En caso de abuso ¿cómo se puede apoyar a la víctima y a
su familia? Ella tiene 9 años y él 20, es un vecino amigo de la familia. La
mamá, que es amiga mía, los descubrió y posiblemente evitó algo más grave, al
muchacho lo corrió de su casa, a la niña la golpeó y la tiene castigada sin
salir. La mamá dice que cada vez que se acuerda le da tanto coraje y
desesperación que no sabe de qué es capaz. Todavía no se lo ha contado al papá,
piensa que él se va a enojar todavía más y quién sabe qué vaya a hacer. Escuchándola
se me contagió su angustia. ¿Puedo ayudar?, ¿cómo?
OPINIÓN
Generalmente, a una madre le duelen más los eventos de
sus hijos que los de ella misma. Es posible que para tu amiga éste haya sido un
suceso traumático; es decir, que rebasa, al menos temporalmente, su capacidad
para permanecer entera, dueña de sí misma y tomando decisiones eficaces. Sin
embargo, sigue siendo la madre; a ella y al padre corresponde proteger a la
hija, y no podrán hacerlo adecuadamente si se encuentran alterados.
Tú deseas ayudar y refieres que se te contagió la
angustia de la madre. Esa angustia no ayuda; también tú necesitas estar
“cuerda” y distinguir con claridad cuál es el objetivo a seguir: encontrar cómo
la niña puede permanecer sana. Y cómo la familia puede seguir funcionando como
familia sana, digna, amorosa y protectora, a pesar de lo ocurrido. Dicho en
otras palabras, si este evento es un trauma, se asemeja a sufrir un accidente
del que se sale malherido, y lo que sigue es comenzar la curación y luego la
rehabilitación, de manera que el o los accidentados vuelvan a estar lo más
sanos posible, de preferencia como antes del accidente. Éste sería el objetivo
para todos.
El método: De antemano te digo que se necesita ayuda
profesional, esto no debe ser pasado por alto. Mientras tanto, y aquí puedes
ayudar, tú y cada uno de los miembros de la familia deben saber con exactitud
dónde tienen puesta su mirada y con cuál actitud, amorosa o justiciera. La
actitud amorosa acoge, acepta, arropa y busca preservar el bien, cualquier
cantidad de bien que se pueda salvar; en cambio, la justiciera rechaza, condena
y se enfoca en aislar y destruir el mal. Cualquiera de estas dos actitudes
pueden ser aplicadas a la víctima, y los resultados serían diametralmente
opuestos: con la amorosa, la niña puede asimilar y superar la experiencia
vivida, y en el futuro ser una mujer sana; con la justiciera va a sentirse
culpable, marcada, estropeada, víctima… y en el futuro ser una mujer
avergonzada y resentida.
Tú puedes ayudar, si logras lo siguiente: 1) escuchar a
la madre sin perder tu serenidad, sin engancharte en su angustia, sin dejarte
dominar por la curiosidad, y sin que disminuya tu aprecio y respeto por todos
los miembros de la familia. 2) Recordar continuamente, en tu interior y
exterior, que los padres de la niña son los encargados de ella y su bienestar.
Por ejemplo, responder sin dar consejos: “Comprendo, te duele, eres su madre y
ella siempre será tu hija. Tu amor te hará encontrar la mejor manera de
ayudarla”. 3) Insistir en que busquen ayuda profesional, pero si no te hicieran
caso, ser capaz de retirarte y no intentar nada; la responsabilidad pertenece
exclusivamente a los padres, y los “agregados” tarde o temprano cometen alguna
equivocación.
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