, porque en la sociedad actual de constante mutación, en la que nos desplazamos de una ciudad a otra, de un país a otro, de unas costumbres a otras; donde las creencias se acumulan por el bombardeo de los medios sin que tengamos tiempo de clasificarlas y elegirlas; cuando la familia está recibiendo transformaciones importantes y coexisten las clásicas con las recompuestas, monoparentales u homosexuales, nos urge ubicarnos y encontrar nuestra esencia, nuestro lugar, y éste reside en nuestra genealogía. Allí nacimos y se conformaron nuestra personalidad y carácter. Sus influencias siguen estando presentes, así hayamos emigrado hasta el fin del mundo. Si tomamos con amor cualquier característica, evento o suceso de nuestra familia, automáticamente nos encontraremos amándonos a nosotros mismos, pues somos elementos de ella; lo contrario, no amarla ni tomarla nos condena a rechazar el lugar que nos corresponde y sentirnos sueltos y sin identidad.

Una vez que hayas confeccionado tu árbol genealógico, podrás estudiarlo. Con amor, tendrás oportunidad de iluminar el pasado, el de tus antepasados, iluminando tu presente. Porque dentro de nosotros, todos los que ya se fueron siguen viviendo.

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martes, 12 de noviembre de 2013

DECIR “NO” ENFERMANDO


Hace tiempo que tengo gastritis, últimamente se me ha agravado y mi médico opina que es de origen nervioso, me aconsejó que buscara qué cosas me ponen tensa. Creo que es mi trabajo, tengo una compañera que siempre me pide ayuda, casi todos los días debo quedarme tiempo extra sin pago para terminar cosas que ella no hace por andar platicando, con todo mundo habla y si uno se descuida, nos pone a unos contra los otros. ¿Por qué hay gente así?, ¿cómo puede una protegerse de las malas lenguas?

OPINIÓN

Te sientes amenazada por esa compañera, piensas que puede decir cosas malas de ti con tus compañeros y ponerlos en tu contra. ¿Le has hecho confidencias íntimas?, ¿ha sido tu amiga, o la has tratado como tal? ¿En verdad deseas ser su amiga? Pienso que no.

El trabajo es un buen sitio para conseguir amigos. También enemigos. Lo primero es deseable; lo segundo, no.

Primero voy a imaginar lo peor, que le hiciste confidencias a esta compañera o de alguna manera se enteró de algo que te perjudica. Yo me pregunto si estás segura de que el ayudarla con su trabajo ha mantenido su boca cerrada, o si de todas maneras ya lo contó. En lo personal, dudo de que tengas el poder de controlar sus conversaciones; si ella quiere publicar tus secretos, lo hará o lo hizo, independientemente de que le ayudes o no. Si ya lo hizo, no te ha pasado lo que temes. Lo que sí está pasando es que te tiene bajo su poder, hablando o sin hablar. ¿Deseas salir de ese dominio?

La situación te está brindando información muy valiosa acerca de ti; quizás seas de las personas que no saben decir NO, y la única manera que tienen de hacerlo es enfermando. Pero a decir NO se aprende y existen miles de formas, algunas rudas y otras diplomáticas. Como no creo que estés interesada en conseguirte una enemiga, probablemente optarás por la diplomacia.

Para iniciar tu estrategia de negarte a vivir bajo el dominio de esta compañera, haz un inventario de con qué cuentas. Por ejemplo: haz sido capaz de mostrarte amable, no obstante tus temores. Esto indica que puedes contener tus sentimientos. Llevas aprendida una mitad del camino para ser dueña de ti. Otra cosa es que tú misma te hayas dado órdenes que no te benefician, pero de ninguna manera desdice el hecho de que cuando le pides algo a tu ser, éste obedece. Eres tu dueña. Sólo tienes que modificar lo que ordenas. La otra mitad consiste en darte buenas órdenes. Por ejemplo, puedes decirte a ti misma: “Soy mi dueña y la única con derecho para juzgarme. Opto por el amor cada vez que me miro. Lo que otros piensen de mí, es asunto de ellos; me miran como ellos pueden ver y yo no soy responsable de sus pensamientos”. Puede haber muchísimas otras afirmaciones que reconozcan tu autoridad y tu poder sobre tu persona y tu historia.

Una vez que asumas el poder y la autoridad sobre ti misma, que son tuyos y te corresponden, podrás decir libremente SÍ o NO, según te convenga, porque el dominio lo tendrás tú. ¿Qué tanto te motiva sentirte una reina dentro de tu territorio?, ¿y conducir tu vida como tú quieres? Sólo es cuestión de que aceptes ser tu propia dueña.

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lunes, 4 de noviembre de 2013

SACRIFICARSE POR EL BIEN DE UN HIJO


Tenemos un hijo de 27 años que se graduó y no se ha titulado. Yo pensé que los desembolsos para con él acabarían una vez que terminara su carrera, pero ya va para dos años que no encuentra trabajo y anda con una depresión que lo tiene sin gusto por nada, dice que en vano tanto sacrificio y yo pienso igual. Nadie imagina qué tanto nos hemos sacrificado su madre y yo para que ellos tengan educación y todo lo que necesitan, y ahora nos sentimos tristes de verlo que anda tan apurado como si no fuera a haber para comer al día siguiente, y eso que todavía no tiene familia propia y nosotros lo apoyamos, no tanto como quisiéramos, pero es algo. Hemos tenido algunas desavenencias cuando pide dinero. Yo le doy y estoy seguro de que su madre le da también, porque nos da miedo que vaya a perder su autoestima, pero se enoja cuando no le alcanza, por eso me permito pedirle un consejo, se lo agradeceremos.

OPINIÓN

A los jóvenes les ha tocado una época difícil; otros de su misma edad también tienen carrera y los puestos parecen no ser suficientes; en la escuela les inculcaron que el dedicarse a algo que no es de su profesión equivale a fracasar, lo mismo si cobran baratos sus servicios. También los papás de ellos tienen expectativas que al no verlas realizadas, los angustian. Es duro para todos, pero así es el mundo en que les corresponde vivir y no se ve en el horizonte una solución satisfactoria para este problema.

Ustedes se han sacrificado de muchas maneras para que su hijo se eduque. Todavía no terminan. Ahora tendrán que hacer nuevos sacrificios para que él comprenda que ha llegado el momento en que se hará cargo de sí mismo. Los nuevos sacrificios no serán de la misma índole que hasta ahora, la vida les pide otro, distinto, posiblemente más doloroso: renunciar al ideal de que el muchacho los considere los mejores y más abnegados padres. Si hacen lo que les voy a decir, es probable que su hijo piense de ustedes que son malos padres o que ya no lo quieren, por eso digo que este sacrificio es peor que los anteriores; los papás siempre ambicionamos que nuestros hijos piensen que somos buenos y cariñosos.

Van a tener que dejar que su hijo resuelva su situación como pueda, lo cual puede significar que  acepte un trabajo menos remunerado del que esperaba, en un área que no es de su especialidad, quizá con jefes desagradables, o qué se yo. Ustedes, en lugar de intervenir para salvarlo y consolarlo, se retraen y le disminuyen la cantidad que le dan de mesada, sin hacerle reproches, inclusive si él les reclama de mal modo o se pone grosero, y buscan palabras suaves: “Hijo, estamos más viejos, ya hicimos todo lo que pudimos, ahora no podemos”, o “no nos alcanza, todavía faltan tus hermanos”, o algo por el estilo. Sentirán que les duele en el corazón que él pueda pensar que son ustedes tontos, egoístas, chochos o tantas cosas que se le pueden ocurrir. Este sacrificio no les será agradecido por su hijo durante un tiempo corto, quizás ni en uno largo; está acostumbrado a que ustedes renuncien a muchas cosas para que él disfrute de otras. Por lo tanto,  le parecerá injusto que lo traten como a un graduado de 27 años y no como a un hijo de familia que tiene derecho a que se le atienda y se le ahorren las molestias. Opino que sería muy provechoso que acudieran a psicoterapia de apoyo, para que se mantengan firmes y que la magnitud del sacrificio no los lleve a rendirse. Hay veces que amar duele, ¿no es así?

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