lunes, 25 de marzo de 2019

ACOMPAÑARSE UNO MISMO


Me siento haga usted de cuenta como quien tiene en la mano una taza de café y se le cae y ve en el piso el líquido derramado que no lo puede recuperar y la taza hecha pedacitos. Tampoco   me animo a barrer los trozos y tirarlos a la basura ni a limpiar el café como si lo nuestro no hubiera existido nunca. No lo puedo creer ni hacerme el ánimo de que ella no está y que luego de tantos años encontró amor en otra parte. Por favor, qué hago.

OPINIÓN

Vivir una experiencia tan repentina y desorganizadora duele demasiado, uno queda desconcertado, con la sensación de que nada puede hacer, que todo está perdido, que aquello donde había cifrado su vida y sus esfuerzos ya no existe y no halla por dónde comenzar porque todo está roto, hasta uno mismo.

Es obvio que necesitas ayuda profesional y también que no estás listo para recibirla, ¿cómo, si te sientes desmembrado? Cuando el dolor es así de profundo nos ponemos a la defensiva como si dijéramos “que nadie se me acerque, no me vayan a lastimar”. Y entonces, ¿qué se puede hacer?

Antes de iniciar cualquier otra acción reconstructiva, digamos psicoterapia o asistencia a grupos de apoyo, te recomiendo que tomes algunas sesiones de Reiki. Éste consiste en que tú tendido en una camilla, el reikista te aplica las manos en determinados puntos que él sabe. Mientras tomas las sesiones, procura no tratar de entender cómo esa técnica puede servirte, quién la inventó o cosas parecidas, sólo centra tu atención en que una persona está dedicándote su tiempo y cuánto consuelo puedes encontrar en ello. Si te quedas dormido, no te preocupes, está bien.

Pasadas algunas sesiones, cuando puedas percibir tu cuerpo completo: éste es mi rostro, mi cuello, mis brazos, mi tronco, mis piernas... y lo percibas como un todo que trabaja en conjunto (no como una taza hecha añicos), y comiences a sentir motivación para interesarte en qué le pasa a ese cuerpo, quizá sobarlo y acariciarlo como a una criatura asustada que necesita ser consolada, entonces quizá estés listo para ocuparte de ti y conversar con alguien acerca de qué es lo mejor que puedes hacer para sentirte bien y sano. Ahora todavía no.

En ocasiones de grandes dolores lo mejor es bajar el nivel de exigencias para con uno mismo. Nada de “yo debería de poder”, “parezco un cobarde” o expresiones por el estilo que hacen más pesada la carga de la experiencia. Soltarse y dejarse ayudar en la medida que uno puede recibir la ayuda, sin forzarnos ni atosigarnos con teorías o ideales, hace que poco a poco emerjan nuestros recursos naturales y se pongan a nuestro servicio. Pero no hay que tener prisa. Las prisas son exigencias. Ve despacio, con cuidado, con cariñito, acompañando el proceso que estás viviendo como si tú fueras un testigo y no el protagonista, confiando en el proceso de la vida y en la capacidad del cuerpo de autorreparar sus heridas también cuando son emocionales.

“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com

lunes, 11 de marzo de 2019

UNA LUNA DE MIEL


Recibí una respuesta mayor de lo usual de mi artículo “Mujer” de la semana pasada en diferentes sentidos. Lectoras me llamaron para decir que les gustó y se sintieron felices de su feminidad, y otros me hicieron llegar artículos recordándome que el Día de la Mujer no es un festejo creado para honrar a lo femenino, sino una conmemoración de las luchas que  las mujeres hemos tenido que librar y las que nos faltan. Gracias a todos, es muy agradable que se establezca un diálogo.

Me llamó mucho la atención el hecho de que, aunque el tema era la mujer, la mayoría de los comentarios mencionaban el tema político actual de México, a López Obrador y la motivación al cambio que existe en toda la gente. ¿Por qué no ha escrito sobre esto?, me preguntaban.

Los fenómenos poco acostumbrados que se están dando en nuestro país sí merecen ser mencionados, especialmente la urgencia de vivir bien, de que haya un orden y se solucionen la corrupción y la inseguridad, problemas que en mi opinión son uno solo: robar en lugar de producir la propia riqueza. Y la gente vuelve sus ojos hacia López Obrador en espera de que él sea el sujeto adecuado que encuentre y aplique las medidas que repararán esta situación. 

Lo anterior me hace pensar en una luna de miel. Ya cada uno eligió al otro como pareja, desea con todo el corazón haber elegido correctamente y está en la mejor disposición de hacer que ambos funcionen como equipo. Durante un tiempo, corto o largo según el caso, los dos siguen mirando precioso y dedicado al elegido, de manera que sus esperanzas crecen. En este sentido, es digna de mención la capacidad de López Obrador para mantener a la gente motivada y convencida de que él sí está trabajando y haciendo algo y los problemas van a tener solución.

Lo anterior no es poca cosa. Con sus charlas “mañaneras” le hace sentir al pueblo que está cerca, que sigue en pie de lucha y que hay esperanza. Esta es una gran novedad en política y la misma estrategia que lo llevó al poder, pues durante 18 años recorrió toda la república dándole la mano a la gente, que lo sentía cercano y conocido. Sin embargo, igual que en el caso de los lunamieleros, el buen trato y las palabras lindas no bastarán, va a ser necesaria la colaboración de ambos para que la pareja funcione. Si uno está esperándolo todo del otro y pensando “hazme feliz”, de seguro van a fracasar.

Esperar de López Obrador y de su equipo, o de cualquier gobierno, que solucione solo los problemas de corrupción e inseguridad o cualquier otro es demasiado pedir, nos ubicaría en una actitud receptiva y de exigencia que pronto o tarde la realidad desmentirá. Nuestra riqueza personal no puede ser dada ni robada, sino producida. Hacerse cargo cada uno de su propio bienestar sin perjudicar a nadie es la mejor receta para convivir bien y en armonía, y lo opuesto a la corrupción. 

Repartir la riqueza existente en subsidios y pensiones puede alentar la esperanza de la gente, pero dudo que solucionará los mencionados problemas de corrupción e inseguridad: la única diferencia entre una riqueza no producida y dada con una robada, es el permiso de recibirla que la hace legítima; pero en ambos casos hay un desequilibrio entre el dar y el tomar. El equilibrio consiste en “te doy un bien o un servicio a cambio del bien o del servicio que tú me das”. Lo distinto a este intercambio, lo considero injusticia.

“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com 





martes, 5 de marzo de 2019

POR EL DÍA DE LA MUJER



Hombres y mujeres de hoy, por igual, cultivan cualidades que antiguamente eran consideradas sólo masculinas, como el arrojo, la conquista, la defensa, el combate, los negocios o la política, pero en la mitad del género humano llamado mujer, hay características especiales que nunca las abandonarán.
Ella es seno, concavidad, centro, alma. Lo más importante de la mujer no se ve, ocurre en su interior. En lo oculto acoge, sostiene y da forma a la vida. Si el hombre es sembrador, la mujer es tierra que cuida y hace crecer la semilla, cueva, misterio que se abre a quien la aprecia.
Mujer, caricia, abrazo, entrega, atracción, vínculo, hilo que impide a la cometa perderse, amarrándola. Quien vive suelto añora un lazo que lo sujete. La mujer establece un cautiverio que proviene del corazón, no de la guerra. El bebé busca a su madre, está ligado a ella. El hombre a la amiga, amante o confidente que lo hace sentir con los pies en la tierra. Donde hay mujer hay hogar, domicilio, racimo, cohesión, grupo, parloteo, intercambio. También un rencor vivo cuando se siente despreciada o ultrajada.
Mujer, inmanencia, acción que se inicia, desarrolla y tiene efectos en el propio ser. Pivote de encuentro entre cielo y tierra. Pensamiento y fantasía que vuelan y cuyo reloj lunar obliga a recordar la materia, la carne y la sangre. Tránsito continuado entre lo sublime y lo ordinario. Cuerpo que despierta el deseo y puede conducirlo a insospechadas alturas. Materialidad cotidiana que mediante cosas prosaicas como el alimento, la ropa, la higiene o el calor en invierno, practica y contagia el amor, la fraternidad y el cuidado de los unos por los otros.
Mujer, colibrí de colores que adorna su plumaje y su figura porque necesita ser notada y vista. Desde niña es presencia, movimiento, palabra, alegría, cohesión, racimo -no tropa- y centro de sí misma que pide al otro: ve, crece, vuela, conquista... luego vuelve y muéstrame lo que hiciste. Lo miraré con orgullo y eso será tu premio.