lunes, 30 de enero de 2012

SOY TU PADRE

Tuve un hijo con otra mujer antes de casarme con la que fue mi esposa. Su madre me lo ocultó y se fue a vivir a otra ciudad. Pasado el tiempo la encontré, ya casada, y me dijo que sí lo tuvimos, pero había muerto. Años después ella se divorció, me confesó que este hijo vivía y quería conocer a sus abuelos. A pesar de que me ocasionaba problema con mi esposa, hablé con mis padres. Recientemente me puse en contacto con él por email, pero se niega a verme y me hace severos cuestionamientos acerca de la serie de omisiones e irresponsabilidades que tuve desde un principio con su madre y con él, me insulta y me prohíbe acercarme a ellos. ¿Qué puedo hacer para recuperar este episodio de mi vida?
RESPUESTA
Tu hijo te insulta y reclama. A veces, las personas expresamos el dolor con ira. Es obvio que les hiciste mucha falta. Ahora tú desearías regresar las hojas del calendario hasta muchos años atrás, para escribir la historia de una manera distinta, pero no está en tus manos cambiarla. Lo hecho, hecho está, y las cosas son como son. Con frecuencia, el destino nos sumerge en un mar de dudas y angustias.
Han pasado muchos años de sufrimiento de los involucrados: tu hijo, la madre y tú. Dicho sufrimiento, en lugar de favorecer un encuentro amoroso, lo obstaculiza. El amor frustrado, de cualquier índole, degenera en una amplia gama de sentimientos. En el fondo sigue siendo amor, pero los “trajes” con que se disfraza lo vuelven irreconocible. Esto es aun más notable en el que un niño siente por su padre durante la infancia. Quizá tu primer paso deba ser reconocer que, por haber sufrido, no solamente llevas amor en tu corazón, y tampoco ellos.

Tu hijo está muy herido y parece decir: "No te necesito ni jamás te necesité". ¿Pensará que con agredirte nivela lo desnivelado? Quién sabe. Por lo pronto, está siendo sincero respecto a que no le gusta la historia de cómo nació y creció. Tampoco a ti. Pero nació, está vivo y ahora es padre también. Le toca trasmutar los contenidos de su corazón, a fin de que su hijo pueda recibir el amor que le corresponde, porque damos exactamente lo que somos y llevamos dentro. Tu hijo no tiene culpa, sin embargo, debe hacerse cargo. Este reto de la vida es sumamente arduo para él. ¿De qué manera puedes ayudar?

Reconociendo y trasmutando los contenidos de tu corazón. Es difícil, muchos de ellos son inconscientes. Necesitarás ayuda externa profesional. En estos casos están indicadas las Constelaciones Familiares, para ver.

Mientras decides tomar tratamiento y eliges terapeuta, quizá te sirva repetir en tu interior lo siguiente: "Lo siento. No pude estar contigo y lo lamento. Me habría gustado que las cosas fueran de otra manera. Honro mi propio destino y me someto a él. También honro el tuyo tal como es. Aquí estoy. Soy tu padre y tú eres mi hijo. Estaré aquí para ti ahora y siempre, y tú, cuando puedas hacerlo, tómame como tu padre, como yo ahora te tomo como mi hijo y respeto lo que haces y dices".

Te repito que lo dirás solamente en tu corazón, porque si se lo dijeras verbalmente ocasionarías otra confrontación y además tendrías qué cumplir el respetar y honrar lo que tu hijo siente, dice y hace, por más doloroso o incomprensible que te resultara. Es mejor acomodar primero tu corazón y darle tiempo, hasta que sea él quien te busque. Lo hará.

lunes, 23 de enero de 2012

EL DESENGAÑO

Mi terapeuta me sorprendió diciéndome que también tiene terapeuta. Dejé de asistir. ¿No se les exige que antes de ejercer acrediten su salud mental?, ¿es ético atender a pacientes, si no están bien?
RESPUESTA
Creo que la revelación de tu terapeuta desbarató la imagen que tenías de él o ella. Tal vez hubieras preferido no saberlo, o mejor, poder pensar que estabas siendo tratado por un ser especial, libre de características humanas. ¿Algo así como un héroe?, ¿un iluminado?, ¿un gurú?
Casi todos los humanos quisiéramos encontrar héroes a quienes admirar e imitar. Lo triste es que no existen, porque donde quiera que intervengan los humanos, estarán presentes las características propias de la especie, lo cual tiene un significado extremadamente amplio. La historia, con sus relatos de hechos sublimes, grandes amores, filantropía, inventos, abusos, guerras y atrocidades, nos enseña de qué material está hecha nuestra raza y cuáles acciones somos capaces de realizar. No obstante, a pesar de saberlo, las personas sentimos desilusión cada vez que volvemos a descubrir que vivimos en un planeta en desarrollo y convivimos con simples seres humanos. Eso es lo que tenemos disponible. Humanos son nuestros padres, hijos, pareja, maestros, colegas, médicos, sacerdotes, políticos, etc.; pero nos gusta idealizar, y luego ponernos tristes al descubrir que no están a la altura de lo que esperamos de ellos, porque lo ideal y lo real pocas veces se juntan. Entonces, los castigamos con nuestro desprecio. ¿Has visto con cuánta saña nos enfocamos en los escándalos? Cada escándalo es un desengaño.
En el mismo sentido, creo que también vas a necesitar destruir la imagen que tienes de la psicoterapia, si es que piensas que se asiste a ella solamente cuando uno se está mal. Es lo más común, pero no lo más exacto ni lo más deseable. El que tu terapeuta asista a
terapia, en mi opinión, sería punto a su favor, pues significaría que sigue interesado/a en su crecimiento personal -trabajo que no tiene punto final-, en lugar de presentarse ante ti con la arrogante actitud de “yo estoy bien y tú estás mal, sé lo que necesitas y tú no lo sabes, puedo hacerte un diagnóstico e indicarte cómo estarás bien”. Muy distinto es el concepto actual del servicio que presta un terapeuta a su cliente, algo así como si dijera: “Tú y yo somos seres humanos de igual dignidad, ambos con necesidades de desarrollo que nos son peculiares. Mientras esté a tu servicio, tus asuntos estarán en primer plano y pondré a tu disposición todas las teorías y herramientas que he adquirido durante mi estudio y experiencia profesionales, a fin de acompañarte y retroalimentar las decisiones que tomarás, siempre pensando en tu bienestar, pero el responsable de tu vida eres y seguirás siendo tú”.
Es bonito construirse héroes. ¿Has visto cómo gozan los niños pensando que los Santos Reyes (Santa o el Niño Dios) vienen en persona a traerles juguetes? Pero cuando la gente construye héroes o ídolos en la persona de algún ser humano, pretende obligarlo a que ya no lo sea. Se vuelve exigente, por lo tanto, susceptible a sufrir desengaños; pero cada desengaño nos acerca un poco más a la realidad.

lunes, 9 de enero de 2012

ESTADO DE GRATITUD

Tradicionalmente, Navidad y Reyes han sido fechas de obsequios. Los cristianos, contagiados de la generosidad divina, imitamos el intercambio de dones que ocurrió cuando el Padre nos dio a su Hijo y los Magos le llevaron presentes. Gozamos de la alegría del dar y el recibir. Por un lado nos desprendemos de algo nuestro para regalarlo, y por otro recibimos el amor de nuestros allegados, representado en un objeto material. Luego, mutuamente nos damos las gracias, y si nos alegramos de sentirnos amados y estar amando, experimentamos en ese momento es una felicidad completa. También puede ocurrirnos lo contrario, que el dar y recibir regalos nos resulte molesto y hasta doloroso, porque nuestra alma no está sintonizada con la fluidez del amor, y en nuestro interior, pensamos: hipócrita (el otro, yo, o ambos), nos odiamos, nos hemos hecho daño, y aquí estamos, fingiendo algo que no sentimos.
Dar, recibir y agradecer es un proceso que genera felicidad. En él, las tres cosas son necesarias. Si no diéramos, permaneceríamos aislados y con la sensación de que no somos útiles ni necesarios para los demás. Si no recibiéramos, les negaríamos a los otros la oportunidad de advertir nuestra presencia y ser generosos con ella. Si al dar y al recibir no siguiera la gratitud, se perdería el significado de ambas acciones, y tomaría su lugar la percepción de estar pagando un adeudo o creando un compromiso molesto. Entonces, la felicidad no emerge, porque el alma está ocupada en otras cosas, como la competitividad o los resentimientos.
Estas hermosas fiestas nos invitan a crear para nosotros un estado de gratitud que disuelve la ausencia de paz, por ambos ser incompatibles. Dar las gracias nos permite mirar el don, es decir, advertir su presencia, y tomarlo como tal. Todo es un don: estar vivos, tener familia, amigos, trabajo, problemas para ejercitar nuestra habilidad de resolverlos, conflictos que nos empujan a elegir, personas con ideas distintas cuya presencia nos enseña a navegar por la vida, etc., etc., etc. Tomar todos estos dones y agradecerlos, eso es la paz. Y por momentos fugaces, la felicidad.
Deseo para todos los lectores de a.m., en este nuevo año y los siguientes, el estado de gratitud, de manera que puedan reconocer un regalo en todo cuanto reciban, y en su alma se anide esa paz indestructible que emerge de la unidad de los contrarios.
“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com o al teléfono 7 63 47 28