lunes, 19 de octubre de 2015

BRINDAR AYUDA



El papá de una amiga murió hace más de un año y ella me platica que, ya para morir, el señor dijo enfrente de todos que él había vivido lo mejor que pudo y quiso hacerlo todo bien, también con sus hijos. Entonces mi amiga sintió ganas de echarle en cara sus errores, pero se quedó con las ganas debido a que él ya estaba muy débil y el médico les había dicho que le quedaba poco tiempo. Ella siempre tuvo mala relación con su papá y ahora habla constantemente de que está arrepentida de haberse callado, que debió decírselo todo en vez de callarse.  ¿Cómo puedo ayudarla?
OPINIÓN
Te interesa ayudar a tu amiga. Imagino que la quieres, deseas lo mejor para ella y tu intención es amorosa. He de advertirte que es difícil, a veces contraproducente, querer ayudar a alguien que no lo solicita. Contraproducente para el ayudado y para el ayudador. El que recibe la ayuda a veces se molesta e incluso rompe con la relación, si el ayudador toma actitudes que lo empujen a salir de su atascamiento o le dice cosas que no desea oír. Por su parte, el ayudador puede tomar sobre sí una responsabilidad que no le corresponde, al comprometerse en solucionar un problema que no le es dado resolver. Sin embargo, siendo como somos, interacción de unos con los otros, puede pensarse que nos influimos mutuamente y sí podemos dar una mano a un ser querido, con la manera de comportarnos con él.
Lo primero que necesitarás será dar prioridad a tu amiga, a su dignidad y bienestar. Si deseas respetarla, has de tener presente que sólo ella tiene autoridad para tomar decisiones en su vida, y que una muy importante es la de elegir con qué tipo de interpretación quiere mirar su pasado: culpa,  arrepentimiento, rencor, amor o lo que sea. Sólo ella. Y que tiene derecho tanto de acertar como de equivocarse;  tomar decisiones rápidas o tardarse el tiempo que necesite para hacerlo; escuchar consejos u opiniones o cerrarse a ellos y vivir como le parezca mejor.  Expresar sinceramente un respeto como el descrito es sanador en sí, y opuesto a pensar o decir: “Es muy terca”, “no escucha”,  “se aferra a sus problemas”, “no deja ir lo que se tendría que ir”, etc., etc. Mejor algo como: “Está en su derecho al pensar, decir o hacer lo que piensa, dice o hace”. La paciencia con los procesos ajenos es una manifestación de amor difícil de lograr, pero muy efectiva.
Luego, necesitarás mucha claridad sobre ti misma y tus motivaciones para ayudarla: ¿De qué manera quisieras influir sobre ella? ¿Por cuáles motivos? ¿Para lograr qué?
En ocasiones uno quiere ayudar a otro para ayudarse a sí mismo, por ejemplo cuando un ser querido está cambiando de carácter o de actitudes y nos hace la vida pesada. Por supuesto que nos gustaría encontrar cómo hacer para que nos trate mejor, porque es feo vivir con una persona amargada.  En este caso, lo más adecuado es pedir directamente lo que uno desea: “Por favor, no me hables así, me desagrada”.  Si te fijas, para nada suena como “déjame ayudarte”.
También es ayudarse uno mismo cuando el ser querido parece disco rayado, dice lo mismo una y otra vez de manera obsesiva y quisiéramos que dejara de hacerlo, porque es muy cansado escuchar veinte veces la misma historia y peor aún si termina con: “¿Tú qué opinas?, ¿tengo razón, o estoy mal?”. Decirle cortésmente: “Ya me lo has platicado antes y nunca he querido opinar”, o “Para mí está bien lo que tú decidas, amiga, sé que estás buscando la mejor solución”. En ningún momento suena a “déjame ayudarte” y el ayudador no está tomando sobre sus espaldas la responsabilidad de hacerla que cambie.
 Mostrar, y sobre todo sentir, confianza en que la persona puede solucionar sus problemas, es una actitud sanadora en sí misma. Estar allí, junto a ella, sin juzgarla ni presionarla, también lo es. Ambas actitudes requieren una fortaleza y un amor excepcionales en el ayudador. ¿Te parece convincente?, ¿te gustaría que otras personas se portaran así contigo, si estuvieras viviendo bajo mucha presión?, ¿qué reacción crees que tendrías ante alguien que mostrara fe y confianza en tu capacidad?
“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com , o en facebook.com/Pascua Constelaciones Familiares.


lunes, 12 de octubre de 2015

UTOPÍAS



Hoy quiero escribir de utopías, esos chispazos optimistas de la imaginación,  visiones de mundos “perfectos” que en nada coinciden con la realidad,  muñecas inalcanzables que sólo en los sueños pueden ser arrulladas, anhelos de satisfacer exigencias que en el presente no pueden ser cumplidas, tributos de una corta vida a la íntima necesidad de evolución que no tendrá tiempo suficiente para verlos realizados, conciencias de la infinitud que sobrepasa los siglos y mira el futuro, horizontes a los que nunca se llega pero que marcan un rumbo.
Las utopías se gestan en las mentes inadaptadas. Son irrealizables cuando nacen; sin embargo, atraen a la humanidad como la luna a la marea, con una diferencia: ésta última nunca alcanzará al luminoso cuerpo nocturno; en cambio, muchas utopías, ayudadas por el paso de los siglos y el esfuerzo humano, se han vuelto posibles: vivir temporadas bajo el mar, viajar volando sobre las nubes, ir a la luna, comunicarse instantáneamente de un continente al otro, poseer una biblioteca en el propio celular, tener una fuente con agua caliente y fría en el cuarto de mi casa, oprimir un botón y que se abra la puerta… A algún ser humano en algún lugar se le ocurrió que lo que él pensaba podría ser posible y comenzó a pensar en cómo, sin hacer caso a quienes le decían: “Si Dios quisiera que voláramos, nos habría dado alas”, o cualquier otro argumento disuasivo.
Las utopías deben salir de la mente que las engendró. Es vital que las comunique a otras mentes que también pueden creerlas y éstas a otras que se sumen al empeño. Pronto, la idea se asemeja a las corrientes marinas cuyo impulso multiplica la velocidad con que los peces nadan.
Quien más, quién menos, todos colaboramos de alguna manera a que las utopías se vuelvan realidad, inventándolas, escuchándolas y sobre todo apoyándolas al creer en ellas. Actualmente hay muchas ya pensadas, sobre numerosos temas. Por ejemplo: Que las fronteras desaparezcan. Que las guerras desaparezcan. Que la pobreza desaparezca. Que desaparezcan los casos de abandono o de abuso de la niñez. Y tantas más.
Hay utopías que apoyamos creyendo en ellas y sintiéndonos generosos por creerlas, pero dejando que alguien más las realice o exigiéndole que lo haga. Nuestra colaboración consistiría en no estorbar y aguardar por los beneficios, como cuando pensamos: que los gobiernos borren las fronteras, que ya no peleen entre sí, que se hagan cargo de los pobres y a nosotros nos den algo: una renta, una pensión, un subsidio; que apresen a los que abandonan a sus hijos o abusan de ellos…
Pero hay utopías que no solamente las creemos sino que añadimos un compromiso y alguna actividad para concretizarlas: No puedo borrar las fronteras físicas pero sí cultivar mi aprecio sincero a todas las razas y nacionalidades. No puedo solucionar las guerras de Oriente, pero sí vivir en paz y armonía con mis semejantes cercanos. No puedo erradicar la pobreza pero sí crear puestos honorables de empleo. No puedo hacer que desaparezcan el abandono y el abuso a la niñez en general, pero sí  amar y respetar a los niños que conozco…
Cuando en esta forma activa creemos en las utopías, estamos dándoles vigor y empuje. Hoy se está decidiendo mucho de la forma en que vivirán las generaciones de los siglos venideros. Hoy también es el tiempo de inventar utopías que hagan evolucionar a la humanidad para bien.
“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com , al teléfono 7 63 02 51 o en facebook.com/Pascua Constelaciones Familiares.



lunes, 5 de octubre de 2015

LA EXPERIENCIA DEL ALMA GEMELA



¿Crees en las almas gemelas?, ¿que se encuentran y establecen relaciones que se deslizan como sobre rieles?
Tomé la idea para este artículo de un libro que un lector me hizo llegar. Muchas gracias. Lleva por título: “La experiencia del alma gemela. Una guía práctica para crear relaciones extraordinarias”, de Mali Apple y Joe Dunn. Los autores aseguran que todos somos capaces de obtener una relación perfecta de pareja y explican detalladamente cómo.  Al parecer, la obra está próxima a ser publicada.
El libro me interesó. Desglosa muchos temas prácticos y define: “el alma gemela no es alguien que satisface todas tus necesidades, sino la persona con quien estás dispuesto o dispuesta a formar una relación que sea fuente continua de amor, inspiración y alegría”. Durante 283 páginas analiza estrategias y procedimientos útiles para vivir en el amor y prolongar su duración.
Me pareció original en esta obra el relato que hace de las maneras activas y no pasivas de participar en una relación; es decir, las personas que en verdad desean vivir la experiencia del alma gemela, no esperan encontrar a ésta ya hecha y a la medida de las propias necesidades,  tampoco se esfuerzan por moldearla para que las satisfaga; al contrario, se adelantan y ofrecen al otro lo que desean para sí, como una propuesta que el otro puede aceptar o no aceptar, ya que en la base de la relación está el conservar y proteger la libertad y el bienestar individuales.
Todos sabemos que las personas hacemos lo que hacemos porque tenemos expectativas: voy al  supermercado porque espero encontrar mercancía que pueda comprar o por lo menos mirar; si la compro, espero que me sea útil o agradable o provechosa; en un restaurante espero que haya comida y también espero que sea sabrosa. Las expectativas son aquello que espero y que, de no suceder, me ocasionaría frustración y desencanto.
Es obvio que cada miembro de una pareja lleva sus propias expectativas; es decir, esperanzas acerca de cómo deberán ser o suceder las cosas, como las de: será guapa, rubia o morena, de ojos grandes o negros o azules, inteligente, cariñosa, gentil, ordenada… O más sofisticadas: deberá apoyarme siempre… consultarme al tomar decisiones que me incluyen y que no me incluyen… jamás contradecirme en público… “Las expectativas, dice este libro, pueden ser la mayor amenaza para experimentar una verdadera conexión y armonía en la relación”.  Entonces propone abandonar las expectativas, y cuando esto no nos es posible, porque las consideramos demasiado importantes, convertirlas en invitaciones, recordando que uno siempre puede rehusar una invitación. Precisamente en la posibilidad de decir que no, es donde radica la conservación de la libertad dentro del compromiso.
Me agrada que existan libros de esta índole, ojalá lo publiquen pronto.
En la columna “Psicología” hay muchas maneras de que los lectores participen: sugiriendo temas, haciendo preguntas, enviando recortes de periódicos o revistas, o como en este caso, obsequiándome un libro, que agradezco de nuevo.
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