lunes, 25 de marzo de 2013

LA FAMILIA ES PRIMERO


Las personas no son individuos aislados. Desde al nacer, fueron necesarios un hombre y una mujer para que cada una entrara en este mundo. Y a ese grupo pertenece: su familia. Los demás grupos llegan y se van; la familia permanece aún más allá de la muerte: no cambiamos de padre o de madre cuando éstos abandonan el planeta, ellos siempre serán nuestros padres, y nosotros sus hijos.

Somos de nuestra familia y ésta forma parte de nosotros; papá es nuestro 50% y mamá el otro 50%. Dentro de nosotros está una duplicación física y mental de ellos, combinada y en relación. No nos es dado cambiarla, sobre todo la parte física; heredamos sus rasgos y propensiones, son nuestro destino, con nuestra herencia hemos de convivir.

Es posible que nuestros padres de carne y hueso vivan en paz entre sí siempre, a veces, o nunca. Los duplicados mentales de ellos, que viven en nuestro interior y nos constituyen, tienden a continuar en nosotros el tipo de relación que los de carne y hueso establec ieron para ellos, y entonces, nosotros  nos amaremos o no con facilidad, llegaremos a acuerdos o desacuerdos con nosotros mismos, inclusive podríamos llegar a odiarnos. Tal situación es lo automático y programado que hemos recibido. Y aquí interviene la conciencia o capacidad que tenemos de darnos cuenta y poder hacer algo al respecto. Antes de adquirir dicha conciencia somos como robots inteligentes que logran poner puntos y comas, ruidos y silencios, a la ejecución preestablecida; pero una vez conscientes, podemos elegir nuestra actitud hacia lo descrito y la manera como papá y mamá mentales se comportarán en nosotros. Quizá optemos por decirles: “Papá, mamá, en mí ustedes encuentran la paz y yo he de amarlos tal como son”, o a lo mejor decidamos que la guerra debe continuar, y diremos: “Me molesta como soy”, “No me agrado”, “Nadie podrá quererme nunca”.

Lograr la reconciliación de cada persona consigo misma es un logro increíblemente bueno, y para llegar a él, es necesario que primero se reconcilie con su destino. Nuestros padres son destino. Es preciso tomarlos tal como son, dejar con ellos (de carne y hueso) sus decisiones de armonizar o pelear entre sí y abstenernos de intervenir; ésta es una manera clara y asertiva de manifestar que ya hemos nacido y somos personas nuevas y distintas, que podemos optar por otras formas de relación que no son la misma que nuestros padres eligieron. Pero esto debe ser elegido, no se da en automático. En automático tendemos a repetir los contenidos que recibimos.

Vayamos al salón de clases. Si en él se respeta esta estructura básica, los niños transforman por completo la visión que tienen de su casa paterna y de la escuela, de sus relaciones con sus maestros y con otros niños, así como con la adquisición de conocimientos. También los docentes  transforman la idea que tienen de su misión, cuando dejan de ver como mundos separados al educando y su familia, y a la escuela, ciudad y país. Sería muy deseable que la escuela ayudara a que los niños tomen y amen a sus padres tal como son, y aprendan cómo establecer su paz interior, con ellos y consigo mismos.

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martes, 19 de marzo de 2013

MIRADA SISTÉMICA EN LA EDUCACIÓN


Imaginemos a un niño hiperactivo, agresivo o con cualquier otro síntoma, que no permite al grupo estudiar en paz. Las Constelaciones Familiares han probado ser de mucha utilidad en estos casos, porque introducen la mirada sistémica para encontrar soluciones.

Sistémica no es lo mismo que sistemática; esto último significa ajustarse  a un sistema o tenor de vida establecido, cuyos principios no cambian o lo hacen con dificultad. Sistémico se refiere a un conjunto de elementos que interactúan entre sí, formando un todo en constante movimiento. Es enorme la diferencia entre una visión y la otra.

La visión sistemática opinaría sobre el niño del ejemplo: avísese a los padres, envíese al pequeño con el médico y el psicólogo para que lo mediquen o le den psicoterapia, a ver si se corrige. Si no, será expulsado de la escuela.

La visión sistémica: exploremos la relación que existe entre el niño y sus padres, éstos y la escuela; ésta y su ambiente, todos entre sí y tal vez con alguna persona o suceso que no están visibles.

¿Se oye complejo, verdad? Lo es. El mérito de las Constelaciones consiste en su método: mediante representantes permite mirar la situación completa, las interacciones, el efecto de los cambios y la sensación de orden y armonía que de ellos se desprende. Al final de una constelación en la que hubo “imagen de solución”, los consultantes saben qué les pasa y cuál es el camino que deben recorrer para solucionar el problema. No está solucionado, pero saben qué se necesita para que desemboque en éxito.

En una constelación escolar, se eligen representantes para cada uno de los elementos de la comunidad educativa. ¿Cuáles? El educando, los padres, los maestros y la institución. El consultante es, generalmente, la madre o el padre de carne y hueso, quien se encargará de brindar la información y de ver que lo que sucede enfrente corresponde a la realidad. También puede ser un maestro, el director de la escuela o el terapeuta del niño. Una vez que han sido colocados los representantes, se observa si se miran.

Unos padres que no miran al hijo, no pueden apoyarlo como necesita; habrá que ver qué los tiene absortos. Si no miran a los maestros o a la escuela, no les brindan la confianza y la colaboración que éstos requieren para que el niño esté bien y aprenda; tal vez los critican, desautorizan o les ponen obstáculos.

Si la escuela o los maestros no miran al educando, entonces su labor anda fuera de objetivo; quizá les interese más cumplir un programa, ganar prestigio, crecer económicamente o cualquier otra cosa no relacionada con la educación y el bienestar de sus alumnos. Si no miran a los padres, posiblemente los suplantan, ya sea sintiéndose los sabios, los verdaderos y principales responsables de la educación, y los critican o desautorizan, los hacen pelear con sus hijos, o inculcan en éstos conceptos o normas que entran en conflicto con los valores familiares.

En la mirada sistémica se reconoce que los papás son los verdaderos responsables de la educación de sus hijos, y deben determinar cuáles son los valores que se les inculcarán. Olvidar esto es un error que se ha cometido con frecuencia y que no educa, sólo confunde; al final quedan igualmente mal afianzados los principios de la casa y los de la escuela.

Un hijo siempre tendrá más lealtad (consciente o inconsciente) con su familia que con cualquier otro grupo; habrá que cuidar de no sembrar semillas antagónicas en su corazón, o se estarán echando los cimientos para la enfermedad mental y la desubicación social. Si la conducta de un niño resulta problemática, la familia completa debe recibir atención y acompañamiento mientras hace evolucionar sus valores. Y en ningún momento se le juzga y condena por el grado de evolución que creemos ver en ella, porque todas las familias tienen adelantos y rezagos en zonas distintas y viven lo que tienen que vivir.

“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com ,  o en facebook.com/Pascua Constelaciones Familiares.

 

 

lunes, 11 de marzo de 2013

AGRADECER LOS PECADOS


Leo cada semana su columna y la felicito por sus contenidos. También la vi en una entrevista por televisión y entendí que usted dijo que hay que agradecerle a Dios todo, también los pecados. El entrevistador  le preguntó: ¿pecados piadosos?, y usted contestó: No, me refiero a pecados verdaderos.  La verdad me es oscuro el sentido, ¿cómo una ofensa a Dios puede agradecérsele a Él mismo? Si fuera tan amable de explicar esta idea, le quedaré muy agradecido.

RESPUESTA

Gracias por tu correo, tu felicitación y tu pregunta. El concepto de agradecer algo que consideramos malo es complejo y necesitaré dar un rodeo, porque presupone varias visiones o premisas:

1) Que las personas actuamos con la intención de lograr algo bueno, aunque a veces el resultado no lo sea;

2) Que crecemos a través de retos, contrariedades y errores y son éstos los que nos proporcionan la oportunidad de dejar de ser robots programados que actúan como la educación y la cultura prescriben;

3) Que la duración de la vida humana exige encontrar la manera de vivir bien dentro de un mundo que contiene tanto el bien como el mal, ya que no nos es dado cambiarlo totalmente ni esperar otro mejor, durante el breve lapso que estamos en él;

4) Que solamente en el movimiento del Espíritu se da la reconciliación de los opuestos que llega a la unidad, y en esta unidad podemos amar a la vida tal como es y vivir en el amor.

Cada una de las visiones anteriores son complejas de por sí; sería pretencioso querer explicarlas en este corto espacio. Y bastaría con que una sola nos pareciera falsa, para que nos resultara imposible pensar en agradecer a Dios los pecados.

¿Qué estoy entendiendo por pecado? De acuerdo con las visiones expuestas, un pecado sería una acción hecha con la intención de lograr algo bueno y no lo logra, porque ocasiona daño en lugar de dar vida. ¿Cuándo se realiza esta acción? Frente a un reto, contrariedad, frustración o malestar que obliga a cuestionar si los contenidos inculcados son útiles en la realidad que se está viviendo; entonces la persona, en un acto de libre albedrío, se permite contrariarlos y actuar distinto; es decir, ejercita su libertad. Esto sucede dentro de un mundo accidentado y en perpetuo cambio; puede suceder que la elección resulte desastrosa. Quisiéramos que el mundo estuviera tan ordenado que nunca nos viéramos en tal situación de tener que elegir con riesgo a provocar un desastre; es decir, preferiríamos saber de antemano qué hacer o tener cerca a alguien que nos dirija; por esto se dice que tenemos miedo a ser libres. Subiendo al nivel del Espíritu, creemos que Éste nos dio la libertad y quiere que la ejercitemos, ¿será verdad?, ¿estará Él de acuerdo en que tomemos decisiones aun con el riesgo de equivocarnos?, ¿o pretende evitarnos el error para que siempre hagamos lo correcto?

La libertad presupone la posibilidad de cometer errores. El actuar siempre correctamente de acuerdo a un código preestablecido, sin oportunidad para equivocarse, nos convertiría en robots con la inteligencia de un programa inteligente de computación que corrige la ortografía, pone acentos y comas, pero no tiene capacidad para redactar un texto o alterar los contenidos;  o en intérpretes con o sin sentimiento de una canción ya escrita cuya letra no admite modificaciones.  Creo que ahora podemos redactar una nueva pregunta: ¿Queremos agradecer a Dios nuestra libertad, con la que a veces nos sentimos tan mal?

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lunes, 4 de marzo de 2013

DERECHOS EN FAMILIA


Estoy muy triste porque mi familia se desbarató. Yo hace tiempo que estaba consciente de que había problemas y muchas veces llegué a aconsejarles que se separaran por lo menos un tiempo, creía que era lo mejor, pero a estas alturas del partido, mi papá alcohólico y mi mamá enferma, los dos solos, visitarlos por separado y verlos tan necesitados de cuidados, me enojo de pensar que se dedicaron a destruir a toda la familia y ahora quieren que nosotros seamos amorosos con ellos y pues a mí no me sale; yo sí los visito, los regaño a veces, les doy consejos pero me fastidia verlos que siguen igual y dicen cosas que no deberían con una hija, voy con ellos por un deber, consciente de que la familia está destruida.

RESPUESTA

Estás triste. No es bonito sentirse uno triste, preferiríamos vivir alegres. Pero las cosas no resultaron como te gustaría y te aflige pensar que tu familia está destruida. Quizá quieras entender tu tristeza y encontrar la forma de aliviarla. Existen algunos hechos básicos que nos fortalecen y en ocasiones alegran, o por lo menos, ubican.

Nada puede destruir a la familia; es decir: el hijo siempre será hijo de sus padres, aunque éstos murieran, se fueran lejos e inclusive ignoraran que son los padres. Igualmente los hermanos, abuelos, tíos o primos; jamás podrán dejar de serlo. Quizá alguno de los miembros sienta que no pertenece o lo niega, pero esto sería falso, subjetivo y de sentimiento. Lo que es, es. Reconocer lo que es da plenitud.

Comprobar que dentro de nuestra familia no se da plenamente la armonía nos pone tristes, enojados o frustrados, porque todos quisiéramos que en la nuestra hubiera paz, sus miembros se sintieran unidos, vivieran juntos o se frecuentaran. A veces no es posible. Cuando mamá y papá no se ponen de acuerdo, los hijos tienden a sentirse en conflicto dentro de sí mismos. Cómo no, si cada uno de nosotros somos mitad papá y mitad mamá. Y además tenemos derecho de amarlos por igual. Contra este derecho no existe nada que pueda interponerse de verdad. Quizá uno de los progenitores exija del hijo o hija que lo acompañe a enojarse en contra del otro, y éste, por amor a ese padre o madre que ordena lo que no debe ordenar, o prohíbe lo que nunca debió prohibir, accede y da cabida en su corazón al rechazo; sin embargo, la evidencia es que tal obstrucción ocasiona dolor, tristeza y sufrimiento, porque subterráneamente prevalecen el derecho y la necesidad de amar tanto al papá como a la mamá. Toda necesidad no satisfecha ocasiona malestar a la persona.

¿Qué puedes hacer a tu favor? Sabiendo que tu familia no corre peligro de ser destruida, quizá puedas estar de acuerdo en que tus padres han hecho lo mejor que han podido, y resultó menos de lo que esperabas de ellos. “A estas alturas del partido” tal vez te harás el ánimo a aceptar que ellos nunca llenarán tus expectativas, no pueden. Por bien tuyo, puedes dejar en sus manos la responsabilidad de ser como son y tú solamente ayudarlos con sus achaques, renunciando a la expectativa de que podrías cambiarlos. No necesariamente va a agradarte lo que decidirán hacer con sus vidas, pero no tiene por qué gustarte o disgustarte, no es tu problema; déjalos que ellos solos se hagan cargo de las consecuencias de sus actos.

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