lunes, 4 de mayo de 2015

NUNCA AMÉ A MI PADRE


Leí en alguno de sus artículos que un niño ama incondicionalmente a su papá y mamá. A mí me gustaría haber sentido afecto por mi padre, pero que yo recuerde, jamás en toda mi vida tuve un sentimiento afectuoso hacia él. ¿Tiene esto algún significado?

OPINIÓN

Cuando se está elaborando una historia clínica,  los faltantes son información. ¿Qué falta aquí? Digamos que la persona cuenta con detalle sus peripecias de relación en la familia, escuela y trabajo y omite lo referente a sus experiencias sexuales; lo que omite es pista de en dónde se encuentra el nudo del problema. Igual si describiera que jamás se ha enojado, mentido, robado… la pregunta sería: ¿qué sucedió para ocasionar que esta persona no pueda utilizar su agresividad, o su inventiva, o no sienta motivación para al menos envidiar lo que poseen otros? ¿En verdad nunca sucedió, o sólo expulsó de su conciencia el recuerdo?, ¿acaso le parece insoportable?

Observemos unos momentos lo que suele suceder cuando un bebé nace. Necesita con urgencia a sus padres, pues sin ellos moriría. Dicha necesidad constituye un amor invencible, amor infantil. Cierto que en un principio parece bastarle su mamá, pero siempre sorprende que niños y niñas manifiesten algún tipo de reacciones emocionales hacia papá. Freud consideró a este conjunto de emociones la base del Complejo de Edipo, según el cual, afirmaba, el pequeño o pequeña percibe al padre como un intruso que puede quitarle a mamá y contra el cual debe rivalizar, si quiere conservar a ésta.  A veces sucede incluso cuando los hijos ya han crecido; forman un bloque con la madre para despreciar o expulsar al padre de la familia, o de sus corazones.

Mucho ha avanzado la Psicología en sus estudios, y aunque se le han dado significados distintos a la dinámica del Complejo de Edipo,  no se ha descartado ésta como base o patrón de la manera en que el bebé desarrollará su vida afectiva e identidad en el futuro. ¿El varoncito permanecerá en el “bando” de la madre, o se identificará con el padre pensando “nosotros somos hombres”?, ¿la niña se quedará fusionada con la madre, o rivalizará con ella para seducir al padre a ser mirada por él y que la considere “mejor que mamá”?, ¿y después reconocerá al padre como lo distinto para regresar e identificarse con mamá y pensar “nosotras somos mujeres”?

Teóricamente, la falta de sentimientos afectuosos hacia el padre estaría denotando que el amor se quedó en mamá y nunca se hizo el intento de “salir hacia lo distinto”, lo masculino, representado por el padre. ¿Por qué sucedió? Habría que investigarlo. ¿Aquella bebé asumió los resentimientos de mamá como propios, e intuitivamente sintió que “no debía” mirar a papá?, ¿o que si lo miraba, “debía” hacerlo con sentimientos no amorosos? ¿Tuvo esa bebé posteriormente oportunidad para disentir y actuar de manera distinta, o tenía miedo de perder también a mamá, si lo hacía?

Muchos problemas afectivos de la vida adulta se gestan durante los primeros tres años de vida. Serán olvidados, es decir, expulsados de la conciencia y vueltos inconscientes, pero fungirán como patrones o modelos en todo tipo de interacciones de la persona consigo misma, los demás y la pareja.

Por lo pronto, tú estás consciente de que en una edad muy temprana expulsaste a papá y lo masculino de tu corazón. Es una información importante. Pienso que una Constelación Familiar sobre este tema te permitiría ver muchas cosas y tal vez elegir qué deseas hacer con lo que veas.

“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com , o en facebook.com/Pascua Constelaciones Familiares.