En “Mandatos y programaciones I” hablé sólo de los
mandatos y me quedé en que repetir un
destino es similar a que dos personas canten la misma canción, cada una a su
estilo, conservando la música y la letra; es decir, los elementos de la canción.
Ejemplo de mandato: una abuela queda viuda a los cuarenta y la nieta se
divorcia a esa misma edad. Los elementos son la edad y la separación. Y que repetimos
los destinos de nuestros padres y ancestros porque somos configurados dentro de
la misma familia, en el mismo crisol que ellos, con los mismos mandatos y
programaciones que fue creando la historia familiar, los cuales quizá ya no
correspondan a la actualidad, pero fueron necesarios cuando ocurrió algún
evento desolador. Todo lo anterior nos provee de un “radar” para ser atraídos a
situaciones similares a las vividas por los ancestros, situaciones en las que dichos
mandatos y programaciones engranaban bien, algo así como: “Yo no necesito un perro;
pero como heredé una correa, croquetas y
casita, voy a conseguirme uno. Si no lo hago, me sentiré culpable de tirar lo
heredado, como si traicionara a quien me lo dejó”.
Ahora hablaremos de las programaciones. Éstas provienen
de la capacidad del cerebro para construir “atajos”, es decir, unidades de
conductas en respuesta a un detonador. Por ejemplo, al leer, ya no decimos: la
eme con la a, ma… sino que el cerebro nos da palabras o ideas completas de un
solo vistazo. Si digo: los catos cazan ratones, se nos viene la idea de un
felino que atrapó a un roedor. ¿Cuántos de ustedes notaron que no decía
“gatos”, sino “catos”? ¿O notándolo, de
todas maneras continuaron con su lectura? Esto comprueba que el detonador puede
variar y obtener la misma respuesta. Observa la flexibilidad de nuestro
cerebro. ¿Puedes leer lo que dice enseguida? 0R6ULL050. 3573 M3N54J3 35 94R4
D3M057R4R L45 C0545 74N 1NCR31BL35 QU3 9U3D3 H4C3R NU357R0 C3R3BR0.
Resumiendo: Las programaciones son atajos en los que un
detonador dispara una serie de conductas. El detonador puede ser igual o
parecido al detonador original. Ejemplo de detonador: unos platos sucios. Programación:
algunas personas deben lavarlos de
inmediato, aunque estén agotadas y la familia quiera dormir, porque su mente exige
no dejarlos para después. Puede ser algo más sutil. Detonador: la pareja llega
con retraso a casa. Programa: “¿Dónde estabas?, ¿por qué me mientes?, ¿me estás
pintando el cuerno?, ¿con quién?, déjame ver las llamadas de tu celular”.
¿Un mandato y una programación pueden eliminarse? Sí,
desde la conciencia. Mientras continúen siendo inconscientes, son insuperables;
constituyen nuestro “robot” interno que tiene respuesta para todo. Sólo dándonos
permiso para caer en cuenta de su existencia, tendremos cierta posibilidad de
modificarlos. ¿Cómo? Igual que haríamos para detener una canción: quitar el
disco y poner otro, con otro contenido; es decir, proporcionándole al
inconsciente “alternativas de flujo” distintas. ¿Cuándo puede hacerse el cambio?
En el fugaz momento del presente que existe entre el futuro y el pasado. Ahí se
toman las decisiones. Y entonces ¿se siente uno feliz? No del todo; una parte
de nosotros se alegra con el cambio, pero otra debe enfrentarse con la culpa de
no haber obedecido. Sin esta culpa no puede haber desarrollo.
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