Mi libro se llama “El que se fue a la villa”. Es una novela de costumbres y estereotipos que se niegan a morir, no obstante la amplitud de conocimientos en la época actual y la oportunidad de educación en todas las clases sociales, incluyendo las menos privilegiadas por la fortuna, pues debido al Internet, cualquiera, joven o viejo, puede optar por aprender lo que desee, sin necesidad de maestros de carne y hueso ni de programas oficiales. Y a pesar de todo, lo acostumbrado sigue teniendo su fuerza.
Mi novela narra la crisis de una familia leonesa ficticia
que vive cerca del Libramiento y el Cerro Gordo, cuyos dos hijos mayores son
albañiles, como lo fueron el padre y el abuelo. Este último, en la lucha por
mejorar su posición económica, fundó un asentamiento humano de ex campesinos
que, con el paso del tiempo y el vertiginoso crecimiento de la ciudad, quedó
rodeado de colonias ricas: la “Zona Dorada”. La trama pone en evidencia la
necesidad de cambiar y adaptarse a escenarios que no siempre son elegidos;
todos los protagonistas se ven obligados a “emigrar”, física o mentalmente, de
lo antiguo a lo nuevo; a buscar equilibrio entre resistirse y atender lo que la
realidad exige y a vivir la culpa de no poder cumplir con los parámetros que se
les habían inculcado. La crisis se agrava con una falta cometida por la esposa
del hijo mayor y la revelación de un secreto que de los padres guardaban; todo esto
hace estallar la estabilidad familiar y pone de manifiesto cuántas influencias
que proceden de la Conquista, la Colonia y lo que les siguió continúan
influyendo sobre nuestras maneras de ser y de pensar, unas veces para bien y
otras para mal.
Creo encontrar una analogía entre mi comportamiento y el
que describo en mi novela: la necesidad de insistir en una manera de actuar
porque es la acostumbrada, aunque ya existan otras más fáciles y funcionales.
Déjenme contarles: La diferencia en cuanto a trabajo para la publicación
electrónica y la de papel de un libro es enorme. En la primera, el mismo
archivo de Word donde estuve redactando se sube a amazon.com y listo, el
proceso cuesta cero pesos con cero centavos. El cliente lo encuentra en http://www.amazon.com/dp/B00M215IZM
, da un clic sobre la imagen y entonces puede leer los primeros capítulos.
Increíble. Pero yo insisto en ser de los que todavía prefieren un libro en
papel que se toque, se huela y se lleve consigo a todas partes; por lo tanto, también
lo publicaré en físico, para lo cual hay que hacer desembolsos considerables: un
diseño digital, conseguir el ISBN, que es como la placa mundial de
identificación de la obra, luego recibir un montón de ejemplares que hay que
guardar en algún sitio, distribuirlos en librerías, que también tiene costo en
fletes y un largo etcétera: resurtir, cuidar que los empleados pongan la obra a
la vista y no la dejen en bodega, canjear los ejemplares maltratados o
defectuosos... ¡No existe comparación! Pero ya dije antes que soy de los que
todavía prefieren un libro en papel para no solamente leerlo, también olerlo,
sentir su peso entre las manos, soltarlo cuidadosamente en el buró antes de
dormir y deplorar las raspaduras y dobleces de hojas que se le hacen por el uso…
¡Todo sea por la costumbre, y para que todos ustedes, los que gusten, me
acompañen a la presentación! Gracias de antemano.
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