lunes, 28 de septiembre de 2015

LA FUERZA DE LA DEPRESIÓN



Hace dos semanas tuve que renunciar a mi trabajo por problemas y caí en depresión, estoy muy desanimada. Necesito trabajar con urgencia pero no tengo ánimos porque ya me pasó antes que me despidan así, no sé por qué siempre caigo con alguien que me quiere poner la bota en el cuello y salgo perdiendo. Como no sé defenderme, renuncio antes que me digan que estoy despedida. Qué debería hacer, esto no puede volverse a repetir.
OPINIÓN
Entiendo que estás deprimida y desanimada, situación que no ayuda cuando una necesita con urgencia ponerse a trabajar.
Es triste sentir que una parte de nosotros comprende la necesidad de acometer una tarea, y otra parte nos jala hacia la huida. Estas divisiones internas duelen demasiado.
Imagino que prefieres que no se repita tanto dolor; te gustaría estar unificada dentro de ti misma. Tampoco quieres volver a encontrarte en la situación de ser molestada y sentir que eres incapaz de defenderte, ni conseguir otro trabajo donde sin remedio alguien “te pondrá la bota en el cuello”. Nadie quiere vivir eso, no para toda su vida.
Si en verdad estás cansada de que todas las veces te suceda lo mismo, pero de verdad cansada, no algo cansada y pensando que tal vez deberías aguantar un poco, sino super cansada, cansadísima y decidida a que jamás te volverá a pasar, entonces podrás echar mano de la fuerza secreta de la depresión para decir: ¡Basta!
La fuerza de la depresión es enorme. Es una fuerza que puede llevarnos a la muerte, o a la vida, dependiendo cómo la usemos. Mal usada hace que la persona se refugie en el rol de víctima y piense: “Yo no tengo la culpa. Todos tienen la culpa menos yo. Hacen cosas malas que me duelen, y nada puedo hacer”. Bien usada, la fuerza de la depresión nos hace decir: “Yo también juego. Tomo mi parte de responsabilidad y a los demás les dejo sólo su parte”.
El “yo también juego” implica mirar hacia todos lados y hacer cosas que nos hagan ganar. Hacia todos lados, no sólo hacia adentro, pero también hacia adentro. Es comprender cómo utilizaste tus pensamientos,  tus acciones, tus palabras, tus miradas, tus silencios… para seducir a los “ponedores de patas en el cuello” a localizarte y vencerte, y cómo deberás utilizar estos mismos recursos en el futuro para mantener a raya y lejos de ti a los abusivos. En el futbol, si un jugador entrega el balón al adversario, éste trata de meter gol, y si el jugador no quería entregarlo, sino que se lo quitaron en el juego, le toca entrenar duro y aprender a defenderlo; pero lo peor que podría hacer es llorar en la orilla de la cancha y decir: “Es que siempre me lo quita y me lo quita”.
La fuerza de la depresión tiene otra característica: se dirige hacia uno mismo. Nos castiga. Nos modifica.  Destruye. Destruye a veces lo que debe ser destruido y a veces hasta la vida. Aquí debe intervenir la inteligencia por dos motivos: uno, para apuntar ese poderoso “laser” a objetivos internos convenientes (destruir pensamientos nocivos, timideces, complejos, juicios erróneos, malos hábitos); y dos, tomar una parte del rayo destructor y dirigirlo hacia afuera, a lo exterior, y capacitarnos para modificar lo que puede ser modificado.
Lo primero que necesitas es reconocer que posees un poderoso rayo destructor y lo puedes dirigir hacia donde tú quieras (hacerte bien o hacerte mal), y en este momento está doblemente activado. Y de ninguna manera puedes pensar “yo no tengo la culpa”, porque el rayo también puede acabar contigo, si no lo diriges. Busca ayuda profesional.
“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com , al teléfono 7 63 02 51 o en facebook.com/Pascua Constelaciones Familiares.





lunes, 21 de septiembre de 2015

CONFUSIÓN DE SENTIMIENTOS



Hay un chico al que quiero mucho y su presencia me hace bien. Por mala suerte, o él se enamoró o cree que yo estoy enamorada de él, y no es así. Qué puedo hacer para no perderlo como amigo porque lo aprecio, pero cada vez que insiste en que seamos “algo más” me fastidio, he sido tosca y a veces siento que me cae mal,  mas sin embargo no puedo olvidar lo buenos amigos que hemos sido y me da exagerada tristeza perderlo. ¿Qué se hace en estos casos?
OPINIÓN
Es triste perder a un amigo y tú quisieras conservarlo como tal. También es desagradable recibir un amor que no podemos tomar y corresponder. ¿Qué crees tú que duela más, amar a alguien que no puede amarnos de la manera que deseamos, a que nos ame alguien a quien no podemos amar como espera o necesita? Ambas situaciones duelen mucho y en alguna ocasión tendremos que vivirlas, porque forman parte de la vida y del desarrollo afectivo. 
¿Qué puedes hacer para no perderlo como amigo? Primero, tener muy claro cómo es el amor de amigos. Tú sabes que el amor es uno y tiene diversas manifestaciones: amor a uno mismo, a los padres, a los hermanos, a los amigos, a la pareja, a los hijos, a la humanidad, a la Naturaleza, a Dios, a cosas materiales e inmateriales como un auto, una casa, el dinero, el poder, etc., etc. Y en cada situación se expresa de manera distinta. Por ejemplo, entre padres e hijos y entre hermanos puede haber besos, abrazos, determinada cercanía física y palabras bonitas que bien podrían considerarse piropos o cumplidos, pero nunca relaciones sexuales ni caricias íntimas. En aquellos desafortunados casos en que éstas se dan, existe una grave confusión de sentimientos.
El amor entre hermanos y amigos tiene muchas similitudes y una gran diferencia: no existe el lazo de la sangre. ¿Puede darse amistad entre un hombre y una mujer? Por supuesto que sí. Quienes afirman lo contrario olvidan que primero se dio en casa, entre hermanos y hermanas, primos, otros parientes, vecinos y conocidos. ¿Verdad que, aun sintiendo simpatía y afecto, no necesariamente se lanzaron a la conquista erótica de cualquiera del sexo opuesto con quien simpatizaron? Y si por desgracia ocurrió, hubo confusión de sentimientos.
Los amigos y hermanos también  pueden recibir confidencias acerca de las parejas de sus amigos y hermanos y no tratan de desbaratarlas, a no ser que haya confusión de sentimientos, como en la película “La novia de mi mejor amigo”.
La confusión de sentimientos siempre ocasiona problemas, puesto que emite mensajes con más de un significado y que el receptor puede interpretar de más de una manera. Distinguir y clarificar sentimientos y mensajes requiere la intervención de la inteligencia, y si no se logra ¡embrollo seguro! Un hombre o una mujer que confunde las manifestaciones del amor paternal y las del conyugal, seguramente esperará que su pareja le tenga consideraciones como a un hijo o hija o viceversa, como a un padre o una madre, y a la hora de tener relaciones íntimas forzosamente ha de sentirse muy mal e incluso tratará de evitarlas. Un amigo o amiga que confunde el amor de amigos con el de pareja siente que puede tener muchas parejas sin experimentar remordimientos y sin comprometerse en exclusividad con ninguna. Sucede con frecuencia, incluso hay un vocablo nuevo, “amigovio”, que parece dar legitimidad a este tipo de confusión, o al menos la expresa.
Te toca ser muy clara y asertiva. Muchas personas aceptan situaciones confusas por temor a herir los sentimientos del otro, pero se hieren a sí mismas. Les sucede a hombres y mujeres: emprenden una relación por el hecho de ser elegidos, sin tomar en cuenta el propio corazón. ¿Verdad que la vida presenta a veces retos complicados? Que lo que decidas sea para tu felicidad.
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lunes, 14 de septiembre de 2015

LA SABIDURÍA



Si a un avión bimotor le fallara uno de sus motores, estaría en aprietos; no necesariamente caerá a tierra, pero su vuelo distará de ser óptimo. En los humanos, cuando los dos grandes motores que poseemos, razón y afectividad, trabajan al unísono y en armonía a favor de la vida, tenemos sabiduría, lo cual es poco frecuente; más común es que entre ambos haya algo de guerra.
Por separado, cada uno de estos motores o fuentes de información son maravillosos… e incompletos, necesitan del otro. Tener “cabeza fría” y “corazón duro”, o “ser puro corazón”, “impulsivo” y “muy sentido”, son resultados de que uno de los dos reinos, el intelectual o el afectivo, domina al otro, lo desdeña o trata de inutilizarlo, aunque jamás lo logre de manera total, porque están hechos para colaborar.
La razón o inteligencia, facultad que nos permite recabar y procesar datos, resolver problemas, adaptarnos al mundo o hacerlo que se adapte a nosotros, tiene también un lado oscuro: si desatiende la información del sentimiento, puede conducirnos a un estado de intelectualización que guarde poco o nulo contacto con la realidad, aunque parezca tenerlo. Como cuando escuchamos discursos de quienes afirman que la tierra está sobrecargada de población y sería bueno que desaparecieran los “excedentes” que merman la calidad de vida de los demás, por ser excesivamente pobres, minusválidos, violentos, criminales, y la lista puede prolongarse. O vemos las acciones de los que sólo desean triunfar, tener éxito, ser famosos, volverse ricos u ostentar poder: su inteligencia se enfoca en lograr dichos propósitos y para esto, con frecuencia caminan sobre cadáveres y destrozan a otros seres humanos que se interponen en su trayectoria. El mundo está lleno de ejemplos en los que se ocasiona un grave daño mientras se argumenta: “No es nada personal”, “debía salvar al partido (la fe, la patria, la corona, la honra familiar, las buenas costumbres, mi futuro…)”.
El reino afectivo, por su parte, está constituido por reacciones fisiológicas ante estímulos externos e internos. Van de “me gusta” a “no me gusta”. Se manifiestan como emociones, sentimientos o simples impulsos.  Por la afectividad nos mantenemos en contacto directo con nosotros mismos, nuestros semejantes y el mundo, ya sea percibiéndolos como un agradable todo al que pertenecemos, o como un odioso estado de cosas que detestamos. Innumerables matices intermedios pueden caber entre estos dos extremos. La emocionalidad también tiene su lado oscuro: sin el auxilio de la inteligencia puede llevarnos a decisiones estúpidas, que conducen al fracaso o a la muerte. No es raro que adolescentes se lancen a engendrar un hijo para el cual no tienen un mínimo qué ofrecer de material o afectivo; deportistas extremos que terminan en sillas de ruedas; individuos que se niegan a trabajar y ser productivos porque detestan que alguien los mande; alcohólicos y drogadictos que siguen en la adicción porque “les gusta”; herederos que despilfarran lo recibido por el solo placer de gastarlo; hombres y mujeres que renuncian a lo que mucho trabajo les costó obtener para seguir a un amor imposible; y tantos más.
La sabiduría no se adquiere, se practica constantemente hasta que se vuelve definición de la propia personalidad, o no se practica e inteligencia y afecto van alejándose entre sí hasta volvernos personas estereotipadas o impulsivas. Siempre es momento oportuno para comenzar a practicarla.
                         
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