lunes, 12 de diciembre de 2011

HIJA CON DISCAPACIDAD

HIJA CON DISCAPACIDAD
Soy divorciada, la ruptura se derivó al tener una niña diagnosticada con Parálisis Cerebral. Fue muy doloroso rehacer mi vida, lo logré con ayuda de psicólogo, tanatólogo y sobre todo mi madre. Al padre de mis hijos no lo he visto. Usted afirma en uno de sus artículos que si los hijos pueden amar a los padres, entonces se amarán a sí mismos. Me parece muy duro. ¿Cómo se hace para explicarles a los hijos que su papá siempre será su papá y deben amarlo, aunque no esté ni lo vean?
RESPUESTA
Tú mejor que nadie, sabrás cómo hablar con tus hijos aunque te parezca duro, porque eres quien más los ama y conoce, siempre y cuando creas que es mejor vivir con amor, porque hayas logrado superar tus rencores y desencantos. Esto es más fácil decirlo que vivirlo.
Te ha tocado vivir cosas duras. La más difícil es la parálisis cerebral de tu hija. Un niño con capacidades y necesidades diferentes coloca a toda la familia en una situación de generosidad constante. La lleva a expandir sus límites mucho más allá de lo que se puede imaginar. Como en todo lo difícil, el resultado es un desarrollo espiritual extraordinario, o la huida.
Tú ya estás tomando la vida como viene, todos los días, amando en lo cotidiano al adaptarte a lo que el destino impone y al apoyar a los tuyos a lo mismo, buscando juntos la fórmula para que cada miembro de la familia satisfaga sus necesidades y desarrolle sus capacidades, siempre diferentes.
No hay fórmulas generales, todas son únicas. Alguien que nació en la realeza, debe recibir un entrenamiento específico para adaptarse a ella, y renunciar a vivencias que en otro ambiente se considerarían normales. Igual cada persona, necesita entrenamiento para adaptarse a sus circunstancias y ambiente, saber con qué cuenta y con qué no, y a partir de ello trabajar para estar bien. Los rezongos y las quejas solamente son obstáculos para tomar la vida como viene. Expresan rebeldía y la pretensión de que algo no debería ser como es, pero que no cambiará a base de lamentos. Cada vez que alguien toma las cosas como son y estudia la manera de aprovecharlas, invariablemente obtiene algo fuera de lo común. Los que inventaron la aviación no rechazaron la gravedad ni se rebelaron contra ella; se entregaron a la tarea de estudiarla y fabricaron un artefacto que, obedeciendo esta ley, se impone y vuela. Actualmente, surcamos los aires a una velocidad pasmosa.
Las necesidades especiales de tus hijos no se reducen a la parálisis cerebral de la niña, también la ausencia del padre es algo que deben aprender a integrar armoniosamente a su experiencia, para que no se les convierta en trauma. Éste es otro reto de los que expanden los límites del ser humano más allá de lo comúnmente considerado posible.
Los niños aman a sus progenitores, los extrañan e idealizan, creen que, haciendo determinadas cosas, pueden lograr que amen más de como realmente lo hacen. Luego, topan con que la vida es como es y hay acontecimientos que no se pueden modificar. Tal frustración es universal.
Un trauma sería esta frustración agravada y favorecida con expresiones que impidan aceptar lo que es: “Pobrecitos de mis hijos”, “no es justo lo que su papá hace”, “si no me hubiera equivocado al escogerlo”, “Dios se encargará de juzgarlo y darle su merecido”, etc. Lo anterior es muy distinto a: “Las cosas son como son y con ellas tenemos que vivir. Vamos a tomar nuestra fuerza y a dejar de pensar en lo justo o injusto de la situación. Pagaremos el precio que debamos pagar por nuestro bienestar. Cada uno es el responsable de estar bien. Lo que hagan o dejen de hacer otras personas es asunto suyo, el nuestro es estar bien”. Éstas son ideas, las palabras adecuadas para que sean entendidas por tus niños, las pones tú.

lunes, 5 de diciembre de 2011

CASARSE CON UNA DIVORCIADA

Su columna “Casarse con un divorciado” me cayó como anillo al dedo, pero de forma contraria. Yo pasé por un divorcio hace 3 años y medio. Razones... muchas. Fue muy doloroso rehacer mi vida, salir adelante con mis dos niños y superar el trauma, lo cual no hice sola, tuve ayuda profesional y de mi madre, que está ahí para apoyarme con los cuidados de los niños, mientras yo trabajo. Respecto al padre de mis hijos, trato de mantener una relación lo más respetuosa posible, por el bien de ellos, aunque la indiferencia y la lejanía de él como padre me preocupa por el desarrollo emocional sobretodo de mi hijo. Actualmente la niña tiene siete años y el niño tres y medio.
En este momento estoy dándome por primera vez la oportunidad de estar con alguien. Él me dice que me brinda todo su apoyo económico, moral, etc., al 100% a mí y a mi familia, si decido aceptarlo para que nos casemos. En la actualidad yo mantengo a mis hijos y mi casa. Me preocuparía sacarnos de balance y que en algún momento él pudiera sentir que solo estoy aprovechándome. Contrario a su columna, él no tiene ex esposa, hijos o algún otro compromiso. ¿Cómo podré hacer para que las cosas salgan bien?
RESPUESTA
Has vivido cosas fuertes. Divorciarte y luego mantener y educar a dos hijos no es fácil. La vida nos presenta retos que nos obligan a expandir nuestros límites más allá de lo que cada uno hubiéramos podido imaginar. El resultado es un desarrollo espiritual extraordinario, o la huida. Tú estás ahí. Tu madre está ahí. Tu nueva pareja se ofrece para estar ahí. Estar ahí no es poco; significa tomar la vida como viene y entregarse todos los días a la experiencia. El resultado es una abundante disposición para amar, que se manifiesta en lo cotidiano.
Estás dándote la oportunidad de salir con alguien que se muestra extraordinariamente generoso, pero te preocupa que en algún momento él pudiera sentir que solo estás aprovechándote. No lo harás, si eres vigilante de ti misma en el sentido de aceptar sólo aquello que puedes retribuir, y no me refiero a retribuciones de la misma especie. Es decir, existen regalos que sólo pueden compensarse con gratitud sincera, y otros que requieren algo equivalente a lo recibido. Interiormente poseemos un sentido del equilibrio que nos hace saber cuándo estamos quedándonos cortos en la interacción y es importante atender sus señales; de lo contrario, insensiblemente nos ubicamos abajo. El que da siempre es el grande y el de arriba, y quien recibe, el pequeño y de abajo. Para conservar tu grandeza y la de tu familia, es importante ser cuidadosa en este punto y evitar lo siguiente: devaluar lo recibido para no dar las gracias, y recibir sin corresponder. Sólo así serán dos adultos que intercambian su versatilidad y se enriquecen mutuamente.
Dices que temes por el desarrollo emocional de tus hijos porque su padre está lejano e indiferente. Quisieras saberlo todo para brindarles lo mejor. Lo mejor es lo que estás haciendo: tomar la vida como viene, sin adueñarte de cargas que ella, la vida, no te ha impuesto, y luchar por estar bien. Ése es el secreto: tu ejemplo. Tus hijos captarán de ti si realmente su padre -que constituye el 50% de sus personas física y emocionalmente- es digno de aprecio, respeto y amor. Si puedes amarlo en ellos, la respuesta será afirmativa, y ellos a su vez lo amarán en sí mismos. Si es negativa, lo odiarán en su propia persona. Honrar y darle un lugar en tu corazón a quien no llenó tus expectativas y te dejó sola con una responsabilidad que era de ambos, requiere de ti un trabajo personal y constante sobre tus sentimientos y la manera de expresarlos, para que tus hijos no se vean involucrados en un conflicto que pertenece a ustedes, sus padres.

lunes, 14 de noviembre de 2011

NO QUIEREN A MI NIÑO

Mis suegros murieron y nos seguimos reuniendo en su casa, les quedó a las hermanas, eran tres, pero una se cambió a un departamento, según vive sola. Las otras dos son muy especiales, sobre todo la chica, bien maldosa que es con nosotros, conmigo más, nunca me dirige la palabra y a mi niño igual, ella nada más consiente a una sobrina hija de un hermano, que es más grandecita. Esta cuñada domina bastante en la familia, como si le hubieran heredado también la autoridad, y todos le hacen comparsa, hasta los sobrinos, que son más grandes y le pegan a mi niño y pues a mí me da coraje y reclamé bien, con educación, pero no lo hubiera hecho, se armó la gorda. Yo le digo a mi esposo que ya no vayamos, pero como si lo tuvieran amarrado, se aguanta las malas caras y hasta me regaña porque me defiendo. ¿Qué puedo hacer?
RESPUESTA
Imagino lo desagradable que debe ser para ti sentirte mal recibida en la familia de tu esposo y ver que le pegan a tu hijo, cuando te gustaría que lo recibieran como lo que es, un miembro más, de la misma sangre. Según entiendo, lo tratan menos bien que a los otros sobrinos. ¿Es una discriminación?
Comprendo que estés enojada, toda madre desearía que la gente y los niños sintieran por su retoño el mismo amor que ella le tiene; sin embargo, también comprenden que es difícil que ocurra, porque el amor de la mamá siempre es más grande.
Pienso que tu amor de madre es motivación más que suficiente para que puedas hacer algo. Quiero decir, que te detengas y medites en cuál estrategia sería la más eficaz para proteger a tu hijo del maltrato y el rechazo dentro de su propia familia, situación que posteriormente puede tener graves consecuencias, sobre todo en la escuela, donde sus papás no podrán estar presentes para defenderlo. Ahora le llaman bulling.
Hasta ahora se te han ocurrido al menos dos métodos de solución; el primero, defenderlo tú misma. No mencionas qué fue lo que hiciste, ¿le reclamaste al niño que le pegó?, ¿a los papás?, ¿al grupo familiar completo?, ¿o tal vez intentaste involucrarlos a conversar con algo como: “Mi hijo está chiquito y ya también quiere sentirse familia y tomar parte de los juegos, pero impacienta a los grandes y le pegan, ¿qué me aconsejan que haga?”.
El segundo método aún no lo pones en práctica y consiste en cortar con todos y llevártelo. Ciertamente dejarían de molestarlo, y también de darle oportunidad de aprender cómo adaptarse a un grupo que le es significativo.
Cabe señalar que para tu esposo y tu hijo, este grupo familiar tiene la mayor importancia. Aciertas al decir que parece que a él lo tienen amarrado; a cada uno de nosotros, nuestra familia nos ata con lazos indestructibles. Si los “cortamos”, nos condenamos a oscilar entre estos dos extremos: sufrir como condenados por el alejamiento, descuidando toda otra relación, o dejar de sentir, ignorando los verdaderos sentimientos y volviéndonos más duros y fríos que el hielo: “no siento nada, ni me importa”.
Por último, creo que todos saldrían ganando si buscaras una terapia que te acompañara a identificar estrategias que ayuden a restablecer el respeto entre la familia política y tú, porque cuando los adultos ya no se respetan, los niños hacen lo mismo que los grandes; ellos son como amplificadores que vuelven evidente aquello que pudiera estar oculto.

lunes, 7 de noviembre de 2011

HÉROE CON SUPER PODERES

HÉROE CON SUPER PODERES
Me inscribí en un curso y dejé de ir porque teníamos que hablar en público. La vez que me tocó me preparé a conciencia y a la mera hora creí que iba a llorar, no sé cómo pude terminar, creo que hice el peor de los ridículos y no acabó allí, llevo tres meses en que si me acuerdo no puedo dormir y estando despierta me veo de nuevo frente al grupo que tengo que hablar, o lo sueño y se me aprieta la garganta, me levanto a comer algo o tomo agua y me digo a mí misma que ya pasó, no sé si sea el remordimiento por haber dejado el curso como una cobarde o qué será, pienso que la experiencia me hizo daño, cómo hago para olvidar algo que no tuvo importancia y parece un trauma.
RESPUESTA
Son cosas que pasan; quiere uno mejorar y descubre algo que no había imaginado. El descubrimiento puede caernos como piedra en el estómago: indigesto y pesado. Generalmente, pasado un tiempo, nos asomamos de nuevo a mirar qué era. Tal vez sólo nos volvemos a asustar, o quizá decimos: voy a tomar cartas en este asunto. De una forma u otra, lo que vimos, ya lo vimos.
Te preguntas: ¿cómo hago para olvidarlo? Y respondo: ojalá no encuentres la manera de hacerlo, sería como decir: Si no lo veo, no existe. Pero ahí está. ¿Qué fue lo que viste?
Antes de entrar a examinarlo, será bueno recordar que fuiste al curso porque deseabas mejorar. Tu intención era valiosa. ¿Aún la tienes?, ¿está presente? Imaginaré que respondiste afirmativamente. Ahora sí.
Lo que viste fue tu gran deseo de hacer las cosas bien. Bien y a la primera. Sin fallos, errores, dudas, vacilaciones, titubeos…; o sea, con total perfección desde un principio, como una experta, sin pasar por el período de entrenamiento que necesitaron los expertos, porque cuando escuchas a un guitarrista tocar una melodía, seguramente rasgueó previamente mil o diez mil veces las mismas notas, durante los ensayos.
Antes de ir al curso, ¿estabas consciente de ser tan perfeccionista?, ¿de que te exiges lo imposible como si fuera lo común?, ¿de que te aplicas castigos por no ajustarte a una exigencia super elevada que quién sabe cuándo se formó en tu mente, y de dónde la sacaste?, ¿de que en lugar de felicitarte por lo que hiciste bien (ir al curso, prepararte para hablar y luego realizarlo) te fijas en lo que te faltó (ser perfecta, dejar admirados a tus oyentes)?
Puedes seguir aplicándote castigo (no dormir, llamarte cobarde, considerarte ridícula, convencerte de que tienes un trauma), y también puedes bajar tus exigencias y tratarte como a un ser humano cualquiera (que necesita aprender, se equivoca, mejora poco a poco, conserva toda la vida un lado oscuro o vacío que puede recibir conocimientos nuevos). En mi opinión, saberse común y corriente es maravilloso, pues nos permite estar en paz con nosotros mismos aun sin realizar proezas de héroe con super poderes. Quizá quieras repetir interiormente: Soy un ser humano como los demás”

lunes, 31 de octubre de 2011

QUÉ PUEDO HACER POR TI, QUERIDA

Tengo 10 años de casada y en ocasiones se me viene la sensación desagradable de que quiero marcharme de aquí, escapar. Tenemos dos niños y luego pienso que ellos no se lo merecen. Me sucede por las mañanas. Ayer tuve una reunión de trabajo con dos compañeros y al volver a mi casa, otra vez. No imagino nada de a dónde iría, solamente me parece que voy a abrir la puerta y desaparecer, que luego llegan los de mi familia y nadie se da cuenta de que yo ya no estoy. Me pongo a hacer algo para distraerme, pero después de que me pasa quedo como extrañada de mí, con culpa, me siento irresponsable y pienso qué mal que no disfrute lo que tengo. ¿Por qué me pasa esto?
RESPUESTA
Preguntas por qué sientes deseos de marcharte sin saber a dónde ir, y yo me pregunto qué vuelve más interesante saber un porqué y no lo qué sucederá contigo después. Quizá esto último ya lo sepas. ¿A dónde va uno sin preparativos previos, sin equipaje ni planes? ¿A cuál sitio arribaremos con sólo traspasar una puerta, y luego desaparecemos?
Añades que llegan los de tu familia y nadie se da cuenta de que tú ya no estás. ¿Igual que si se hubiera marchado una sombra?, ¿un fantasma?, ¿alguien menos visible que el perro?
Tú sabes que podemos pensar cosas, unas comprobables y otras no, y si llegamos a creerlas ya no hay diferencia entre ellas; se convierten en convicciones que influyen en nuestra vida, igual que si nos constaran. Quizá estés convencida de que eres perfectamente transparente en casa. Tal vez piensas que luego que no estés, te extrañarán. Nada de esto te consta, pero ¿lo crees?
Cuando estés leyendo mi respuesta, imagino que advertirás lo inusual de la situación; yo, escribiéndote sin conocerte, recomendando que vayas urgentemente a psicoterapia, y tú leyendo mi respuesta, quizá pensando que no es para tanto, que tus pensamientos de cruzar una puerta y desaparecer no tienen la importancia que yo les doy, puesto que no te conozco. Sin embargo, creo que no perderías mucho intentando descubrir en persona, no por correo, qué pasa dentro de ti que te lleva a concederte tan poca importancia, a pesar de ser madre. Tú sabes que una madre es más que un personaje importante para sus hijos; es su modelo, su referencia, quien los hace sentir bienvenidos en el planeta. Tal vez sea mejor que no busques algo para distraerte y evitar sentirte extraña de ti misma, sino detenerte amorosamente, mirarte en el espejo y preguntar: ¿qué puedo hacer por ti, querida?, ¿qué necesitas?

lunes, 17 de octubre de 2011

QUE ES EL ALMA

Leo sus artículos con gusto y no me los pierdo. Felicidades. En algunos de ellos usted usa expresiones que me quedan oscuras, como “el alma lo sabe”, “pregúntale a tu alma”, “en lo profundo del alma”... ¿A qué se refiere?, ¿qué es el alma?
RESPUESTA
Gracias por tu felicitación. Mi respuesta deberá ser demasiado resumida.
La palabra “alma” ha tenido muchas acepciones. En el pensamiento judeo-cristiano-greco-latino, el ser humano estaba compuesto de cuerpo y espíritu; es decir, de una porción palpable y otra no palpable. Los griegos llamaban a esta última “psique”, y de allí tomó su nombre la psicología, que significaba “estudio o conocimiento del alma”. Esta alma estaba cerca de ser un espíritu individual, uno para cada hombre, creado sólo para él. En ocasiones, éste y el cuerpo peleaban, porque el segundo tenía tendencias malas, y el primero, solamente buenas. Cuando el hombre moría, el alma se apartaba, dejando al cuerpo cadáver, y ella continuaba en una existencia autónoma, afortunada o desafortunada, de acuerdo con las acciones hechas durante la vida del cuerpo y en compañía de éste.
Pasó mucho tiempo. La ilustración elevó lo científico al rango de criterio único de la verdad, y la ciencia positivista declaró que sólo podía ser objeto de su estudio lo que se pudiera pesar y medir. Muchos estudiosos, interesados en que la Psicología fuera considerada científica, optaron por descartar el espíritu y buscaron herramientas para medir la porción no física del ser humano. En el intento, el alma (psique) pasó a ser un conjunto de actividades intelectuales y afectivas que se manifestaban en conductas, y el ser humano ya no fue cuerpo-espíritu, sino ente-bio-psico-social.
Pasó más tiempo, disminuyó la fobia contra el espíritu y la filosofía de la época opina que, al ser excluida la relación del ser humano con lo infinito, se estaba mutilando al hombre, y surge de nuevo el alma, ahora como una conexión, en lo más profundo de nuestro ser, con Algo Más Grande e Inabarcable, origen y orden de la vida. Esta alma, participación del espíritu, contiene las leyes que mantienen interactuando en armonía los diferentes órganos físicos y psicológicos. No es creada por la conciencia humana, sino que está por encima de ella, independientemente de que reconozcamos o no su presencia y autoridad. Yo la imagino como recadera entre el Espíritu y los cuerpos, encargándose de que el ADN forme un organismo y no un esperpento y manteniéndolo en funcionamiento.
El alma ordena y exige obediencia. Cuando ella no está ya presente, aun si los órganos se mantuvieran en su sitio, tendríamos un cadáver y no una persona. Los médicos pueden tratar de retenerla, incluso lograr que un cuerpo funcione mediante máquinas y aparatos, pero llega el momento en que deben reconocer su impotencia e inferioridad respecto a ella, que conmina atenerse a sus reglas, o se marcha.
Cuando yo digo en algún artículo: “el alma lo sabe”, “pregúntale a tu alma”, “en lo profundo del alma”, es como si dijera: “Pregunta al Espíritu, de donde proviene todo conocimiento”, así no me meto en filosofías. Me refiero a acudir a una sabiduría superior que los seres humanos no podemos abarcar. Así, cuando obtenemos una respuesta, ésta es correcta, pero no significa que sabemos todo lo que el Espíritu sabe.
“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com o al teléfono 7 63 47 28

lunes, 10 de octubre de 2011

PREVENIR, MÁS QUE LAMENTAR

Ahora vivo sobrio, pero antes de que así fuera, bebí durante diez años. En ese tiempo radicaba en los Estados Unidos. Tres veces me detuvieron conduciendo ebrio, la última me condenaron a tener sesiones de instrucción y consejo acerca del alcoholismo y a realizar trabajo social. Esta condena cambió mi vida. Actualmente radico en México y pienso que aquí podrían establecerse programas para mitigar el problema de los conductores borrachos, que tantas vidas cuesta, ya que las personas en ese estado, al sentirse bien por la bebida, creen falsamente que están capacitadas para conducir, no se dan cuenta de los errores que cometen, y a veces pagan una multa como única consecuencia de una conducta que no sólo es peligrosa para sí mismas, sino que pone en riesgo a sus semejantes. Pagar una multa resulta insuficiente como prevención de los accidentes y demás problemas sociales y familiares que ocasiona el conducir con alta concentración de alcohol en sangre. Mi correo es para sugerir, a través de tu columna, la conveniencia de que las autoridades competentes realicen una campaña masiva de prevención, tanto informando a la ciudadanía de los datos científicos y estadísticos que hasta ahora se conocen, como impulsando la formación en la responsabilidad de adultos y jóvenes a través de la escuela y de grupos y asociaciones especializados. ¿Qué opinas al respecto, y si estás de acuerdo en que el alcoholismo es un peligro cada vez mayor para los jóvenes?
RESPUESTA
Me encanta recibir toda clase de aportaciones a esta columna y por supuesto me gustará si tu idea llega a las personas correctas. Estoy de acuerdo en que es mejor prevenir que lamentar, en que los adolescentes de nuestra comunidad se ven expuestos al alcohol desde edades muy tempranas, y que muchos regresan manejando a sus casas, después de haber consumido bebidas alcohólicas. Tengo entendido que los accidentes de tráfico ocupan el primer lugar como causa de muerte en adolescentes, y un alto porcentaje de éstos son causados por el consumo de alcohol y drogas. Pero no es la juventud la única víctima reconocida, también otros rangos de edad están sufriendo estragos por el consumo desordenado de bebidas espiritosas.
Para establecer un programa preventivo, el alcohol, en oposición a las demás drogas, cuenta con la ventaja de estar legalizado; por lo tanto, las autoridades pueden, dentro de la ley, proponer y aplicar tanto medidas punitivas como de salud; es decir, hacer investigación, implementar tratamientos adecuados a las condiciones locales y destinar recursos para paliar el problema. En cambio, la droga, por ser delitos tanto su posesión como su consumo, tiene una sola alternativa: la cárcel, de muy dudosa eficacia para reinsertar individuos a una vida social sana.
Agradezco tu aportación y me alegra que hayas pensado en este espacio para publicarla.
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lunes, 3 de octubre de 2011

My FarmVille

Hay a un juego que le llaman Mi Granjita al que jóvenes y no tan jóvenes le dedican horas, los he visto que andan nerviosos que porque se les pueden morir sus animales o deben cosechar, eso les oigo decir. En mi casa se juntan mis hijos con sus parejas y no hablan de otra cosa, que si tú me mandas un huevo y yo te doy fertilizante. Me gustaría saber si tiene algún efecto psicológico o por qué se entusiasman tanto jugándolo. Yo les digo que es una nueva adicción, y se enojan.
RESPUESTA
Conozco el juego que mencionas, sé en qué consiste sólo con escuchar las conversaciones que ocasiona. Las personas parecen haber ingresado en un club que posee un lenguaje particular e intereses recíprocos, y mutuamente se ayudan a progresar. Sólo esto sería suficiente para explicar la motivación: los participantes se experimentan pertenecientes a un grupo donde los miembros se comportan amigablemente: “¿Qué necesitas?”, “Yo te lo surto, avísame cuando te conectes”, “¿Ahora qué vas a sembrar?”, “Mis vacas ya tuvieron crías”, “¿Cuántas?”, “¡Qué bien!”. Dentro de un mundo individualista como es el nuestro, la granja hace vivir (virtualmente) la experiencia de tener vecinos interconectados y cooperativos que te fertilizan tus terrenos y tú los de ellos, además de proporcionarte “experiencias” que puedes aprovechar. ¡Un paraíso de amor! Pero no es todo.
Aparte de experimentarse pertenecientes en la “vida real”, la granjita les permite sembrar, cosechar, tener animales que no comen y dan a ganar dinero, con el que pueden hacerse de cosas: gallinero, corrales, tractor, sembradora, cosechadora, adornos… Si han fertilizado a tiempo, las plantas se ven grandes y bonitas. Si aparece un huevo dorado o un elotito en el muro, el primero en tomarlo recibe dinero, gasolina… en suma, ¿quién podría sentirse pobre o perezoso con tan buena marcha “en el negocio”? Y el trabajo es virtual, con un clic se siembra y con otro se cosecha; es decir, que el sembrador o cosechador está cómodamente sentado frente a la computadora, sin sudar una gota de sudor, soñando con grandes negocios, mientras la vida real transcurre igual que siempre, porque el jugador no ha realizado el informe o cocinado ni pagado el pagaré de la hipoteca, y sin darse cuenta ya se le fueron dos o tres horas útiles para sus labores.
Como al inconsciente es fácil engañarlo, puesto que no distingue entre la realidad y la fantasía, es posible que este juego satisfaga (temporalmente) las necesidades de pertenecer, ser amistoso, vivir en un mundo ordenado, tener un negocio que da a ganar y además hace el bien (alimenta) a otros seres humanos, y permite obtener maestrías. ¡Todos los ideales cumplidos, virtualmente! Sin embargo, en algún momento debe llegar la realidad a imponerse con sus exigencias, y entonces también es posible que la persona sufra un desencanto, inclusive cierto grado de confusión y frustración.
En mi opinión y resumiendo, este juego pone de manifiesto cuáles son las necesidades que quisieran ver satisfechas las personas que lo juegan: vivir en un mundo armonioso y próspero donde los humanos cooperaran para hacerlo hermoso y productivo; es decir, una gran necesidad de amor y cordialidad. Y también esta ilusión: que los retos y problemas se resolvieran haciendo clic en un botón y no fuera necesario hacer esfuerzos físicos o mentales.
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lunes, 26 de septiembre de 2011

ESTÁ CHÍPIL

Tengo una niña de 3 años de edad y 6 meses de embarazo, espero otra niña. El problema es que mi hija ha estado muy irritable, llora mucho y nos dice a su papá y a mí que ella no quiere hermanita, que quiere un hermanito. Me han dado consejos sobre qué decirle, que Diosito se la mandó, que ella podrá ser su compañera de juego, etc. pero nada ha funcionado, hace berrinches de cualquier cosa y se comporta como nunca. Me siento abrumada de no poder manejar la situación, sobre todo por mis planes de cambiarla de cuarto para que tenga el propio, se me dificulta el hecho de que llora mucho por querer seguir durmiendo en mi cuarto y obrar en los calzones. Le agradecería un consejo para que a mi hija no le duela tener una hermana.
RESPUESTA
“Está chipil”, solían decir nuestros antepasados de un niño o niña que, con la llegada de un nuevo hermanito, temía que “lo tumbaran del burro”.
Los pequeños tienen sentimientos muy intensos que expresan tal como los sienten, sin matiz ni disfraz, lo cual llega a asustarnos, pues los adultos hemos pasado demasiado trabajo y sacrificio para aprender a disimular e incluso a mentir acerca de lo que sentimos, en aras de la cortesía y las buenas maneras. La mayoría de nosotros fuimos enseñados a que si un sentimiento no era aprobado por los grandes, debía ser negado, castigado y desterrado. En un caso como el de tu hija, posiblemente nos dirían: “No mijita, tú no quieres hermanito en lugar de hermanita, a ti te gusta mucho la idea de que vas a jugar con ella, ¿verdad que estás feliz? A ver, sonríe”. O peor: “Deja de decir estupideces, o te pego”.
Posiblemente, por no exponernos al enojo de mamá y papá e incluso para agradarlos, aprendimos a mentir acerca de lo que sentimos, lo cual es base de muchos problemas, pues los sentimientos no mueren porque se les ordena desaparecer, sino que siguen activos e inclusive acumulando energía (agrandándose), mientras no sean usados para lo que nacieron. O desarrollarán síntomas. A tu hija le es imposible lograr que “devuelvan el encargo”, le toca expresar su sufrimiento con algo de lo siguiente: chuparse el dedo, hacer berrinche, llorar, gritar, romper cosas o -el más extremo de los recursos infantiles- regresar a ser bebé e incluso necesitar pañales de nuevo.
¿Qué hacer? Primero, validar su sentimiento: “Tienes miedo que vayamos a querer más a la beba que a ti”. Tranquilizarla de inmediato: “Recuerda que a ti te queremos desde antes”. Contarle anécdotas de cuando ella estaba por nacer y cómo se prepararon para recibirla. Hacerla participar en la espera: “Estoy hablándole a tu hermanita, ¿quieres decirle algo?”. Sugerirle qué decir, o prestarle voz como si ella lo dijera: “Hola, soy tu hermana mayor”, “yo nací antes que tú”, “yo ya conozco a los que van a ser tus papás”, “voy a decirte cómo son, mamá tiene pelo negro...”, “cuando tú llegues vas a estar muy chiquita y yo te podré abrazar”, “te comprarán una cuna para bebés, y yo ya tengo una cama grande para mí sola”…
Tu imaginación puede ayudar mucho. No importa si la niña se niega a pronunciar las palabras, es suficiente que oiga lo que tú dices en su lugar, lo cual debe respetar lo que ella siente, ser verdadero y asegurar que su lugar jamás estará en peligro.
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lunes, 19 de septiembre de 2011

CONTROVERSIA III

Hoy hablaré sobre la controversia que ocasiona Constelaciones Familiares en determinadas personas y grupos, que las consideran esoterismo y espiritismo. Comenzaré por definir términos.
Esotérico se refiere a un conocimiento oculto, de difícil acceso para el entendimiento, que los filósofos de la Antigüedad comunicaban oralmente y sólo a un corto número de discípulos, llamados iniciados. Se contrapone a exotérico: externo, común, accesible para la mente del vulgo, que se manifiesta públicamente.
En base a lo anterior, Constelaciones Familiares no son esotéricas, en el sentido de que esta filosofía aspira a ser del dominio público y posee una serie de herramientas para simplificar conceptos de suyo difíciles, a fin de que puedan ser comprendidos por toda clase de personas. Doy un ejemplo imaginario: digamos que el consultante es un niño que se ve obligado lavar coches para ganar el sustento de sus padres y hermanos, quienes no están impedidos por alguna discapacidad aparente.
Procedimiento: Se colocaría un representante para este niño y otros para cada uno de sus padres y se les pediría: “mírense a los ojos”. Luego, al representante del hijo se le daría a cargar un paquete pesado, y se le indicaría decir a los representantes de los padres: “Lo he llevado por amor a ustedes, ha sido difícil”. Luego, se le instruiría poner el paquete en manos de los representantes de los padres, pidiéndoles: “Por favor, tómenlo, es de ustedes, yo lo devuelvo con amor.”
Repito que el ejemplo es imaginario, porque en Constelaciones Familiares no hay “recetas multitallas”, sino que cada constelación es distinta de cualquier otra, puesto que no existen dos experiencias humanas idénticas.
Siguiendo con el ejemplo, pueden observarse varios elementos filosóficos:
1) la responsabilidad es personal. Si alguien no toma la que le corresponde, otros se verán empujados a hacerlo, y esto les impedirá atender la que sí es suya. En este caso, si los padres no fungen como padres, el hijo toma su lugar, pero descuida su propia formación.
2) El amor está presente tanto en el error como en la solución. En Constelaciones jamás se le dirá al hijo: “Ve a confrontar a tus padres y diles que no es justo que tú los mantengas”, sino que se hace hincapié en actuar amorosamente: “con amor devuelvo lo que no es mío”.
3) El consultante es un participante activo. Brinda la información, la dirige, observa lo que ocurre frente a sus ojos y va diciendo si su realidad es como está siendo representada, luego, acepta o rechaza la imagen de solución que le es ofrecida mediante las posiciones y actitudes de los representantes. Al finalizar, se exhorta a que nadie hable de lo que allí sucedió.
Este sigilo final ¿no vuelve esotéricas a las Constelaciones? No. El sigilo se ordena con el propósito de que permanezca protegida la intimidad del consultante, y también, para que el alma de éste pueda, libremente y con calma, hacer los acomodos necesarios, por eso se le insiste que, al salir, se abstenga de tomar resoluciones rotundas y de intentar poner en práctica de inmediato lo que vio.
Ahora hablemos del Espiritismo, doctrina que supone que a través de un médium u otros modos, se puede comunicar con los espíritus de los muertos. ¿Son espiritistas las Constelaciones Familiares? No. Supongamos que llega a consulta un hijo cuya madre murió al nacer él. Se tomaría por representante de la madre a una mujer de entre las asistentes y otro para el hijo, y se pediría a éste que le dijera, mirándola a los ojos: “Me hiciste mucha falta”. Luego, probablemente: “Gracias por la vida, haré con ella algo grande, que tu sacrificio valga la pena”. ¿Puede el hijo estar seguro de que su madre estuvo allí y lo escuchó? Por supuesto que no, aunque puede creer lo que prefiera. Pero eso no es lo importante, sino que él, en su alma, tome agradecido el amor de la madre, quien debió enfrentar la muerte para que él naciera, y asuma con gusto la vida que le fue dada a un costo tan alto.
Me falta espacio y debo despedirme, dejo muchas cosas sin decir. Con este artículo termino de hablar sobre esta controversia.
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lunes, 12 de septiembre de 2011

CONTROVERSIA (artículo 2 de 3)

Quizá el punto más controvertido acerca de las Constelaciones Familiares es que éstas sean enseñadas también a personas que no ostentan un título de licenciatura o más alto, con tendencia a volverlas del dominio público. Frecuentemente se me ha preguntado: ¿No hay riesgo de irresponsabilidad?, ¿que hagan mal uso de la herramienta que se les confía?
Mi respuesta ha sido la siguiente: el riesgo siempre está presente. Si de doce discípulos, aprendiendo con el mejor y más amoroso maestro que ha existido, uno de ellos no entendió bien la enseñanza, qué presuntuoso sería pretender que este caso es mejor. Las actitudes personales influyen.
La formación en Constelaciones Familiares está enfocada al cambio de actitudes tanto en el facilitador como en el cliente: de una individualista, a otra de pertenencia comunitaria; de una rígida o despectiva, a otra flexible y acogedora del propio grupo familiar y demás grupos en los que cada uno se desempeña; del rechazo o la invasión, al respeto de las características particulares de cada individuo o grupo; del odio y la intolerancia, al amor y la convivencia; de la pelea en contra de sí mismo, a la reconciliación amorosa e incondicional con la propia historia, etc.
Constelaciones Familiares son una filosofía y un método para obtener conocimiento, ¿cuál de estas dos cosas deberían ser negadas a cualquier persona?, ¿qué justificaría que fueran guardadas bajo siete llaves y se convirtieran en propiedad de unos pocos? Lo justificaría la antigua creencia de que las masas populares son como niños que no comprenden, por lo tanto, es inútil y peligroso darles mucha información; pero Constelaciones Familiares favorece la postura de que todos los seres humanos tenemos igual dignidad y la misma necesidad de desarrollarnos.
Un usuario que pide hacer su Constelación Familiar es corresponsable con el facilitador de lo que allí ocurra, porque sigue siendo el único dueño de su vida y sus acontecimientos. Esto significa que constelar requiere una actitud distinta que cuando se va a cirugía y acepta ser anestesiado, quedando a merced de la pericia y conocimientos del facultativo. En Constelaciones, el consultante permanece consciente y siempre a cargo, observando, dirigiendo e informando.
Es bueno tomar precauciones antes de solicitar una constelación, por ejemplo, asistir a otras y ver cómo las plantea y desarrolla el facilitador por elegir. Algunos puntos a investigar u observar son los que siguen:
1) ¿Qué dicen otros clientes?, ¿se muestran satisfechos con la experiencia?, ¿salen de ella con la cara radiante y expresando felicidad?, ¿se vuelven más amorosos en casa? Si la respuesta es negativa para una sola de estas preguntas, es preferible buscar otro facilitador.
2) Durante la realización, ¿se respira un clima de respeto y empatía entre los miembros del grupo?, ¿se trata con benevolencia a los físicamente ausentes, como el padre, la madre, abuelos, hermanos y demás familiares del cliente?, ¿el facilitador se abstiene de hacer diagnósticos o de usar frases de condena?, ¿se respetan las creencias y preferencias de cada persona? Todas las respuestas deben ser afirmativas.
En el siguiente artículo de esta serie de tres, describiré las enormes diferencias que existen entre el esoterismo, el espiritismo y Constelaciones Familiares.
“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com o al teléfono 7 63 47 28

lunes, 29 de agosto de 2011

TAMBIÉN ME DIVORCIARON

Me llamó la atención tu columna porque vivo una situación similar, también me divorciaron, y como bien dices, en su momento me dolió hasta el alma perder lo que consideraba un buen matrimonio. Hoy lo veo de forma distinta, disfruto mi vida tal como es, mi trabajo, familia, amigos, y ante todo, mis hijos.
Caso contrario es lo que veo con mi ex, da la impresión de que ella no supera la situación y me culpa por todo tropiezo o situación adversa, por amigos sé que en redes sociales describe mis supuestos maltratos con ella y mis hijos, donde siempre figuro como un maleante, un villano… ¿Por qué me culpa?, yo no la puse donde está ni le deseo ningún mal, es más, rara vez es un tópico en mis conversaciones, aunque no siempre la puedo evadir, tenemos en común dos hijos.
No entiendo por qué no vive y deja vivir. La principal causa del divorcio fue porque al casarnos jóvenes le faltaron cosas por hacer, ¿por qué simplemente no las vive?, ahora no puede decir que yo soy quien la limita.

RESPUESTA
Dos cosas me llaman la atención en tu correo: que en el mismo plazo y provenientes del mismo matrimonio, uno logra disfrutar la vida y el otro no. Impresiona que el menos feliz sea precisamente aquel que tomó la decisión, pues la frase “me divorciaron” hace pensar que tú no deseabas que ocurriera. ¿Qué pasa en estos casos?, ¿por qué el de la iniciativa, a simple vista el más audaz, pasado el tiempo se encuentra dolido, aparentemente atorado en un evento al que pensó dar solución, y necesitado de encontrar un culpable?
Ambas situaciones, la tuya y la de tu ex, son ejemplos de resultados muy distintos de un mismo acontecimiento: divorciarse. Entiendo que tú vives satisfactoriamente y ella, al parecer, no. Podemos pensar que a los dos les dolió hasta el alma perder un buen matrimonio, pues todos cuantos se casan lo hacen aspirando a que la unión les ayudará a cumplir sus anhelos, sean éstos los que fueren en sus mentes. ¡Y no sucede! La desilusión y el desencanto lo inundan todo. Comienza una temporada de buscar remedios y soluciones, mediante los métodos que cada uno acostumbre y otros nuevos: piden, suplican, exigen, ordenan, acusan, culpan, amenazan, etc., con palabras y acciones. ¡Tampoco sucede! La convivencia se torna insoportable, algo debe ocurrir para ponerle fin. Sobreviene el divorcio.
¿Es verdaderamente el fin? A veces, sí; cuando la media naranja renuncia a lo que pudo haber sido y no fue y asume que debe aprender a vivir como media naranja; pero a veces no, una de las mitades no puede hacerse el ánimo a ser completa como mitad, lo cual es terriblemente doloroso y problemático, porque se experimenta mutilada, víctima inocente de la otra parte que no se acopló ni se quedó. Pierde de vista que tampoco ella pudo acoplarse ni quedarse, y es sincera al decir lo que piensa: la culpa de todo la tienes tú.
Ahora bien, tú ya recuperaste gran parte de tu plenitud, puesto que organizas tu vida a partir de lo que tienes y así la disfrutas, falta que renuncies a “lo que pudo haber sido y no fue” posterior al divorcio; es decir, a la ilusión de que ambos serían excelentes colaboradores y buenos amigos en aquello que todavía tienen en común: los hijos. De la misma manera que te despediste de las ilusiones que te forjó el matrimonio, te haría bien desprenderte de las actuales y nuevamente decir: ¡Así es, con esto debo vivir, ser feliz, y enseñar a mis hijos a serlo! ¿Crees que te será posible?






lunes, 22 de agosto de 2011

ME DIVORCIARON



A mí me divorciaron y veo a mis hijos cada vez que la mamá quiere, porque se los llevó a otra ciudad y si quiero verlos me pide dinero. No me parece justo que la ley la proteja a ella y a mí no. ¿Qué opina?
RESPUESTA
Tu pregunta es breve e intensa. Entiendo que por parte tuya hubieras deseado que jamás ocurriera el divorcio y la familia estuviera junta, en el mismo domicilio. El hecho de que no sea así, ¿qué te ocasiona? No lo dices, pero se intuye que experimentas una pérdida enorme, pues no sólo te ves obligado a renunciar al ideal de la familia perfecta, en la que tu lugar y funciones serían honrados y respetados, sino que también se te niega la cercanía física de los demás miembros del grupo familiar. Por supuesto que no lo deseabas. Desprenderse de un ideal, de lo que pudo haber sido y no fue, en ocasiones parece imposible, duele como si las entrañas fueran arrancadas sin anestesia. A veces la vida es muy dura, ¿verdad?
Me pregunto, dentro de esta dolorosa relación en la que papá y mamá siguen midiendo sus fuerzas uno con el otro, qué pasa con los hijos. Porque a ellos no les toca tomar las decisiones trascendentales de la familia, sino obedecerlas: viven donde se les indica, asisten a la escuela que se les asigna, visten lo que se les da, comen lo que les es ofrecido, etc. ¿Qué estará pasando en sus corazones, al verse privados de la cercanía de papá?, ¿de qué manera interpretan lo que ocurre?, ¿ven amor en que su padre “pague” por verlos y tenerlos cerca?, ¿o acaso piensan que si no es por la fuerza, papá no suelta un peso para su manutención? Son preguntas cuya respuesta solamente tú puedes investigar, porque los pensamientos de los niños no necesariamente coinciden con la realidad, pero influyen en ellos como si los hubieran comprobado personalmente. Quizá encuentres conductas o palabras que preparen el retorno voluntario de tus hijos a ti, inclusive si fuera necesario esperar algún tiempo para que esto ocurra. Puedes estar seguro de que sucederá, porque eres el padre. Ojalá que ese momento te encuentra libre de rencores y disponible para acoger amorosamente a tus hijos.
Respecto a la ley, es posible que ésta haya sido hecha con la intención primordial de proteger a los niños, y en seguida, también a los padres. La ley es lo mínimo indispensable en la relación padres-hijos, y amenaza con castigos si se la transgrede. Sin embargo, pienso que limitarse a lo legal no es suficiente para cuidar de un ser querido. Casi siempre, el corazón dicta hacer un poco más de lo que ella exige, no por temor al juez, a la demanda o a la cárcel, sino por amor y generosidad. Puedes ser generoso, siempre y cuando vigiles que el amor y la generosidad no te lleven al olvido de ti mismo, pues cuidarte es tu principal responsabilidad.
Deseo que encuentres métodos de seguir siendo feliz, dentro de las circunstancias que la vida te ha deparado.





lunes, 15 de agosto de 2011

MIEDOS NOCTURNOS

En mi caso particular tengo una duda. Mi esposo permite que nuestro hijo de 6 años duerma con nosotros cuando se despierta con miedo y va a nuestro cuarto, pero últimamente la hermanita, de 3 años, ya también va y somos cuatro en la misma cama. La última vez los levanté y los llevé a sus cuartos, lloraron fuerte y mucho rato, después cuando se callaron yo no me podía dormir porque me sentí incomprensiva y cruel. ¿Qué se hace cuando los niños tienen miedo por las noches?
RESPUESTA
Tu hijo de seis años tuvo miedo alguna noche, despertó asustado, fue con ustedes en busca de consuelo y seguridad y tu esposo le permitió que se quedara a dormir. Al parecer, esto no resolvió el miedo, porque ha vuelto a suceder, y ahora la pequeña ¿imita la conducta del mayor?, ¿también tiene miedo?, ¿no quiere ser la única en la familia que duerme sola?, ¿le parece que quieren más al hermano y de ahí el privilegio de dormir con los padres?, ¿quiere restablecer la justicia y ser considerada igualmente hija? No sabemos lo que pasa en las mentes de estos niños, es necesario indagarlo. ¿Cómo? De dos maneras: investigando si ocurre algo que los asusta, para suprimirlo o resolverlo, por ejemplo: un programa de TV, una conversación, una riña, un cambio, alguna dificultad en la escuela, etc., y preguntándoles a ellos directamente de qué se trata: “Anoche tuviste miedo, ¿a qué?”
A veces el niño sabe la respuesta, pero otras no tiene idea y comienza a inventar eventos o seres. En ambos casos, es importante esperar a que termine de hablar y no apresurarse a dar opiniones como: ¡Eso no existe, no es posible que te asuste!, ¡Deja de inventar!, ¡estarías tonto si creyeras en tonterías! Por el contrario, hay que escucharlo hasta el final sin interrumpirlo, haciéndole saber que se le está poniendo atención, con expresiones como: ¡ah!, ¡oh!, ¡ya veo!, ¡comprendo!, ¡eso asusta! Cuando el niño haya logrado nombrar el objeto de su miedo, seguir preguntándole detalles: “¿Cómo es?, ¿de qué tamaño?, ¿tiene color?, ¿se mueve?, ¿en dónde lo has visto?, ¿también yo podría verlo?, ¿quieres que vayamos juntos a ver si está?
Generalmente, los pequeños aceptan que la madre “se enfrente” a lo que los asusta. Mamás me han contado lo que hicieron: “le dije al “monstruo” con voz fuerte que dejara de molestar, o se las vería conmigo”, “fuimos mi hijo y yo a comprar una estampa del ángel de la guarda y la pegamos en la puerta del armario, para que no dejara pasar nada malo”, “instalamos un regulador de la intensidad de la luz, y el cuarto no queda totalmente a oscuras”…
Apoyar a los niños a enfrentar y superar sus miedos es importante, les brinda una actitud de lucha, en lugar de otra de huída. Estoy segura de que encontrarás la manera de dar a tus hijos el mensaje de que es mejor no vivir asustados. Pero si no se trata de miedo, sino del deseo de compartir el lecho nupcial con los padres, no creo que la pareja esté de acuerdo en renunciar a sus derechos a cambio de nada bueno.







lunes, 8 de agosto de 2011

MIEDO DE MORIR

Desde que me enteré que estaba embarazada, comencé a sentir extrañamente miedo por morir, como todo es sabido lo único seguro que tenemos es morir. Mi miedo comenzó de menos a más pues ahora que ya tengo a mi bebé mi miedo aumentó, al grado que todos los días tengo miedo a morir y me la paso pensando en el futuro de mi hija, ya que he visto como niños huérfanos sufren mucho con sus madrastras o padrastros. Mi angustia es tal que ya hasta le dije mi última voluntad a mi esposo, que si él llegara a casarse al yo morir, deje a mi hija con mis padres, pues la mayoría de los casos que conozco, las parejas de los viudos nunca quieren a sus hijos y los maltratan. Por favor le pido un consejo para volver a tener calma en mi alma y no pensar en la muerte todos los días, a todas horas.
RESPUESTA
Primero, felicidades por tu beba, ya eres madre. Y estás muy consciente del miedo que sienten las madres: ¿estaré allí, presente, cuando mi hija me necesite?, ¿qué sucederá si no es así? Y como si estuvieras segura de que la respuesta es ¡no!, imaginas que vas a morir, porque solamente de esa manera dejarías a tu hijita sin tu protección. ¿Voy bien?
Déjame decirte que tu miedo tiene una base real, puesto que ya moriste. ¿Cómo? Engendrar, dar a luz, educar y acompañar a un hijo, que es la tarea más difícil y gratificante de la vida, cambia a los padres para siempre, de manera que éstos jamás serán los que eran antes de tener al hijo. ¿No es esto una verdadera muerte, aunque el cuerpo siga viviendo? Ya no existe la mujer soltera que cuidaba solamente de sí misma, ahora siempre estarán presentes las necesidades de tu hija. Si dejas de resistir a este cambio formidable y te das cuenta de que ya sucedió, las ideas de muerte no serán necesarias. Sin embargo, puede haber otros motivos que las sustenten. Quizá sea verdad lo que digo en el siguiente párrafo.
Tu hija tiene una mamá que la ama profundamente y desea protegerla de todo mal y dolor, no obstante saber que es imposible, ni siquiera deseable; imagínate que en verdad pudieras formarle una burbuja esterilizada, con la cual lograras evitar que los gérmenes y toda clase de experiencias dolorosas entraran en contacto con ella, y jamás enfermara, ¿le habrías hecho un bien? ¡No! Estaría tan falta de defensas, que se vería en problemas en cuanto saliera de su cárcel protectora. La habrías condenado al aislamiento, como se hace con los peores criminales; a la dependencia, como si fuera discapacitada; y a no tomar su vida en sus manos, como si nunca se la hubieras dado. ¡Por supuesto que alguien así estaría totalmente necesitado de su madre, a cualquier edad, porque no podría valerse por sí mismo! He conocido a padres que tienen hijos con parálisis cerebral u otros trastornos graves, y confiesan que su mayor miedo es morirse y dejar al hijo sin quién lo cuide. No es tu caso, ¿verdad?
A veces, no obstante solucionar lo anterior, los miedos persisten. Entonces sería recomendable hacer una Constelación Familiar, para saber a quién le pertenecen, entregárselos y quedar libre de ellos. Te deseo una feliz maternidad.




lunes, 1 de agosto de 2011

NO ME BESA

Tengo 5 años de casada y una hermosa niña de 3 años. Desde que me casé mi esposo limitó mucho nuestras relaciones sexuales porque no está de acuerdo con los anticonceptivos y no quería que me embarazara rápido. Después de 1 año decidió que quería un hijo y casi de inmediato me embaracé, durante el embarazo jamás quiso tener relaciones porque le daba miedo lastimar a la bebé, después fue cesárea y pasaron meses sin que me tocara porque quería mi recuperación total, después que la niña cumplió 1 año me operaron de apendicitis y aún cuida mi recuperación, ya tenemos casi 4 años en que no existe contacto físico entre nosotros. He hablado con él y le he preguntado si no me quiere, y dice que la niña y yo somos lo que más quiere en el mundo. Él es muy paciente y hogareño y nos da lo que necesitamos, sólo no quiere estar conmigo. Le dije que si íbamos con un psicólogo, pero me dice que si quiero vaya yo, porque él está bien. El hecho de no tener relaciones me hace sentir que no le intereso, no tiene demasiadas muestras de afecto para conmigo, a veces ni siquiera un beso... nos han preguntado que para cuándo encargamos otro bebé, y él siempre dice que me pregunten a mí, que yo no quiero porque tengo miedo, y el día que le reclamé que cómo íbamos a tener otro hijo, si él ni siquiera me besa, me dijo que entonces cuando me preguntaran les contestara eso, y para mí es humillante, cómo le voy a decir a los demás que no le intereso como mujer a mi marido? Esto ha bajado mucho mi autoestima, mi seguridad, y me pregunto si realmente yo soy quien está mal. Gracias
RESPUESTA
Así que no le crees a tu marido cuando dice que tú y tu hija son lo que más quiere en el mundo. Tampoco crees que le interesas, a pesar de que cuida tu recuperación hasta un punto que te parece excesivo. ¿Piensas que miente?, ¿examinas la posibilidad de que él esté ocultándote una verdad que no puede o no quiere reconocer, quizá le disgusta, podría lastimarlos a ti o a él o a alguien más, darle vergüenza o algún otro motivo?
Me pregunto qué es lo que en realidad tú crees y piensas. También me pregunto si la mencionada “verdad oculta” está tan oculta que de veras no la puedes ver, o si también tú prefieres mentirte porque no quieres o no puedes reconocerla, te disgusta, podría lastimarlos a él o a ti o a alguien más, te daría vergüenza, te sentirías humillada, perderías tu autoestima, tu seguridad y tal vez pensarías que eres tú quien está mal. ¿A qué me refiero?
Me refiero a que a veces ayuda decirnos: “Lo sé todo y también sé que tengo razón en lo que pienso. Lo he sabido siempre”. ¿Qué sucedería si te lo dijeras?
En ocasiones escuchamos decir: “Tengo un novio maravilloso que me respeta y jamás de los jamases ha intentado propasarse conmigo, estoy feliz de haberlo encontrado”. Quien así habla, sabe de lo que habla. Pero puede suceder que no sea el caso, y diga: “Cuando éramos novios, él era un torbellino, necesitaba yo de toda mi fuerza para contenerlo y que él tuviera las manos quietas; sin embargo, ahora, ni siquiera me besa”. Esto es distinto y cabe preguntarse: “¿Qué pasó?, ¿a dónde se fue aquella energía?, ¿cuándo y por qué ocurrió este cambio?”.
Cuando alguien se dice a sí mismo: “Lo sé. Lo sabía”, entonces puede decidir qué quiere hacer con su conocimiento. A lo mejor decide: “Me quedo y lo tomo tal como es”, o lo contrario: “Esto no lo puedo soportar, o cambia o lo dejo”, o un punto intermedio: “Me duele vivir como vivo y no deseo lastimarte ni imponerte mis normas de cómo deberíamos ser, ¿qué soluciones se te ocurren que quieras comentarme?, ¿crees que podemos hacer algo para que yo me sienta mejor?”.

lunes, 25 de julio de 2011

ESTAR AL LÍMITE

Estoy confundida. Por más de 10 años consecutivos he trabajado sin parar, pero ahora que soy mamá, mi deseo de disfrutar mi maternidad y estar con mi hijo es muy fuerte. Siento mucha culpa cuando lo dejo con mi mamá para que me lo cuide. Por otro lado, mi cuerpo me dice que pare, el estrés por el trabajo es muy fuerte y ahora con todos mis roles no tengo tiempo para mí, hacer ejercicio o salir al cine con mi esposo. Él me sugiere darme un año sabático, pero me da miedo, pues de alguna manera estoy acostumbrada a ganar mi dinero, y en plena crisis, después se podría complicar encontrar trabajo. ¿Qué hacer en estos casos?
RESPUESTA
Estás confundida. Por diez años tu camino consistió en trabajar y ganar dinero para ti, entre otras cosas que no mencionas. Ahora, otros caminos se han emparejado con el tuyo: el de tu esposo y el de tu hijo. Aumentaron tus roles a desempeñar, también eres esposa y madre. Sientes que no cabe todo, te ves obligada a llegar hasta donde tus límites permiten y más allá. Algo debe quedar sin atender, porque ni el tiempo ni las fuerzas te alcanzan. Dudas qué cosas elegir para entregarles corazón, tiempo y esfuerzo; es decir, tu vida actual. Estás consciente de tu necesidad de seleccionar entre el exceso de posibilidades, pero te da miedo equivocarte al escoger y que el resultado sea no sólo contraproducente, sino definitivo. Preguntas qué hacer; pero creo que de ninguna manera harás lo que alguien te aconseje, porque dentro de ti ya tienes tomada la decisión. El asunto es saber: ¿la impulsó el amor, o el miedo?
Sea cual fuere la elección que hiciste y que pronto saldrá a la luz, quizá quieras probar a decir en tu corazón, dirigiéndote a tu madre, tu padre y demás ancestros: “Por favor, permitan con agrado que yo confíe en un hombre, lo respete y me apoye en él. Hacerlo no significa que a ustedes los amaré menos. Gracias”. Y luego, a tu esposo, también en tu corazón: “Por favor, sostenme y sujétame si quiero irme”.

lunes, 18 de julio de 2011

IGUAL QUE MI PADRE

Dicen que lo que no puedo ver en mi casa lo he de tener. Así es mi pareja, similar a mi padre, hasta parece cierto que inconscientemente busqué a alguien igual que mi padre, tiene un genio que válgame dios y hace muchas cosas que mi padre hace. Claro, también tiene sus cosas buenas.
Cuando era yo una adolescente siempre critiqué a mis padres, primero a mi madre por aguantarlo y permitir que él nos hiciera daño. Mi infancia no fue buena, sufrí abuso sexual por parte de mi padre, por lo tanto ahora no me va muy bien, soy insegura, celosa, desconfiada. Cuando cumplí 21 años, platicando con mi madre le pregunté por qué no se había ido de lado de mi padre para que no nos hiciera nada a mi hermana y a mí, y su respuesta fue: Yo no tenía apoyo de nadie, a dónde iba con 4 hijos, cómo le iba hacer, tu abuelo me decía, a ti te acepto pero a tus hijos no. Yo la criticaba porque veía que mi padre la sobajaba, la trataba como su sirvienta, le daba muy poco para el gasto, la hacía sentir una inútil y ella no se defendía, siempre decía: tienes razón. Según ella, para no pelear. Y yo pensaba: eso no me va a pasar a mí, no me voy a dejar humillar por ningún hombre.
Me gustaría saber cómo romper esta cadena que viene desde mis antepasados. Tengo una niña de 3 años a quien amo con todo mi corazón y no me gustaría que pasara por lo mismo que yo, quiero que mi vida sea diferente y no sé por dónde empezar, los problemas que tengo con mi pareja son por todos mis traumas, no puedo confiar en nadie, ni en él, pero aun así lo amo y quiero tener un hogar normal con él, ¿cómo romper esta cadena?
RESPUESTA
Nuestros padres nos enseñan a ser como ellos son. Tú eres maestra de tu hija y le estás enseñando a ser como eres tú. También su papá le enseña a ser como él es. No cabe algo distinto; lo único que podemos dar es lo que somos. Y lo hacemos con un amor muy grande.
Es frecuente que con palabras exijamos algo distinto, como si dijéramos: “Haz lo que digo, no lo que hago”. Creemos que es suficiente. No lo es, porque las acciones tienen un poder invencible: “la palabra mueve; el ejemplo arrastra”. De hecho, estaríamos inculcándoles una división interna: “Piensa una cosa y haz otra”.
Lo anterior sucede con todos los padres, en el cien por ciento de los casos. No eres la excepción. Entregamos a nuestros hijos lo que somos, también las divisiones internas que portamos y que podrían expresarse así: “Odio lo que soy”.
Tú quieres romper la cadena. ¿Significa encontrar un nuevo acomodo, nuevos hábitos de relación? Necesitarás aprenderlos. Suena fácil, pero en la realidad implica vencer muchos obstáculos, porque requiere cambios muy profundos. Te voy a dar un ejemplo solamente del primer paso: Amar en lugar de odiar lo que soy. La frase sería: “Me amo con todos mis defectos y virtudes, lo que veo y lo que no veo, lo que me gusta y lo que me disgusta”. ¿Cuál es la primera y más generalizada reacción a esta frase?
- ¡¡No!! ¿Cómo voy a amar mis errores? Seguiría cometiéndolos.
Esta clásica reacción podría traducirse de esta manera: “Yo no aprendo por la buena, solamente por la mala. Necesito castigos para poder cambiar”. Precisamente ésta es la mentalidad que necesita ser modificada, porque el amor (no la ira ni la violencia) es el verdadero motor del mundo.
Acudir a tratamiento es investigar y explorar nuevos hábitos de vida, y luego, implementar un plan para adquirirlos. En tu caso, yo recomendaría uno basado en la teoría de Constelaciones Familiares, pues consiste en descubrir dónde está el amor y cómo puede fluir entre los miembros de una familia, o de una generación a otra.
“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com

lunes, 4 de julio de 2011

MUTISMO

Mi hija de 8 años no habla con extraños, el psicólogo de la escuela le diagnosticó mutismo situacional, no sé la definición pero imagino que se refiere a que es demasiado tímida y siempre quiere escapar. Desde que la maestra se dio cuenta y la mandó a tratamiento, ya tampoco habla con nosotros, se comunica con señas, se aísla y cuando cree que no la vemos habla con cosas, macetas, plantas o el perro. No sé qué les dice porque no puedo oírla, si me acerco se calla de inmediato. Me gustaría saber más sobre este tema, sus causas, cualquier cosa que nos ayude a entenderla mejor.
RESPUESTA
Hablar de todas las posibles causas en este corto espacio resulta imposible, así que me referiré solamente a mitigar el síntoma.
Estoy pensando en que todo niño necesita de sus padres, hermanos, maestros, etc., y hace esfuerzos por comunicarse con ellos, para que lo ayuden a satisfacer sus necesidades. Tu hija, no; al azar encontró un método que podría describirse así: “Mientras menos hablo, más atención me ponen”, ahora la maestra, el psicólogo y sus padres están atentos a todo lo que hace. Esto por una parte, por otra, es evidente que no tiene motivación para crecer y cuidar de sí misma, como si dijera: “Cuídenme ustedes porque yo no lo haré; no sé cómo, no quiero, o no tengo idea de para qué”.
Evidentemente, dicho método puede servirle sólo en casa; en la escuela, pronto o tarde dirán: “aquí no es el lugar adecuado para ella, llévenla a una escuela especial”. Lo siguiente puede hacerse en familia.
Independiente del tratamiento o integrado a él, podría intentarse estimularla y hasta forzarla a hablar con un método de “refuerzo-castigo”, lo cual no significa que le digan: “Habla”, y cuando lo haga aplaudan, se muestren contentos o la premien de alguna manera. Tampoco lo opuesto, que la regañen porque no dice nada; con esto reforzarían tanto su temor como la ganancia: obtener atención bajo su control.
Hasta aquí tenemos identificado lo que podría ser premio y castigo. Premio: mirar, poner atención. Castigo: no mirar, restar atención. También sabemos cuáles conductas son deseables o indeseables: acercarse a la gente y utilizar lenguaje hablado, deseables; alejarse, huir y callar, indeseables.
Dices que se comunica con señas: indeseable. Como hacerlo requiere de un mínimo de acercamiento para hacer contacto, éste debe ser premiado con volverse a mirarla. Cuando aparece la seña, se aplica el castigo: “no entiendo” y volver la mirada a otro lado.
Lo anterior posiblemente provocará un alejamiento mayor o recurrir a otro tipo de comunicaciones no verbales: llanto, berrinche, ira. Indeseables, no deben ser mirados.
Hasta aquí no ha habido una provocación franca para hacerla hablar. ¿Cómo sería ésta? Por ejemplo, llamar las cosas con nombres equivocados: “Ponte el uniforme” y se le entrega un lápiz. Quizá no reaccione las primeras veces, pero luego le será insoportable tanto “desorden” y corregirá el error. ¿Cuándo premiarla? Sólo si utiliza palabras, aunque sea solamente “no”. El premio debe ser nada más una mirada, quizás repetir la palabra que dijo: “¿no?”. Luego, de inmediato, volver la atención a otra parte. Cada vocablo que pronuncie debe ser seguido por una mirada, un instante de atención u otra palabra. Y vuelta a comenzar.
Considero que es pesada la aplicación del método, por el grado de atención controlada que requiere. Observando con detenimiento, es posible que este mismo método haya sido aplicado ya, sólo que sin estar conscientes de cuáles conductas se estaban premiando y castigando. Ojalá te sea de utilidad.

MUTISMO

Mi hija de 8 años no habla con extraños, el psicólogo de la escuela le diagnosticó mutismo situacional, no sé la definición pero imagino que se refiere a que es demasiado tímida y siempre quiere escapar. Desde que la maestra se dio cuenta y la mandó a tratamiento, ya tampoco habla con nosotros, se comunica con señas, se aísla y cuando cree que no la vemos habla con cosas, macetas, plantas o el perro. No sé qué les dice porque no puedo oírla, si me acerco se calla de inmediato. Me gustaría saber más sobre este tema, sus causas, cualquier cosa que nos ayude a entenderla mejor.
RESPUESTA
Hablar de todas las posibles causas en este corto espacio resulta imposible, así que me referiré solamente a mitigar el síntoma.
Estoy pensando en que todo niño necesita de sus padres, hermanos, maestros, etc., y hace esfuerzos por comunicarse con ellos, para que lo ayuden a satisfacer sus necesidades. Tu hija, no; al azar encontró un método que podría describirse así: “Mientras menos hablo, más atención me ponen”, ahora la maestra, el psicólogo y sus padres están atentos a todo lo que hace. Esto por una parte, por otra, es evidente que no tiene motivación para crecer y cuidar de sí misma, como si dijera: “Cuídenme ustedes porque yo no lo haré; no sé cómo, no quiero, o no tengo idea de para qué”.
Evidentemente, dicho método puede servirle sólo en casa; en la escuela, pronto o tarde dirán: “aquí no es el lugar adecuado para ella, llévenla a una escuela especial”. Lo siguiente puede hacerse en familia.
Independiente del tratamiento o integrado a él, podría intentarse estimularla y hasta forzarla a hablar con un método de “refuerzo-castigo”, lo cual no significa que le digan: “Habla”, y cuando lo haga aplaudan, se muestren contentos o la premien de alguna manera. Tampoco lo opuesto, que la regañen porque no dice nada; con esto reforzarían tanto su temor como la ganancia: obtener atención bajo su control.
Hasta aquí tenemos identificado lo que podría ser premio y castigo. Premio: mirar, poner atención. Castigo: no mirar, restar atención. También sabemos cuáles conductas son deseables o indeseables: acercarse a la gente y utilizar lenguaje hablado, deseables; alejarse, huir y callar, indeseables.
Dices que se comunica con señas: indeseable. Como hacerlo requiere de un mínimo de acercamiento para hacer contacto, éste debe ser premiado con volverse a mirarla. Cuando aparece la seña, se aplica el castigo: “no entiendo” y volver la mirada a otro lado.
Lo anterior posiblemente provocará un alejamiento mayor o recurrir a otro tipo de comunicaciones no verbales: llanto, berrinche, ira. Indeseables, no deben ser mirados.
Hasta aquí no ha habido una provocación franca para hacerla hablar. ¿Cómo sería ésta? Por ejemplo, llamar las cosas con nombres equivocados: “Ponte el uniforme” y se le entrega un lápiz. Quizá no reaccione las primeras veces, pero luego le será insoportable tanto “desorden” y corregirá el error. ¿Cuándo premiarla? Sólo si utiliza palabras, aunque sea solamente “no”. El premio debe ser nada más una mirada, quizás repetir la palabra que dijo: “¿no?”. Luego, de inmediato, volver la atención a otra parte. Cada vocablo que pronuncie debe ser seguido por una mirada, un instante de atención u otra palabra. Y vuelta a comenzar.
Considero que es pesada la aplicación del método, por el grado de atención controlada que requiere. Observando con detenimiento, es posible que este mismo método haya sido aplicado ya, sólo que sin estar conscientes de cuáles conductas se estaban premiando y castigando. Ojalá te sea de utilidad.

lunes, 27 de junio de 2011

KARMA

He leído como siempre sus artículos, el único día de la semana que compro el a.m. es el martes, y sólo por leerlos. Tengo un comentario que hacerle acerca de la grandeza de Dios, de la vida: Ud. dijo que cuando se está en paz con Dios y se aceptan sus designios tenemos paz interior, independientemente de la felicidad y/o la tranquilidad. Es obvio que DEBE EXISTIR DIOS.
Estos dos últimos años han sido una losa pesada y ya una vez dije que estaba harto, pero lo vivido me ha servido mucho para conocer a Dios, desde primero blasfemar hasta llegar a reconocer su grandeza, arrepentirme, pedirle perdón y saber que lo más importante en esta vida es conocerlo y sobre todo amarlo, independiente de si lo "estudiamos". Tanto tiempo batallando por salir adelante en la vida y en diversos problemotas INJUSTOS, tanto que le meto potencia a las cosas y de todos modos no salen... ya hasta me estoy haciendo paranoico o he llegado a pensar que a lo mejor estoy pagando un karma... pero no sé qué karma o cual. Tal vez un pendiente de otra vida. No sé si me pueda Ud. hacer algún comentario al respecto, el cual le agradeceré.
RESPUESTA
Gracias por leer esta columna, tus reconfortantes palabras y el comentario. Me alegro por ti de que hayas pasado de “estar harto” a reconocer la grandeza divina y que lo más importante es conocer y amar a Dios. Dice un refrán: “Pelearse con todos, menos con la cocinera”, y significa que es importante la armonía con aquello que es la fuente que nos surte de lo que necesitamos; para algunos puede llamarse Dios; para otros, espíritu, universo, alma, caudal interior, propio potencial, etc. Importa menos el nombre que el reconocimiento de que existe un manantial, con el cual debemos mantener buena relación o saldríamos perdiendo.
Ya que estás en camino y llevas recorrido un buen trecho, puedes dar un siguiente paso. Actualmente te encuentras mirando tu gran esfuerzo en resolver “problemotas injustos” y dudando si a lo mejor estás “pagando un karma”, que no sabes cuál es. Este siguiente paso consistiría en modificar el punto hacia dónde diriges tu mirada. La mirada nos conduce, nos marca el rumbo. En lugar de orientarla al pasado, podrías enfocarla en el presente; en lugar de a la justicia o injusticia, enderezarla hacia el reto y la oportunidad.
Es cierto que el pasado contiene explicaciones de lo que ocurre en el presente, pero son sólo eso, explicaciones, no mueven a la acción. Es distinto ocupar la mente en investigar el porqué de algo, que en descubrir una solución. Podemos decir: “Sé que la causa de mis males fueron mis padres, maestros, amigos, circunstancias, un karma…”, y con ello sentirnos justificados para echarles la culpa, sentirnos impotentes y permanecer en la situación.
Respecto a la justicia o injusticia, podemos pensar: “Estoy siendo víctima, porque no es justo que yo tenga estos problemas”, o: “Es la justicia del karma, quién sabe qué deberé y tengo que pagar”. Tales pensamientos nos distraen de lo principal: vivir en plenitud, lo mejor que podamos, sean cuales fueren nuestras circunstancias. Cuando enderezamos nuestra mente hacia el reto y la oportunidad, pensamos: “Estas dificultades me hacen crecer y evolucionar”, o: “Si debo un karma, agradezco la oportunidad de pagar y haré que me resulte provechoso”.
Ya te hice el comentario que pediste, ojalá sea de tu agrado. Te deseo plenitud de vida y salud.
“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com o al teléfono 7 63 47 28

TOCARSE Y AMARSE

Me gustaría que en algún artículo hablara sobre el tema de cuando una persona no encuentra su camino, no le encuentra sentido a su vida, y como puede enfrentar eso, espero que tome en cuenta mi opinión.
RESPUESTA
Todos los caminos son iguales: no llevan a ninguna parte. También lo opuesto es verdadero: todos tienen un destino. Conocer a dónde queremos llegar, eso nos hace sentir que estamos sobre el camino adecuado.
Cada vez que uno siente que su vida carece de sentido y no encuentra el camino, está recibiendo una información extremadamente valiosa: tiene la mirada puesta en cosas que no le interesan. Una dolorosa confusión acompaña esta apatía. Ambos elementos constituyen la información a que me refiero. El sabio interior está hablando. Por un lado, dice: “Eso no es lo tuyo”, y por otro: “Puedo guiarte y lo haré, igual que con el juego infantil de ‘frío’ y ‘caliente’; si te duele es frío, si deja de doler, vas acercándote”.
¿Acercándose a qué o a dónde? A sí mismo. Al propio corazón. A lo que verdaderamente interesa. Exactamente el problema está cuando alguien no tolera estar consigo mismo ni un minuto, prefiere dormir, leer, ver televisión, comprar compulsivamente, trabajar hasta el agotamiento, meterse en vidas ajenas, ayudar a los demás, beber, drogarse o incluso morir.
¿Cómo sucede que un niño (los niños son egocéntricos, se tocan, juegan, viven el momento presente) se convierte en un adulto que no tiene permiso de tocarse, sentirse, conocerse, y mucho menos hacer algo en provecho propio? Sucede por amor a su familia. Prefiere amarla que volverse distinto. Cree sin titubear lo que le enseñan con ejemplos y palabras. Permite que le hagan creer una o más de las siguientes absurdas y usuales opiniones: vale más caer en gracia que ser agraciado; lo que tú pienses de ti mismo no es base, fíjate que piensan los demás de ti; es más digno de estimación un regalo que un pago; mirar hacia tu interior es malo; tocarte es pecado; sentir lo que verdaderamente sientes es incivilizado; adueñarte de tu propia vida es ser egoísta; afuera de ti está lo que puede hacerte sentir bien: cosas materiales, éxito, reconocimiento, admiración, aplauso, amor, fama, fortuna…; y otras por el estilo, que ponen el timón de la propia vida en manos ajenas.
Si existe una trayectoria, es decir, la posibilidad de acercarse o alejarse, hay un camino, aunque no lo parezca. Culturalmente somos invitados a vaciarnos de nosotros mismos y olvidarnos, con lo cual vamos perdiéndonos de nuestra cercanía. Por emocionante que le parezca a una persona perseguir una ilusión que la aleja de sí misma y de ser simplemente lo que es, y aunque crea que está bien ubicada, llena de motivación, en el camino correcto, no lo está, porque se posee cada vez menos. Y cuando no puede poseerse, su vida no tiene sentido.

lunes, 13 de junio de 2011

Día del padre

Qué bueno que exista un día para felicitar a los papás. En éste hay permiso para reconocer la importancia del padre y el profundo amor que el hijo o hija tienen para él. Amor indestructible. Sobrevive en las más adversas circunstancias, en ocasiones oculto bajo una gruesa capa de resentimiento o de lealtad hacia la madre. Pero ahí está. Es el impulso masculino que libera al hijo del “hechizo de mamá” y lo lanza fuera del nido, al mundo exterior, a la conquista.
Qué importante es mamá. Ella es útero, casa, lo interior, receptividad, la relación del hijo consigo mismo. El proceso no está completo sin la intervención de papá. Él es lo que penetra, el sembrador, dar de sí, volcarse hacia lo exterior, la relación del sí mismo con el mundo de afuera.
Hace algunas décadas, un autor definió al mexicano en estos términos: “Exceso de madre, ausencia de padre y abundancia de hermanos”. Si tal afirmación fuera verdad, estaría describiéndonos como sujetos domésticos, aferrados a lo conocido, temerosos de lanzarnos a lo nuevo e incapaces para concretizarlo, trabados en una lucha por la supremacía con los de la propia casa. ¡Qué importante es papá! Él debe respetar, resistir y superar el impulso del hijo a quedarse con mamá y seducirlo a triunfar en su medio ambiente, hacerlo exitoso.
Entre nosotros, el día del padre es, con mucho, menos popular que el día de la madre. Todavía existe en demasía el “mis hijos”, en lugar de “nuestros hijos”. Pero en esta festividad es posible detener la corriente de la costumbre, volverse a mirar a papá con amor y decirle, en voz alta o en el corazón: “Tú eres mi padre y yo soy tu hijo o hija. Te llevo en mis genes y en mi corazón. Gracias por la vida y por todo aquello que has podido darme. Es suficiente. Lo demás, a mí me toca obtenerlo”.
Quiero narrar una experiencia reciente. Cuando presenté el cuento “Calixto el castor”, que trata de un padre que debe irse de casa y dejar a sus hijos al cuidado de otro castor, una señora compró el librito y lo dejó en algún sitio, a la vista. Su nieta lo tomó, se lo llevó ocultamente a la escuela y allí la maestra lo leyó al grupo. Grande fue la sorpresa cuando aproximadamente diez niños dijeron que tal era su vida, porque no vivían con su papá. En palabras de la niña, vivió una muy buena experiencia al poder hablar con otros niños de lo que cada uno sentía, se hicieron amigos entre sí, y agregó: “Qué lástima que ya se va a acabar el año, porque me gusta tenerlos como amigos”. La añoranza por papá los había puesto en contacto.
Termino diciendo: “Felicidades, papás, gracias por existir”.

lunes, 6 de junio de 2011

IDENTIFICADA CON LAS AMIGAS

Tengo 29 años. Mi consulta proviene de observar que amigas o compañeras a las que yo he considerado exitosas en su profesión, cuando se casan sufren un bajón laboral impresionante y además cambian de carácter, como si perdieran seguridad. Varias teníamos un grupo bonito, dos veces al mes dejábamos a los novios y nos veíamos, pero esto casi se acabó porque algunas se casaron y ya no pueden asistir. Me doy cuenta de que cuando me entero de algo desagradable que les pasa a mis amigas, poco después riño con mi novio y eso me tiene preocupada. Me ha entrado temor a comprometerme y que me suceda lo mismo. ¿Cómo podría quitarme este miedo que me está perjudicando?
RESPUESTA
Un temor es el resultado de percibir determinada situación, procesarla en la mente y llegar a una conclusión desagradable. Por el contrario, si la conclusión es agradable, proporciona esperanza y fe.
Percibir es indispensable. Procesar la información, también. Lo no indispensable es llegar a una conclusión de miedo y permanecer en ella, sin buscar otras más benignas. Por ejemplo: el conductor de un auto debe percibir la carretera y darse cuenta de cuáles tramos son rectos, curvos, de subida o bajada, dónde hay desviaciones, baches o algún accidente, y procesar la información de manera que pueda hacer los ajustes corporales para seguir el camino; pero cometería un error si, al encontrarse con un accidente, en lugar de continuar percibiendo lo que sigue, repitiera en su imaginación una y otra vez la desafortunada escena que vio hasta convencerse de que a él también le ocurrirá lo mismo.
Dices que cuando te enteras de que a tus amigas les pasa algo desagradable, poco después riñes con tu novio. Imagino que te das cuenta de la equivocación, pero no puedes evitar reaccionar. Me haces recordar el tiempo en que aprendí a conducir, hace ya muchos años, en un auto que no tenía espejos laterales, pero luego, un día, cambié a uno que sí los traía. Puedes imaginar la frenada descomunal que instintivamente di al ver que, por la izquierda, otro auto se nos echaba encima. Por supuesto que no era verdad, sólo que mi cerebro procesó como real la imagen que le enviaba un espejo que antes no estaba ahí, y todo mi cuerpo reaccionó de manera automática. No podía conducir así, cada vez que un vehículo se acercaba por detrás, tenía el reflejo de aplicar el freno. Fue necesario que me estacionara a un lado de la avenida y durante un cuarto de hora observara los coches que pasaban a través de la superficie lisa, hasta que mi cerebro asimiló la nueva realidad y dejó de hacerme reaccionar a su presencia. Quizá te sea útil que, cada vez que una amiga te confía alguna de sus dificultades, en tu mente le digas: “Tú allá, y yo acá. Tu vida y la mía son distintas”. Así, aunque sigas queriéndola entrañablemente, podrás percibir que ella y tú son personas que tienen cada una vida y reacciones diferentes.

lunes, 30 de mayo de 2011

HABILIDAD EMOCIONAL

Estoy atravesando una situación difícil con mi ex-novio. Tuvimos una relación muy hermosa, intensa y llena de experiencias. Hace cinco meses que decidí terminar él y ha sido un ir y venir. Por primera vez me había visualizado con una persona, habíamos comenzado a crear proyectos, metas, sueños juntos, y de repente, un día las cosas ya no son como antes...
El tiempo que estuvimos separados valoré mucho la relación y a él, y ahora que yo me siento preparada, con ganas de luchar por conservarlos, él decidió no continuar más, tomó esa decisión la semana pasada, pero igual un par de días antes había decidido luchar, es decir, cambia de opinión constantemente y me desconcierta por completo. Mi pregunta es ¿cómo puedo saber lo que él en verdad quiere? Un día me dice algo y otro me lo cambia. ¿Me haría bien algún tipo de terapia, que me haga menos duro el proceso?
RESPUESTA
Te duele lo que estás viviendo. No es el fin del mundo, pero como si lo fuera; lastima profundamente hacer planes y verlos desmoronarse, sobre todo cuando llevarlos a cabo no depende sólo de tu decisión, sino que es necesaria otra persona. Te es difícil comprender que él cambie de opinión, que diga sí, luego no, otra vez sí y de nuevo no. En casos como el tuyo, puede una desear tanto el sí, que se ve tentada a promoverlo, a convencer al otro y decirle algo como: “Date cuenta de que es posible, que esta relación es buena y conmigo mejor que con nadie, yo te convengo”.
Sin embargo, tú dudaste primero. Hace cinco meses que terminaste la relación. No creo que haya sido capricho, debieron motivarte razones de peso. Luego descubriste que se debe luchar, poner algo de tu parte. Eso ya fue un aprendizaje valioso que sólo se obtiene viviéndolo. Pero él no está seguro y prefiere posponer la oportunidad. Sería imposible e indeseable que lo forzaras. Necesitan espacio, distancia, para que cada uno sepa con exactitud qué desea y calibre las propias capacidades. Tú no puedes hacer por él aquello que le corresponde: saber lo que quiere. Le toca. Es su responsabilidad. Si él permitiera que te tomaras la atribución de decidir en su lugar, algo habrían perdido ambos para siempre y llevarías sobre tus espaldas toda la carga de la relación. ¿Has conocido a personas, hombres o mujeres, que estando en pareja, sólo ellas parecen aportar algo?
Dices bien cuando preguntas si una terapia haría menos duro el proceso. Pienso que sí, por la posibilidad de hablarlo. Aprenderías el doble. Quizá decidas tomarla y sacar mayor provecho de este reto que la vida te presenta: manejar adecuadamente emociones que, por su magnitud, ofrecen un mayor grado de dificultad. Pasaste a otro nivel. Similar a cuando uno aprendió a conducir un auto en el campo o en calles solitarias y un día debe meterse al tráfico. Hace lo mismo que ya sabe: llevar el volante, cambiar velocidades y frenar, pero además, tiene que poner atención a los otros autos, ciclistas, motociclistas, peatones, semáforos, glorietas y cruces de calles. Algunas personas dicen: “No puedo”, y otras, aun con temor, insisten y pasado el tiempo conducen tranquilamente, porque ya adquirieron la habilidad.
Te deseo que aproveches satisfactoriamente esta oportunidad de ampliar tu inteligencia emocional.

lunes, 23 de mayo de 2011

MIEDOS Y FE

Mi problema es que tengo miedos: de hablar, de salir a la calle, de conseguir un trabajo y que alguien hable de mi pasado o suelte rumores sobre mi alcoholismo. Leí su artículo que habla de Dios, porque entiendo que se refiere a Dios cuando dice Sabiduría. Allí dice que uno necesita entregarse y tener fe. Yo tengo fe, creo en Él y también tengo fe en que voy a amanecer mañana, pero no aprendo a vivir el día, me acuerdo de mis errores y ellos me derrumban. Estoy seguro de que necesito ayuda y no sé cómo comenzar. Quiero cambiar porque me siento demasiado mal y arrepentido.
RESPUESTA
Los humanos vivimos de fe. La mayor parte de lo que pensamos y creemos es fe. Fe en los científicos cuando hablan de bacterias, pues no tenemos microscopio para verlas y que nos conste. Fe en que la oruga pasará por tal calle a tal hora, pues no sabemos con seguridad si lo hará esta vez, sin embargo la esperamos en la parada… La llamo fe, porque no es posible que nos cercioremos absolutamente de todo y nos vemos obligados a creer lo que nos entrega el filtro de nuestra interpretación.
Los miedos son fe al revés: en lugar de estar uno convencido de que algo bueno está por suceder, se espera lo malo con igual convicción.
Tú tienes miedos; esperas lo peor. Intuyo que tu interpretación actual es más o menos así: “He cometido demasiados errores; por lo tanto, sólo puedo esperar eventos desgraciados”. Como la fe mueve montañas, exactamente así sucederá. Siempre recibimos lo que nuestra fe solicita, aquello para lo cual tenemos ojos. No podemos ver lo demás, aunque esté presente. Necesitas cambiar el contenido de tu fe.
¿Cómo se hace? Modificando la interpretación. En lugar de: “mis errores me condenan”, puedes pensar que ellos son detonadores de un interés urgente por descubrir lo esencial. Sin tus errores, probablemente continuarías, por inercia, en la trayectoria que te marcaron eventos ocurridos durante la infancia o más atrás, en la historia familiar antigua, que probablemente ni siquiera conoces. Todos somos producto y encarnación de las experiencias de nuestros padres, abuelos, bisabuelos…, y nacemos con la posibilidad de dar un giro, para bien o para mal, en el rumbo que determinaron los estilos de vida que nos fueron inculcados.
Cambiar el contenido de la fe es pasar del pensamiento “estoy mal, en todo me va mal y sólo puede irme peor”, a este otro: Mi Poder Superior me conoce, me toma como soy, me enseña y conduce hacia mi bien. Sólo pide que yo esté disponible para Él transformar mi vida”.
Tomé el concepto anterior de la literatura de AA. Te recomiendo asistir a estos grupos, en ellos podrías comprobar que otras personas han cometido errores similares a los tuyos y se propusieron renacer, transformando sus equivocaciones en fuerza y determinación, a través de un programa de doce pasos que han practicado millares de individuos que se sentían como te sientes tú. Podrías observar a los recién llegados, con su carga de miedos y remordimientos. A los que llevan un tiempo practicando el descubrir un universo nuevo, con estilos de vida nuevos. También a los que asisten a pocas sesiones y se marchan, decidiendo que eso no es para ellos y prefieren “malo por conocido que bueno por conocer”. Te darías cuenta de que es más fácil conservar la desdicha y la desesperación, que confiar las riendas de la propia vida a un Poder Superior que conduce a todos a su mayor bien.

lunes, 16 de mayo de 2011

PRESENTARÉ OTRO LIBRO

Hoy quiero compartirles que presentaré un cuento ilustrado para niños en la Feria Nacional del Libro. Será el jueves 19 a las 11 am, en el área de talleres. Se llama “Calixto el castor”. Se refiere a la necesidad infantil de ver a los papás unidos. El autor del personaje y de la historia es un niño de 9 años, Leonardo Adrián Ramírez Luna, mi nieto, quien me dictó el cuento cuando estaba por cumplir 8, y dijo: “Si lo publican, no vayas a decir que lo hiciste tú sola”. Accedí. Con el mayor de los gustos le puse gramática, agregué detalles al desenlace y supervisé las ilustraciones. Lula Prado hará la introducción. Los Figus serán los cuentacuentos y al final, regalarán tres ejemplares a los niños que hayan entendido y puedan responder. Luego, las firmas serán en el estante de Porrúa. Leonardo y yo estaremos allí, pluma en mano, experimentando el placer de autografiar libros.
El viernes 20, a las 11 am. Los Figus harán una representación teatral del cuento que presenté el año pasado: “Amor con púas”, también para niños, sobre cuando uno lastima o es lastimado. Habrá tres ejemplares de regalo para los asistentes que contesten bien.
El miércoles 18 habrá dos talleres para preadolescentes, uno, “De niña a mujer”, a las 11 am., y otro, “De niño a Varón”, a las 12 medio día, ambos basados en mis obras del mismo nombre. A los asistentes a taller se les venderán estos libros en $10.00, también se les proporcionarán dos direcciones de correo electrónico a fin de que puedan hacer consultas particulares gratuitas con quienes impartirán los talleres o con quien esto escribe, si así lo desean.
Con los libros mencionados completo ocho. El año pasado presenté “Biografía del amor”, supuesta entrevista en la que el amor habla, describiendo las etapas del proceso en que él toma forma, nace, se estanca o desarrolla, se vuelve autoestima, luego afecto y respeto por el otro, sigue adelante y termina en espiritualidad. En 2008 fue “Las buenas mujeres”, novela que sobre los cambios vertiginosos que ha tenido el pensamiento femenino, mismos que en ocasiones nos dejan sin saber qué es bueno o malo. Todos ellos pueden ser adquiridos en la Feria Nacional del Libro, se encuentran en Porrúa, Sótano, Gonvill, librería Catedral y Papiros. En cambio, el libro “Lo mejor de lo peor” se consigue solamente en Trillas.
Nos vemos en la Feria Nacional del Libro de León, Gto.

lunes, 2 de mayo de 2011

RETOS DE LA VIDA

Me divorcié y ahora tengo otra pareja, también divorciada. Ambos tenemos dos hijos; ella, dos niñas; yo, niño y niña. Vivimos cada uno en su casa. No sé por qué le pienso para volverme a casar, aunque nos llevamos bien y ella lo desea, ¿será un trauma que saqué de mi primer matrimonio? Porque nos volvimos como enemigos, haga de cuenta la película Kramer vs. Kramer. Me preocuparía que yo hubiera quedado incapacitado para una buena relación, ¿es posible?
RESPUESTA
Te encuentras ante una importante lección de la vida, ¿cuál será? Existen personas para quienes la experiencia de pasar por un divorcio, accidente, limitación, fracaso, enfermedad, pérdida o dolor de cualquier tipo, se convierte en maestra de sus vidas, las motiva a indagar lo esencial y pasar a un nuevo nivel de desarrollo. Para otras, en cambio, el evento marca el inicio de una hecatombe de la que no vuelven a salir. Dicen: “Quedé traumado”, “desde aquello no he vuelto a ver la mía”, “caí en depresión”, y tantas cosas más.
La diferencia está en la manera de interpretar los acontecimientos. No es lo mismo: “Este horrible suceso es una oportunidad y un reto”, que: “Es mi final, nunca podré recuperarme”.
El desarrollo humano y espiritual de una persona necesita retos, y la Sabiduría Superior nos los proporciona. Nadie de nosotros tiene autoridad suficiente para cuestionar los métodos con los cuales nos conduce a determinado conocimiento o experiencia. Para ti fue un divorcio colmado de peleas. Si es verdad que “Dios escribe derecho sobre renglones torcidos”, puedes confiar en que Él te dio algo bueno, aunque no se haya ajustado a los renglones (directrices) que nos gusta colocarle acerca de “lo que sería correcto” y lo que “Él debería” hacer, darnos o exigir.
Tienes muchas cosas nuevas que aprender. Ciertamente, una segunda relación es más complicada que la primera, pues lo vivido deja consecuencias: hijos, vínculos, hábitos, expectativas…, que deben ser reconocidos y tener un lugar propio. Un segundo marido, (lo mismo a la inversa, una segunda esposa), necesita convenir en que es el segundo y que la mujer está vinculada con el primero y con sus hijos. Sólo así puede tomarla como esposa. De lo contrario, se enfrascará en una lucha perdida contra la realidad.
Es posible observar cuando lo descrito no sucede: la nueva pareja pretende sentirse mejor que la primera, inclusive exige que así se le reconozca, experimenta alegría cuando se critica o condena a la anterior, y con ello cree tener mayor seguridad de que podrán tener una buena relación. No es así. Tomar como punto de referencia a la primera pareja de la pareja conduce tanto a huir compulsivamente de cualquier semejanza, como a imitarla.
Lo vivido, aunque pasado, tiene consecuencias que llegan hasta el momento actual, consecuencias que deben ser aceptadas. Por ejemplo, la culpa. Como nadie se casa con la intención de divorciarse, ocasiona culpa el comparar los hechos con las ilusiones. Hay que vivir con esta culpa y admitir: “hice lo que pude y fui capaz de hacer, distinto a lo que deseaba”. Someterse a vivir con la culpa da fuerza; en cambio, la culpabilidad debilita: “si yo fuera bueno, cambiaría los hechos y los ajustaría a mis ilusiones”. Se necesita humildad para reconocer las propias limitaciones y permanecer en paz.
Generalmente, un trauma es una resistencia aparentemente insuperable contra los hechos: “Esto no debió ocurrir jamás”, “¿por qué a mí?”, “¿por qué tan mal?”, “no es mi culpa”, “es injusto”, etc., etc. Asentir a lo que es, como es, disuelve la tensión y se convierte en fortaleza. ¿Qué prefieres, pensar que tienes un trauma, o un reto?

lunes, 25 de abril de 2011

Matrimonio de por vida

Mi matrimonio está prendido con alfileres por causa de mi mujer, ella tiene pensamientos que a mí no me van, dice que nos casamos muy jóvenes y es cierto, ella de 16 y yo de 20, pero eso no justifica lo que dice, que le hace falta vivir la etapa que se brincó porque no tuvo adolescencia ni juventud ni oportunidad de terminar su carrera, quiere estudiar, salir con amigas y descansar por un tiempo de unas obligaciones que tomó a una edad en que no estaba preparada, exige que yo acepte o le dé el divorcio. Los niños, tenemos tres, por ahora están unos días con mi mamá y otros con la mamá de ella. Yo fui educado en la creencia de que el matrimonio dura hasta que la muerte nos separe, pero ella dice que eso es un chantaje, y le digo que tenemos la obligación moral de seguir juntos y seríamos irresponsables si nos dejáramos.
RESPUESTA
Existe un ideal muy difundido, que el matrimonio debe durar de por vida. No cabe duda que esto es muy grande y bello… cuando se logra. Actualmente, cada vez ocurre menos.
Vivimos dentro de un movimiento social que nos supera y arrastra, por el que muchos matrimonios terminan. Sentimos la tentación de compararlos con el ideal mencionado y condenarlos. También nos percibimos culpables por no poder realizar dicho ideal. Estamos hablando de uno de los temas que más duelen en la actualidad y que las religiones, los gobiernos, los adelantos tecnológicos y científicos, las asociaciones filantrópicas, etc. no han podido disminuir o contener.
¿Qué es un ideal? Es una construcción mental que motiva a las personas, a través de una interpretación de la realidad.
Los ideales pueden ser acertados o equivocados, y de todas maneras mover las conductas hacia donde ellos apuntan. A través de la historia podemos contemplar ideales que fueron poderosos y proporcionaron “sentidos de vida” en su tiempo, que ya no funcionan, como el de creer que la tierra era plana y centro del universo. Un día, alguien salió con “el absurdo” de que se trataba de una esfera y giraba alrededor del sol, ¡qué blasfemia! Ignorantes y eruditos de la época defendieron la creencia que cimentaba sus vidas, y se preguntaban: ¿acaso puede haber más “tierras”?, ¿otras creaciones?, ¿y la redención qué?, ¿también allá mandó Dios a su Hijo?, ¿o no pecaron? La humanidad tardó casi dos siglos en asimilar el nuevo ideal o explicación, y mientras tanto, surgía un nuevo mundo: América. Incógnitas similares: Sus habitantes ¿tienen alma?, ¿son hijos de Adán y Eva, o hubo varios paraísos terrenales?, ¿es lícito esclavizarlos como bestias? El ideal de evangelizar a los indígenas condujo a su casi extinción. Más cerca en el tiempo, otro ideal, el de la super raza, acarreó una guerra mundial. Debió ser muy traumático para los sobrevivientes que lo sustentaban, comprobar que la “super raza” perdía la guerra y debía ocupar un lugar común entre los demás seres humanos.
Hoy la historia nos presenta una incógnita igualmente dura y difícil de resolver. El ideal en el que crecimos reza así: la familia está formada por padre, madre e hijos; pero en la práctica, niños tienen dos “papás” o dos “mamás” y dos o más casas donde vivir, los adultos reclaman para sí el derecho de tener vidas individuales después de haber sido padres, los homosexuales el de adoptar hijos, y la familia parece estar adquiriendo una fisonomía más variada. ¿Conocemos la solución? No. ¿Crees que tu mujer rectificaría si yo contestara que debe volver y hacerse cargo de su familia? Posiblemente no. Creo que necesitas otros métodos.

JUAN MATUS

Hace algunas décadas que los libros de Carlos Castaneda hicieron furor y dieron la vuelta al mundo. Quienes los leyeron, yo por ejemplo, pudieron adentrarse y admirar mucho del conocimiento de los antiguos indígenas. El autor describe su experiencia con Juan Matus, un indio yaqui que no sólo le expuso la cosmogonía precolombina y actual de su etnia, sino que le enseñó a adentrarse en lo que él llamaba el mundo de los brujos o de los hombres de conocimiento. Es un fascinante relato que rescata prácticas y creencias que para mí resultaron tan increíbles como alucinantes, y no tenían cabida en nuestra concepción “criolla” del hombre y de la naturaleza. En aquel tiempo, pensé: ¡qué interesante sería conocer a Juan Matus y hacerle preguntas!
Pasaron los años y prácticamente olvidé aquellas lecturas, pero recientemente me llevé la sorpresa de saber que en Alemania iban a presentar al hombre conocido como Juan Matus, cuyo nombre verdadero es Tata Kachora, quien ya antes había sido invitado por el Dalai Lama, y que al inicio de esta primavera realizaría una ceremonia en Tecate, BC. No asistí, detenida en los vaivenes de pensar que la información proveniente de Internet lo mismo puede ser confiable que simples fantasías, ¿será Juan Matus o no? Me preguntaba.
Una amiga sí asistió, regresó contando que había multitud de personas de todos colores, provenientes de muchas partes del mundo, reunidas para la celebración. No es todo. Ella invitó a Tata Kachora a venir a León el próximo mes de mayo, y él aceptó hablar en público y conceder entrevistas personales con quienes lo desearan. Pensé: es posible que entre mis lectores exista alguno a quien le interese, voy a comunicar lo que sé y pienso, ya cada uno verá si le parece atrayente. Por lo pronto, yo iré. Desde en tiempos de mi lectura me quedé con una interrogación, Juan Matus le dice a Carlos algo como esto: la vejez es un acuerdo que tomaron sin estar yo, y no tengo por qué atenerme a él.
Mi amiga me proporcionó los siguientes teléfonos para hacer contacto: Fijo: 763 02 77, nextel:
Ángeles Ruelas 161 56 12, ID 52*24 20 63*1 y Adriana Podio ID 56*145*9369

NIÑOS PRECOCES

Mi nieta de tres años se queda a veces a dormir conmigo. Me sorprende de muchas maneras, pero me impactó descubrirla haciendo movimientos raros, como de hombre teniendo relaciones. Ya la había visto que se montaba en algún sillón o se ponía un cojín entre las piernitas, y esta vez se subió a mi pierna. Le pregunté: ¿Eso qué es? Dijo: Te estoy dando masaje. ¿Quién te enseñó? Mi tía Tal. Es una niña de seis años. ¿Y a ella quién le enseñó? Mi tío Cual. Otro niño de diez, ambos de la familia de mi nuera. Van mucho para allá. No he sabido qué hacer, porque si le digo a mi nuera no me va a creer y posiblemente se enoje, y mi hijo es tan explosivo que temo su reacción. ¿Habrá que llevar a la niña a tratamiento?
RESPUESTA
Te felicito por tu prudencia. No armaste impulsivamente un lío. Estás detenida, tomándote tu tiempo, pensando cuál será la mejor manera de manejar el asunto. A veces, un evento así pone de manifiesto nuestros miedos y queremos “acabar con esto para siempre”, como si fuera posible y deseable: “Hay que darles un castigo ejemplar”, “que ya no se junte con esos niños”, “¿A quién le pongo una demanda, ante cuál autoridad?”, “¿qué clase de tendencias traerá esta niña?”.
La reacción de los adultos frente al descubrimiento infantil de las zonas erógenas es de capital importancia, pues da pautas de comportamiento al futuro adulto. Hace la interpretación básica del significado de los impulsos sexuales, que están presentes toda la vida.
Cierto que los niños de ahora nos sorprenden, parecen traer chips integrados que antes no existían, o que funcionaban con mayor sigilo. Tu nieta, absolutamente sin malicia, siente la confianza suficiente para preguntarte con acciones: “Mira, abuela, otros niños y yo descubrimos esto. ¿Qué opinas?”. Es imposible dejarla sin respuesta, pues incluso el no contestar contiene una visión, como si dijeras: “Perfecto, sigue adelante”, o: “Arréglatelas sola, aquí no hay permiso para hablar de eso”.
¿Qué se debe cuidar? Sobre todo la relación de la niña consigo misma y con su familia: sus padres, primos, tíos y abuelos. En este caso, fue algo que ocurrió entre la pequeña y tú, y tú eres la adulta. Te toca poner los puntos sobre las íes. Invitar a otros a que participen puede afectar la interacción entre ustedes dos y con la familia. Necesitas poner límites, hablar de modales e introducir los conceptos de “espacio vital”, “respeto”, “auto control” y “tiempo y lugar”, con palabras y actitudes que ella pueda entender.
Lo anterior significa que así como no se debe entrar en una casa ajena sin ser invitada, tampoco es adecuado “ofrecer masajes” si la otra persona no quiere. Puedes decir algo como: “Eso no me gustó. Estoy de acuerdo que te sientes en mis piernas si vas a estar quietecita. Siempre y cuando yo quiera. No será buen momento cuando estoy en la computadora o haciendo la comida, y si quisieras que a fuerza, me enojaría y te pondría mala cara”. Respecto a modales y auto control: “En la familia tratamos de ser bien educados, no eructamos en la mesa ni subimos los pies a los asientos del coche. Cuando queremos hacer pipí o popó, vamos al baño y dejamos todo limpio. Hay adultos y niños que son mal educados y no les importa: rayan las bancas en misa, corretean y atropellan a los clientes en el restaurante, se comen los mocos enfrente de todos o hacen movimientos como esos que no me gustaron, sin fijarse en quién los ve y qué imagen dan”. También: “Tú no hagas lo que hacen los niños mal educados, y si alguno sigue o te quiere obligar, puedes decirle “no” con firmeza, y comunicar a tus papás lo que sucede”.
Lo anterior es sólo un ejemplo, no debe ser puesto en práctica textualmente. Tú conoces mejor a tu familia y sus circunstancias, confía en tu buen juicio y haz lo que tu amor te dicte. Posiblemente evitarás que lleven a la niña con el especialista a esa edad tan temprana, ella podría interpretar de mil maneras el hecho de “necesitar” tratamiento, cuando en realidad sólo está creciendo en un mundo alocado.