El Periódico
a.m. va a darme oportunidad de presentar mi novela “El que se fue a la villa”
en sus instalaciones, por lo cual estoy muy agradecida. Será el próximo
miércoles 4 de marzo a las 18 hs. Si deseas asistir, confirma tu asistencia al
teléfono 763 02 77. Cupo limitado.
Los
estereotipos son imágenes mentales fijas, creencias simplificadas, que
“justifican” el atribuir determinadas características a una persona o grupo, y
tan comunes que casi nunca nos detenemos a analizar su acierto o falsedad.
Podrían citarse infinidad de ejemplos: los ingleses son puntuales, las rubias
son tontas, los gordos son simpáticos, las mujeres son sumisas, los hombres son
infieles…
Por ser
imágenes mentales, los estereotipos sólo existen en la mente y no
necesariamente reflejan la realidad; sin embargo, se apoderan de dicha mente y
motivan conductas en los individuos. Podemos compararlos con aquellos
videojuegos donde el jugador debía cumplir determinada misión o rescatar a una
princesa: mientras jugaba, toda su actividad mental estaba “atrapada” en un
universo creado por unos autores “X”, de los cuales debía adivinar las reglas,
ajustarse a ellas, avanzar por donde estaba previsto y “solucionar el acertijo”
de la manera estipulada.
Con los
estereotipos sucede lo mismo; una vez instalados, dirigen la percepción y las
acciones de la persona hacia cumplirlos. Generalmente lo logran, y cuando no es
así, la motivan a buscar información que demuestre que sí se cumplieron. Luego,
quienes comparten alguno, creen haber obtenido idénticos resultados y, por lo
tanto, comprobado que no se trataba de una imagen mental, sino de la realidad.
Ejemplo: Un hombre o una mujer creen que los hombres son infieles y las
mujeres, no. Puestos en pareja, él inconscientemente hará lo posible por ser
infiel, y ella por descubrirlo. Si no sucediera, él se sentiría un tonto y ella
se convencería de que el hombre oculta su infidelidad. Pero si fuera ella la
infiel, ambos pensarán que se trata de una mala mujer, no de la destrucción del
estereotipo.
En teoría, los
estereotipos podrían ser erradicados con la misma facilidad con que se
desinstala un video juego de una computadora; en la práctica no es así, porque
nos “enamoramos” de ellos y los ponemos en la base de la propia identidad. Otra
opción es aprovechar ese amor que necesariamente sentimos por nosotros mismos
y, mirándonos tal como somos, reconciliarnos con nuestra historia y en el corazón decir
a las contradicciones: “En mí encuentran la paz”. A la larga, se obtienen
mejores resultados reconciliando los opuestos que declarándose en guerra para
destruir a estos “enemigos”.
“Psicología”
es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o
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