lunes, 18 de junio de 2012

SÉ TÚ MISMA

Escucho con frecuencia la frase: “Sé tú misma”, y también: “cambia y sé otra persona mejor”, para mí se contradicen. Si por favor hablara algo sobre esto. Gracias.

RESPUESTA

Ser tú misma significa tomarte a ti y a tus circunstancias como referencia, en lugar de vivir pendiente de las opiniones ajenas acerca de cómo deberías ser. Es no sólo aceptarte, sino amarte, con defectos y virtudes, parecido a mirarte en el espejo con simpatía y luego ir al salón de belleza a mejorar tu imagen o aplicarte en alguna actividad que haga fecundos tus recursos. Serías la misma persona, tú, pero cultivada.

Tú, como cada otra persona, eres única, puesto que es imposible que se repita la totalidad de circunstancias que conforman a cada una y las hacen ser lo que son. Mencionaré sólo algunas básicas, que no cambian:

1.   El cuerpo que te tocó habitar. Si bien tú no eres solamente cuerpo, él es tu herramienta para estar aquí. Es el tuyo. Ser tú misma es tomarlo tal como es, amarlo y utilizarlo, también si te hubiera tocado en suerte uno que duele, está contrahecho o tiene alguna discapacidad. Ser tú misma es tratarlo con gentileza, siempre, y decirle que lo amas.

2.   La fecha de tu nacimiento. Ser tú misma es vivir de acuerdo con tu edad. No serías tú misma si teniendo veinticinco años te comportaras como de ocho o sesenta, ni si dijeras: debí haber nacido en otro siglo y no en éste. Tampoco serías tú misma si en cada cumpleaños cayeras en depresión, en lugar de festejar que sigues con vida. Quitarte o agregarte edad es como confesar: me amaría un poco más si tuviera los años que digo, no los que tengo.

3.   Los padres de quienes naciste. Cada uno de ellos aportó el 50% de tu herencia biopsicosocial. De la misma manera que se toma al cuerpo con amor, tal como es, todas tus herencias necesitan ser amadas. Cuando eres tú misma las aceptas en su totalidad, puesto que te constituyen y conforman, y las tomas de la misma manera como se toma una estafeta y se corre con ella para llevarla lo más adelante que se puede y luego se entrega, a la siguiente generación.

4.   El lugar donde naciste. Señala a cuál cultura perteneces. Ser tú misma consiste en tomar tu época como tuya y tus pensamientos de origen social como tu responsabilidad. Sabemos que no todo lo que nos inculcaron merece sobrevivir; sin embargo, a la hora de seleccionar los pensamientos que se quedan y los que se van, solamente tú estás a cargo. Ser tú misma te permitirá juzgar si una creencia o costumbre te beneficia a ti y a los tuyos, o si debes renunciar a ella aun si te duele soltarla, o si hacerlo atrae críticas o sospechas sobre ti. Y siempre lo harás con amor, sin reprocharle nada, porque nadie puede saber si uno de los motivos para que nacieras fue que tú rompieras algún paradigma, en beneficio de no sabemos quiénes.

5.   Los hechos que has vivido y los que te faltan por vivir. Tú eres también tu historia. Ninguno de los episodios en que has participado merece la exclusión. Ser tú misma consiste en tomar tu biografía completa como un proceso en el cual te has esculpido día con día, cuyo resultado es lo que eres hoy y mañana cambiará, porque habrás dado unos cincelazos más.








lunes, 11 de junio de 2012

DOLOR POR AMOR


Tengo 42 años. Cuando éramos niños, mi hermano menor y yo nos acercamos sin permiso a una máquina que le atrapó un brazo y lo perdió, yo trataba de jalarlo, pero no pude, grité hasta que los grandes vinieron a apagar la máquina y fue muy terrible. Recientemente murió este hermano y yo me siento igual que cuando éramos chicos, por más que trato de tranquilizarme no puedo, me siento mal y en ningún lado estoy bien, qué me recomienda, ir con quién, ya estoy tomando medicina del psiquiatra.

RESPUESTA

Estás triste. Las dos experiencias que mencionas son pérdidas importantes: la del brazo de tu hermano y la de su vida. Sufres de un dolor que experimentas como insoportable, porque hubieras querido que el desarrollo de los acontecimientos fuera distinto.  Este dolor es un tributo del amor que le tienes a tu hermano y, por el momento, la mejor manera que has encontrado para decirle cuánto lo quieres y cómo te duelen tanto la pérdida de su brazo como su partida. Con tu dolor también le estás diciendo que tú no querías que ocurriese ninguno de los dos sucesos.

Naturalmente, deseas mitigar tu dolor. Puedes hacer muchas cosas. Primera, ya consultaste a un psiquiatra y estás tomando medicamento. Te va a ayudar, es como usar un bastón cuando se tiene herida una pierna. También puedes darte tiempo para entregarte a tu dolor y llorarlo, el desahogo es saludable y alivia. La presencia y cercanía de la familia es un apoyo importante; es mejor que permanezcas acompañado en lugar de solo. Te ayudaría tener psicoterapia. Hay terapeutas que son especialistas para estos casos, se llaman Tanatólogos y saben cómo apoyarte para elaborar tus pérdidas, busca a alguno. También puedes tomar un curso de Tanatología. Sería altamente recomendable que hicieras una Constelación Familiar de este tema, para acomodar tus sentimientos, reconocer y expresar tu dolor y sentirte apoyado por el Espíritu.

Quizás quieras preparar tu corazón para sanar diciéndole a tu hermano lo siguiente: “Eres mi hermano y siempre lo serás, donde quiera que te encuentres. Siento mucho no haberte podido salvar de perder tu brazo ni de que murieras, mi fuerza es más pequeña que tu destino. Yo me quedo en esta vida un tiempo, el que me sea dado, y luego te alcanzaré. Mientras tanto, te recordaré con amor, y con amor dejo que vayas a donde debes ir, no te detengo”.






lunes, 4 de junio de 2012

¿RESPONSABILIDAD O CULPABILIDAD?


Tengo 38 años. Según mi terapeuta, soy controladora y estoy trabajando para soltar a mis seres queridos. Con mi marido no ha sido tan difícil como con mis hijas, tengo dos, una de 20 y otra de 18, pero la mayor me dijo que ella piensa vivir su sexualidad y me preocupé mucho, también por el ejemplo para la otra. Hablé con mi terapeuta y ella opina que mi hija es mayor de edad, que solamente le hable de los riesgos y me mantenga fuera, pero yo me siento extremadamente culpable de no hacer nada. ¿Cuál es la diferencia entre no controlar y ser irresponsable?

RESPUESTA

Entiendo que estás preocupada por el bienestar de tu hija y que tu amor de madre te impulsa a colocarle alrededor una cápsula protectora que la defienda de cualquier daño. Desearías tomar tú las decisiones correctas -en lugar de ella- y encontrar la manera de convencerla para que las acepte como suyas, porque no quieres que sea lastimada. Muy grande es tu amor que hace más de veinte años te llevó a darle la vida, y ahora quisieras tú vivirla, para protegerla. Pero no podrás, porque ya se la diste. O a lo mejor sí, y le enseñarás que su vida no es su responsabilidad, sino tuya. El problema es que te sientes culpable de permitir que tu hija se equivoque. Voy a centrarme en ti y no en tu hija.

Existe una gran diferencia entre ser responsables y culparnos. La responsabilidad es un acto de ejercicio del propio poder; en cambio, la culpabilidad es una entrega del mismo en manos de alguien más. Observa. El responsable dice: “Yo elegí hacerlo”, “yo elegí no hacer nada” o “Yo elegí esperar a que…”; y el culpable argumenta: “Yo no quería hacerlo, me dejé llevar, me vi forzado, no me di cuenta, me indujeron, no tuve fuerza de voluntad, me faltaron medios, nadie me apoyó, todos lo hacen, así me educaron…” La lista de dis-culpas puede ser infinita y todas van encaminadas a buscar atenuantes, con el fin de no hacerse cargo de las propias decisiones y renunciar a la responsabilidad.

La responsabilidad es la habilidad para responder a una situación. Nos hace mirar las cosas como son, aceptarlas y dar la respuesta que consideramos más adecuada a la circunstancia, a sabiendas de que traerá unas consecuencias que deberemos sobrellevar. Y cuando dichas consecuencias se hacen presentes, bregamos con ellas, las enfrentamos, reconocemos si la decisión fue errónea y, de ser posible y adecuado, tomamos decisiones nuevas para atenuar o corregir los males que la elección original ocasionó. Es decir, podemos cambiar.

Con la culpabilidad, en cambio, odiamos sentirnos responsables y causantes de las consecuencias que una decisión acarrea, gastamos valiosas energías en encontrar quiénes carguen con la responsabilidad y en camuflar los motivos que nos impulsaron a elegirla. Mientras permanecemos en la culpabilidad, sufrimos de una sensación extremadamente desagradable que nos impulsa a buscar compensación del error con diferentes formas de castigo, como la falta de éxito, de salud física o mental o de relaciones armoniosas, de ahí que la culpabilidad engendre impotencia, pues sentimos que lo hecho no está ni nunca ha estado en nuestras manos y es imposible hacerle cambios.

Si deseas educar a tu hija a la responsabilidad, necesitas actuar y hablar de manera que ella sepa que la decisión es suya, por lo tanto, las consecuencias deberán ser afrontadas por ella y no por la familia ni nadie más.