lunes, 25 de enero de 2016

LA FERIA



Estamos en Feria y su patronato se ha esmerado en traer excelentes espectáculos. Quiero hablar de uno en especial que -me hizo suponer- fue creado y no sólo importado para nuestra fiesta de aniversario de la ciudad: el que se exhibe todos los días a las 8 de la noche en el Foro  del Lago de Explora, antes del show que indica el calendario de festejos. Es un espectáculo corto y bien logrado que atrapa la imaginación de los espectadores y les despierta emociones a través de los sentidos. Relata cómo ocurrió la creación o formación del universo en un texto conmovedor, salpicado de dioses y planetas, que se acompaña con pirotecnia y tecnología de vanguardia. Hay instantes en que uno no sabe si es más bello escuchar, mirar o dejarse arrastrar por la imaginería que se detona dentro de la propia mente.
Mirando el espectáculo se me ocurrió que nuestro planeta es un holograma, dentro del cual, cada uno de nosotros es un bite encendido o apagado y cuya luminosidad se tiñe con amor, odio o terror, que brilla o no en un lugar que le es específico, dando como resultado una imagen total que varía minuto con minuto: si son muchos los que aman, la figura es de un color; si muchos los que odian, de otro; si más los que tienen miedo, de otro distinto.
Cualquier cosa que suceda en uno solo de los individuos, tiene repercusiones en la imagen total, aunque el bite en cuestión no lo perciba; su color no será el mismo si se encuentra disfrutando de un partido de fútbol que siendo sometido en un asalto; participando en una feria ordenada y limpia que sufriendo un incidente desagradable. Ya un autor dijo que el batir de alas de una mariposa en un continente, tiene repercusiones en los otros; la suma de bites de individuos contentos y en relación cordial unos con los otros sería muy distinta a la suma de gente alterada o enfurecida.
Siendo cada uno de nosotros un bite contribuimos, lo sepamos o no, al holograma total: contribuyen el trabajador, el empresario, el ladrón, el delincuente, el infeliz, el dichoso, el hombre, la mujer, el niño, el viejo, etc., etc. Quizá creamos que lo que hacemos no es importante, porque nadie lo sabe y nadie lo aplaude o lo castiga, pero no es así; el hecho mismo de estar vivos nos ubica en posición de cooperar, con colores sombríos o brillantes: coopera el que tira basura y el que la levanta, el que vive triste y el alegre, el que tumba un árbol y el que lo siembra, el que destruye y el que crea, así se trate de un cuadro que nadie va a contemplar o un poema que nadie va a leer…
Es hermoso que en nuestra ciudad se estén multiplicando las presentaciones de cosas bellas e impresionantes, que contemos con sitios adecuados para ello y sea posible que se reúnan multitudes en orden, a disfrutar cada individuo a su manera de un rato de buena diversión. Ciertamente es un logro digno de alabanza, y si a esto se agrega la derrama económica que debe significar, doblemente meritorio. Felicidades tanto a los organizadores de la Feria como a los que asisten a ella, sus bites seguramente adquirieron hermosos colores.
“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com , o en facebook.com/Pascua Constelaciones Familiares.




lunes, 18 de enero de 2016

AUTOESTIMA



¿Sueles pensar que tu autoestima mejoraría si bajaras de peso (tuvieras una novia, consiguieras un título, quedaras embarazada, metieras un gol, tuvieras dinero…)? ¿O si los otros te trataran con amor (reconocieran tu valor, te invitaran a salir, fueran más corteses…)? Generalmente es al revés: primero aprende uno a amarse a sí mismo y después cuida eficazmente su peso, consigue una pareja adecuada, mejora su desempeño y enseña a los demás a tratarle con amabilidad.
 La autoestima es un amor que se genera y crece en el propio corazón y luego, cuando alcanza cierta talla, se manifiesta y hace evidente con hechos e interacciones.
“De la abundancia del corazón habla la boca”, o en mexicano: “Lo que en la olla está, en la cuchara sale”. La persona que ha cultivado su autoestima habla palabras amables y considera a sus semejantes tan merecedores de amor como ella lo es. Con frecuencia los otros, actuando como espejos, correspondan a su amabilidad con amabilidad y al respeto con respeto, aunque esto último no sea del todo exacto, porque también se ha de encontrar con interlocutores  que no tienen cultivada su propia autoestima o guardan graves conflictos en su corazón; por lo tanto, de lo que abundan, repartirán: desprecio, desconfianza, despecho, reproches injustos, ofensas, irritación, frustraciones, envidias, etc., etc. La persona con buena autoestima los escucha y no necesita enrolarse en una pelea ni demostrarles lo mal que están, mejor los deja que vivan como han elegido y ella se dedica a cuidar su propia paz y bienestar.
Dice otro refrán que “cada oveja con su pareja” y así sucede, los similares buscan a los similares para lo similar: los boxeadores localizan a adversarios con los cuales pelear; los políticos, a interesados en la política para formar un partido o hacer lo que suponen que se hace en política; los empresarios, a otros empresarios para establecer relaciones de negocios; los creyentes, a otros que profesen su misma fe y participen de los mismos ritos; los alcohólicos, a “cuates” que quieran salir de farra… también los conflictivos y los de autoestima pobre buscan a otros conflictivos y de autoestima pobre para enzarzarse en provocaciones, broncas, dramas, peleas y tragedias que parezcan de película; y los de autoestima cultivada buscan a otros de autoestima cultivada, a quienes les importe encontrar maneras cada vez más afables y placenteras de convivir con sus semejantes, para formar amistades, pareja o familia con ellos.
Mirando el tipo de personas que elegimos para relacionarnos y el tipo de interacciones que establecemos con ellas, cada uno de nosotros puede saber mucho acerca de cuánto ha desarrollado su autoestima y si ésta va mejorando o decayendo. En Clínica Pascua estamos preparando un taller de autoestima, todavía no está abierto al público, cuando lo esté les avisaré, por si alguno de los lectores se siente interesado en cultivar la suya.
“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com , al teléfono 7 63 02 51 o en facebook.com/Pascua Constelaciones Familiares.


lunes, 11 de enero de 2016

LIBRE ALBEDRÍO



“El libre albedrío nunca se pierde, pero no siempre se usa”. Pensé escribir sobre esto mientras facilitaba la sesión del Diplomado de Constelaciones Familiares sobre las lealtades invisibles, que causan los patrones de repetición de destinos dentro de la familia. Son pautas multi-generacionales reconocibles que suceden una y otra vez en generaciones distintas, como cuando siempre los varones se van y las mujeres asumen toda la responsabilidad, o viceversa; ellas o ellos son victimizados por sus parejas; un hijo o hija emigra o es expulsado del seno familiar…
Cuando se estudia el árbol genealógico y se descubren dichas repeticiones, la sorpresa es muy grande: ver que la abuela enviudó a la misma edad en que la nieta se divorcia, hace que ésta se pregunte: “¿Acaso mi separación estaba programada?, ¿qué pasa con el libre albedrío?”. El libre albedrío nunca se pierde, pero no siempre se usa. ¿Por qué lo digo?
Aunque hace falta más investigación, todo parece apuntar a que desde antes de nacer estamos siendo programados para cumplir con determinados requerimientos de la familia, la cual nos configura para que, a manera de robots, nos comportemos de cierto modo, tengamos una clase de sentimientos, nos comprometamos con metas asignadas inconscientes que, a veces sí y a veces no, coinciden con lo que conviene y deseamos. Esto es más evidente en unos casos que en otros. Un hijo que vive para tomar venganza del asesinato de un miembro de su familia ocurrido antes que él naciera, está asumiendo sentimientos que no se corresponden con sus propias vivencias, le son “sembrados” y pueden relacionarse con el hecho de origen con cierta facilidad, pero es menos claro cuando la familia necesita un paciente psiquiátrico en el cual “descargar” los eventos traumáticos de su historia antigua, y lo “configura” para el efecto.
Generalmente molesta pensar que somos prefabricados y actuamos al estilo robot, cumpliendo con mandatos y requerimientos de la familia, la cual de manera inconsciente nos programa para el éxito o el fracaso, la salud o la enfermedad, la sociabilidad o el ostracismo. Digamos que, imaginando al grupo familiar como un auto al que le hiciera falta una llanta, cuando nace un bebé lo “configura como llanta” para que llene el hueco, y el pequeño hará de todo para pertenecer y desempeñar la función que se le asigna, aunque hacerlo signifique convertirse en “la oveja negra” o “el dolor de cabeza” que la familia necesita, tal sería su lealtad. ¡Por supuesto que también podría esforzarse y hacer sacrificios por ser un gran algo y el orgullo de la familia, si para ello fue configurado! ¿En dónde entra aquí el libre albedrío?
El libre albedrío sólo puede ser ejercido por la conciencia; el inconsciente se limita a ejecutar fielmente las programaciones recibidas. Es un servidor eficaz y exacto, pero si está programado para el fracaso, hacia el fracaso conducirá a su poseedor.
La conciencia debe ser evocada. ¿Conoce el lector cuál es la postura de su pie izquierdo mientras lee? No, pero en cuanto se le pregunta, pone atención y lo sabe. Eso es evocar la conciencia: dirigir la atención hacia algo que, de otra manera, estaría gobernado por el inconsciente. La gran mayoría de nuestro funcionamiento es inconsciente; es decir, ejecución de rutinas predeterminadas que nos evitan el esfuerzo de elegir en cada acción como si ésta fuera nueva.
La evocación de la conciencia implica ponernos atención, observarnos, conocernos, y si lo juzgamos necesario, suspender la ejecución de una rutina y crear otra nueva. Si por costumbre creemos que las cosas van a ir de malas a peores, detener la rutina del pensamiento que nos hace esperar lo malo e inventar otra nueva para cosas buenas; si nos inclinamos a entrar en relación con personas mentirosas, maltratadoras o impredecibles, suspender la rutina de la costumbre e introducir otra nueva que nos haga descubrir a personas confiables y relacionarnos con ellas, y así en diversos ámbitos. Esto es ejercer el libre albedrío: elegir, en lugar de ejecutar programaciones como los robots. El libre albedrío nunca se pierde, pero no siempre se utiliza.
“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com , o en facebook.com/Pascua Constelaciones Familiares.