Estamos en Feria y su patronato se ha esmerado en traer
excelentes espectáculos. Quiero hablar de uno en especial que -me hizo suponer-
fue creado y no sólo importado para nuestra fiesta de aniversario de la ciudad:
el que se exhibe todos los días a las 8 de la noche en el Foro del Lago de Explora, antes del show que
indica el calendario de festejos. Es un espectáculo corto y bien logrado que
atrapa la imaginación de los espectadores y les despierta emociones a través de
los sentidos. Relata cómo ocurrió la creación o formación del universo en un
texto conmovedor, salpicado de dioses y planetas, que se acompaña con pirotecnia
y tecnología de vanguardia. Hay instantes en que uno no sabe si es más bello
escuchar, mirar o dejarse arrastrar por la imaginería que se detona dentro de
la propia mente.
Mirando el espectáculo se me ocurrió que nuestro planeta
es un holograma, dentro del cual, cada uno de nosotros es un bite encendido o apagado y cuya
luminosidad se tiñe con amor, odio o terror, que brilla o no en un lugar que le
es específico, dando como resultado una imagen total que varía minuto con
minuto: si son muchos los que aman, la figura es de un color; si muchos los que
odian, de otro; si más los que tienen miedo, de otro distinto.
Cualquier cosa que suceda en uno solo de los individuos,
tiene repercusiones en la imagen total, aunque el bite en cuestión no lo perciba; su color no será el mismo si se
encuentra disfrutando de un partido de fútbol que siendo sometido en un asalto;
participando en una feria ordenada y limpia que sufriendo un incidente
desagradable. Ya un autor dijo que el batir de alas de una mariposa en un
continente, tiene repercusiones en los otros; la suma de bites de individuos contentos y en relación cordial unos con los
otros sería muy distinta a la suma de gente alterada o enfurecida.
Siendo cada uno de nosotros un bite contribuimos, lo sepamos o no, al holograma total: contribuyen
el trabajador, el empresario, el ladrón, el delincuente, el infeliz, el
dichoso, el hombre, la mujer, el niño, el viejo, etc., etc. Quizá creamos que
lo que hacemos no es importante, porque nadie lo sabe y nadie lo aplaude o lo
castiga, pero no es así; el hecho mismo de estar vivos nos ubica en posición de
cooperar, con colores sombríos o brillantes: coopera el que tira basura y el
que la levanta, el que vive triste y el alegre, el que tumba un árbol y el que
lo siembra, el que destruye y el que crea, así se trate de un cuadro que nadie
va a contemplar o un poema que nadie va a leer…
Es hermoso que en nuestra ciudad se estén multiplicando
las presentaciones de cosas bellas e impresionantes, que contemos con sitios
adecuados para ello y sea posible que se reúnan multitudes en orden, a
disfrutar cada individuo a su manera de un rato de buena diversión. Ciertamente
es un logro digno de alabanza, y si a esto se agrega la derrama económica que
debe significar, doblemente meritorio. Felicidades tanto a los organizadores de
la Feria como a los que asisten a ella, sus
bites seguramente adquirieron hermosos colores.
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