lunes, 28 de marzo de 2011

SOLEDAD EN COMPAÑIA

cuido de ti,
Soy una mamá separada hace 10 años, sola he estado sacando adelante a mis hijos, no tengo apoyo, ni económico ni moralmente, o sea, que él no está con sus hijos en momentos que al menos les pueda dar algún consejo ni nada, tengo tres hijos, el mayor es de 18 años, mi hija de 15 y el menor de 11 que tiene una discapacidad mental moderada, así que tengo que partirme en 3 y créame que es difícil, pues el más pequeño me toma mucho tiempo estar con él, al mayor solo lo veo por la noche, ya que estudia por la tarde y llega antes de las 10pm. Es más largo de contar todo lo que paso en estos momentos con mi vida y mis hijos, me siento sola, a veces siento que no puedo ni con mi vida propia. Por favor, oriénteme.
RESPUESTA
Te sientes sola. Sin embargo, soledad es lo que menos tienes, pues tres personitas están vinculadas profundamente contigo: tus hijos. En ocasiones te abruma atenderlos y te percibes exigida más allá de tus límites, mientras de ti sigue escurriendo vida que ellos necesitan y toman, a veces con agrado y conscientemente, y a veces con reticencia y de manera inconsciente. ¿Dónde está la soledad que dices? A pesar de ello, te sientes sola.
¿Qué será lo que hace sentirnos solos, aun rodeados de gente que amamos? Generalmente, el dejar abandonada a la persona más querida: nosotros mismos. Esa persona, tú, está deseosa de mimo, de reconocimiento, de compañía, de que alguien le diga “no tengas miedo, yo cuido de ti”, le compre un bocadillo, la haga descansar y recuperar las fuerzas y atestigüe: “lo estás haciendo bien”. No cualquiera puede darte lo anterior de manera eficaz, le corresponde única y exclusivamente a esa persona muy amada que eres tú misma. Mientras descuides esta relación fundamental, incluso aquello que haces, tal vez de manera heroica, pareciera que no lleva alma. Sí la lleva, es el amor con que lo haces, pero queda sepultada, como oro cubierto con el oropel de la rutina, la obligación, el cansancio o el reproche.
Quizá logres encontrarte contigo misma sin necesidad de acudir a un tratamiento, o a lo mejor no. El espejo puede ser un buen aliado. Toma a este amigo en tus manos, el espejo, y mira con amor la figura que te devuelve. Cerciórate de no criticarla ni despreciarla. Nada de: “¡Qué gorda estás, qué vieja, qué horror de cara!”. Por el contrario, mírala a los ojos y dile: “lo estás haciendo bien”. Luego, busca en tu interior cuál es tu manera favorita de decir “te amo” y dedícasela. Está hambrienta, tenle paciencia si primero llora y hasta después toma el amor que le entregas, lo mismo si no puede hacerlo porque se lo impide la falta de costumbre; en tal caso, prométele: “Voy a esperar hasta que puedas”, o “no tengas miedo, yo estoy cuidando de ti y nunca más te dejaré”. Vas a observar si tu interlocutora te cree o si le pareces poco digna de fe. También en este caso tendrías que prometer lo mismo: “Esperaré hasta que puedas y no te abandonaré”. Esto, debes hacerlo más de una vez al día. Comprenderás muchas cosas.

lunes, 21 de marzo de 2011

EL MISTERIO DE LA MUERTE

Comenzando el año se suicidó un hermano mío, su hija lo encontró muerto y llamó para avisarnos. No lloré entonces y tampoco en el funeral, yo misma estaba extrañada, solamente sentía un peso que me dificultaba el movimiento, pero ahora ando como fuera de mí, pienso día y noche en cómo se sentiría él para dar un paso así, culpo a mis padres y les digo cosas cuando los visito, que nos hicieron débiles para afrontar las crisis. También me hago daño, me encierro en el baño a darme golpes contra la pared. Lo peor es que no puedo atender a mis hijos.
RESPUESTA
El misterio de la muerte es, en sí mismo, algo que nos hiere y no podemos comprender. Duele, y muchísimo más cuando se trata de un suicidio. Enormes y contradictorios sentimientos se desencadenan, nos esforzamos por darle sentido y topamos con que es imposible, porque a los ojos humanos no lo tiene. Por el exceso de sufrimiento, este tipo de eventos pone en riesgo a los deudos; mientras más profundo es el amor por el que se fue, mayor es el peligro para el que se queda. Dices que estás en psicoterapia y está bien, pero necesitas más ayuda profesional, de varias clases:
Médica, para cuidar tu salud física y ayudar, con medicamentos y nutrición, a que tu organismo sobreviva este trance.
Psicológica. Existen especialistas llamados “Tanatólogos” que apoyan en las grandes pérdidas, para que las personas puedan reinsertarse en la vida.
Espiritual. A fin de que accedas a un nivel más amplio y puedas contemplar el suceso desde la perspectiva divina, que sabe convertir el mal en bien y acoge invariablemente a sus hijos con amor. Te recomiendo hagas una Constelación Familiar, con el propósito de mirar, armonizar e integrar esta tragedia en tu alma y en las almas de tus familias nuclear y extendida. Quizá logren aceptar el misterio como lo que es, algo que rebasa con mucho la capacidad de los cerebros humanos, pues “no nos cabe en la cabeza”, y cada vez que intentemos explicarlo o justificarlo “nos damos de topes”, como tú en el baño, ya que solamente podemos inclinarnos ante él y seguir viviendo.
Terapias alternativas. Homeopatía, flores de Back, imanes, reiki, reflexología, temascal, masajes, yoga, gimnasio, danza, meditación…
Mientras más cosas hagas a tu favor, más pronto te recuperarás de este golpe. Tienes derecho y necesidad de recuperarte. Cuidar de ti y de los tuyos también es una manera de amar a tu hermano; en cambio, seguirlo a la muerte a nadie le hace bien. Me refiero a que hay demasiadas maneras de morir en vida, muriendo a medias y viviendo a medias. Resistirse a los hechos aumenta la probabilidad de prolongar tu sufrimiento; son hechos. Suceden contrariando nuestra voluntad y nuestros deseos y nos dejan en la impotencia absoluta para cambiarlos. Quizá puedas, en tu corazón, decirle a tu hermano: “Aunque tú te vayas, yo me quedo un tiempo más, luego te alcanzaré, cuando sea mi momento. Te sigo amando.”
Te deseo a ti y a todos los de tu familia una pronta recuperación.

Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com o al teléfono 7 63 47 28

lunes, 7 de marzo de 2011

ANOREXIA, NEGARSE A TOMAR LA VIDA

Creo que mi hija es anoréxica, porque ella fue gordita desde niña, ya está delgada, pero aún sigue diciendo que está gorda, y lo peor es que no se acepta, se niega ella sola, no se quiere, y por consecuencia, no nos acepta a nosotros... son tantas cosas que contar, por ahora es sólo una parte de mi asunto. Ya no sé qué decir o hacer por ella, no entiende razones, es muy cerrada, no tiene amigos y todo le parece mal...ayúdeme por favor.
RESPUESTA
Imagino tu sufrimiento y el de tu hija, cada una intentando ver realizado su propio ideal. Tú, el de enseñarle a nutrirse, amarse y aceptarse; ella, el de sentirse aceptable por cumplir con los estándares que sus pares y los medios han puesto de moda: cuerpos cada vez más delgados. Además, no los acepta a ustedes que son su familia, su origen, lo que determina buena parte de su destino.
Los ideales son constructos mentales. Hacen que las personas los persigan con todas sus fuerzas. Son maravillosos cuando conducen a mayor plenitud, y nefastos si no. Para los padres resulta muy triste descubrir que una hija no puede tomar con agrado la vida que le dieron. Que se resiste porque en su mente existen otras cosas “más valiosas”. Que se cierra, no entiende razones y se da topes contra una pared, pues el método que utiliza no le proporciona ni le proporcionará la admiración y los amigos que quisiera. Sin embargo, insiste.
Es obvio que tanto ella como toda la familia requieren de tratamiento psicológico. Mientras se ponen de acuerdo, deciden tomarlo, eligen terapeuta y comienzan, tú y tu esposo podrían hacer algo que los prepare. Es un ejercicio que, si no funcionara, tampoco les haría mal. Se trata de lo siguiente:
En el alma (no hablado ni actuado externamente), tú y tu esposo, individualmente, se visualizan tomando a su hija en brazos, pequeña de quizá meses de edad, la acunan amorosamente contra su corazón, luego le dan a comer papilla. Pase lo que pase en su visión, insisten hasta ver que la beba come y se duerme. Una vez dormida, sin soltarla, le dicen al oído: “Yo soy tu mamá (tu papá). Estoy aquí para ti y seguiré estándolo siempre que me necesites. No me voy, me quedo. Aquí puedes encontrarme”.
A veces las almas se comunican entre ellas mejor que los cuerpos.