Hace dos semanas tuve que renunciar a mi trabajo por
problemas y caí en depresión, estoy muy desanimada. Necesito trabajar con
urgencia pero no tengo ánimos porque ya me pasó antes que me despidan así, no
sé por qué siempre caigo con alguien que me quiere poner la bota en el cuello y
salgo perdiendo. Como no sé defenderme, renuncio antes que me digan que estoy
despedida. Qué debería hacer, esto no puede volverse a repetir.
OPINIÓN
Entiendo que estás deprimida y desanimada, situación que
no ayuda cuando una necesita con urgencia ponerse a trabajar.
Es triste sentir que una parte de nosotros comprende la
necesidad de acometer una tarea, y otra parte nos jala hacia la huida. Estas
divisiones internas duelen demasiado.
Imagino que prefieres que no se repita tanto dolor; te
gustaría estar unificada dentro de ti misma. Tampoco quieres volver a
encontrarte en la situación de ser molestada y sentir que eres incapaz de
defenderte, ni conseguir otro trabajo donde sin remedio alguien “te pondrá la
bota en el cuello”. Nadie quiere vivir eso, no para toda su vida.
Si en verdad estás cansada de que todas las veces te
suceda lo mismo, pero de verdad cansada, no algo cansada y pensando que tal vez
deberías aguantar un poco, sino super cansada, cansadísima y decidida a que
jamás te volverá a pasar, entonces podrás echar mano de la fuerza secreta de la
depresión para decir: ¡Basta!
La fuerza de la depresión es enorme. Es una fuerza que
puede llevarnos a la muerte, o a la vida, dependiendo cómo la usemos. Mal usada
hace que la persona se refugie en el rol de víctima y piense: “Yo no tengo la
culpa. Todos tienen la culpa menos yo. Hacen cosas malas que me duelen, y nada
puedo hacer”. Bien usada, la fuerza de la depresión nos hace decir: “Yo también
juego. Tomo mi parte de responsabilidad y a los demás les dejo sólo su parte”.
El “yo también juego” implica mirar hacia todos lados y
hacer cosas que nos hagan ganar. Hacia todos lados, no sólo hacia adentro, pero
también hacia adentro. Es comprender cómo utilizaste tus pensamientos, tus acciones, tus palabras, tus miradas, tus
silencios… para seducir a los “ponedores de patas en el cuello” a localizarte y
vencerte, y cómo deberás utilizar estos mismos recursos en el futuro para
mantener a raya y lejos de ti a los abusivos. En el futbol, si un jugador
entrega el balón al adversario, éste trata de meter gol, y si el jugador no
quería entregarlo, sino que se lo quitaron en el juego, le toca entrenar duro y
aprender a defenderlo; pero lo peor que podría hacer es llorar en la orilla de
la cancha y decir: “Es que siempre me lo quita y me lo quita”.
La fuerza de la depresión tiene otra característica: se
dirige hacia uno mismo. Nos castiga. Nos modifica. Destruye. Destruye a veces lo que debe ser
destruido y a veces hasta la vida. Aquí debe intervenir la inteligencia por dos
motivos: uno, para apuntar ese poderoso “laser” a objetivos internos
convenientes (destruir pensamientos nocivos, timideces, complejos, juicios
erróneos, malos hábitos); y dos, tomar una parte del rayo destructor y
dirigirlo hacia afuera, a lo exterior, y capacitarnos para modificar lo que
puede ser modificado.
Lo primero que necesitas es reconocer que posees un
poderoso rayo destructor y lo puedes dirigir hacia donde tú quieras (hacerte
bien o hacerte mal), y en este momento está doblemente activado. Y de ninguna
manera puedes pensar “yo no tengo la culpa”, porque el rayo también puede
acabar contigo, si no lo diriges. Busca ayuda profesional.
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