lunes, 25 de febrero de 2013

MANDATOS Y PROGRAMACIONES II


En “Mandatos y programaciones I” hablé sólo de los mandatos y me quedé en que  repetir un destino es similar a que dos personas canten la misma canción, cada una a su estilo, conservando la música y la letra; es decir, los elementos de la canción. Ejemplo de mandato: una abuela queda viuda a los cuarenta y la nieta se divorcia a esa misma edad. Los elementos son la edad y la separación. Y que repetimos los destinos de nuestros padres y ancestros porque somos configurados dentro de la misma familia, en el mismo crisol que ellos, con los mismos mandatos y programaciones que fue creando la historia familiar, los cuales quizá ya no correspondan a la actualidad, pero fueron necesarios cuando ocurrió algún evento desolador. Todo lo anterior nos provee de un “radar” para ser atraídos a situaciones similares a las vividas por los ancestros, situaciones en las que dichos mandatos y programaciones engranaban bien, algo así como: “Yo no necesito un perro; pero como heredé una  correa, croquetas y casita, voy a conseguirme uno. Si no lo hago, me sentiré culpable de tirar lo heredado, como si traicionara a quien me lo dejó”.

Ahora hablaremos de las programaciones. Éstas provienen de la capacidad del cerebro para construir “atajos”, es decir, unidades de conductas en respuesta a un detonador. Por ejemplo, al leer, ya no decimos: la eme con la a, ma… sino que el cerebro nos da palabras o ideas completas de un solo vistazo. Si digo: los catos cazan ratones, se nos viene la idea de un felino que atrapó a un roedor. ¿Cuántos de ustedes notaron que no decía “gatos”, sino  “catos”? ¿O notándolo, de todas maneras continuaron con su lectura? Esto comprueba que el detonador puede variar y obtener la misma respuesta. Observa la flexibilidad de nuestro cerebro. ¿Puedes leer lo que dice enseguida? 0R6ULL050. 3573 M3N54J3 35 94R4 D3M057R4R L45 C0545 74N 1NCR31BL35 QU3 9U3D3 H4C3R NU357R0 C3R3BR0.

Resumiendo: Las programaciones son atajos en los que un detonador dispara una serie de conductas. El detonador puede ser igual o parecido al detonador original. Ejemplo de detonador: unos platos sucios. Programación: algunas personas deben lavarlos de inmediato, aunque estén agotadas y la familia quiera dormir, porque su mente exige no dejarlos para después. Puede ser algo más sutil. Detonador: la pareja llega con retraso a casa. Programa: “¿Dónde estabas?, ¿por qué me mientes?, ¿me estás pintando el cuerno?, ¿con quién?, déjame ver las llamadas de tu celular”.

¿Un mandato y una programación pueden eliminarse? Sí, desde la conciencia. Mientras continúen siendo inconscientes, son insuperables; constituyen nuestro “robot” interno que tiene respuesta para todo. Sólo dándonos permiso para caer en cuenta de su existencia, tendremos cierta posibilidad de modificarlos. ¿Cómo? Igual que haríamos para detener una canción: quitar el disco y poner otro, con otro contenido; es decir, proporcionándole al inconsciente “alternativas de flujo” distintas. ¿Cuándo puede hacerse el cambio? En el fugaz momento del presente que existe entre el futuro y el pasado. Ahí se toman las decisiones. Y entonces ¿se siente uno feliz? No del todo; una parte de nosotros se alegra con el cambio, pero otra debe enfrentarse con la culpa de no haber obedecido. Sin esta culpa no puede haber desarrollo.

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lunes, 18 de febrero de 2013

CONSTELAR POR ALGUIEN MÁS


¿Puedo hacer una constelación por un hermano mío que la necesita? Ha cambiado mucho, anda como perdido y se volvió agresivo. ¿Le serviría que yo constelara por él?

RESPUESTA

Veo que amas a tu hermano, te preocupa y duele que esté pasando por una mala racha y quisieras ayudarlo. Tienes tu mirada puesta en él. Y te pregunto: ¿cuál sería tu intención al constelar en su favor?, ¿hacer acomodos en la familia de manera que puedan apoyarlo eficazmente?, ¿ubicarte tú misma?, ¿tomar sobre ti la responsabilidad de tu hermano?

Constelaciones trabaja con los Órdenes del amor, concepto que abarca, entre otros, que cada persona tiene su propio lugar dentro del sistema, y es la responsable de vivir el destino que dicho lugar le depara. Esto significa que las responsabilidades y cargas de un miembro no debe tomarlas otro, y si lo hace, afecta gravemente el orden de todo el sistema. En una analogía burda, imaginemos a una familia como un automóvil en el que cada miembro desempeña una función; uno es el neumático, otro el volante y otro más, la batería. Por afinidad en la forma y por la interacción, posiblemente el neumático y el volante se experimenten más cercanos entre sí que con la batería. Ahora imaginemos que en algún momento el neumático se convence de que el volante necesita ayuda y acude a dársela poniéndose en su lugar; no solamente dejaría cojo al vehículo, sino que le sería imposible desempeñar eficazmente la función de engranar con las demás partes y dirigir. Al ocupar un sitio que no es el suyo, de inmediato impide el buen funcionamiento de todo el sistema.

En Constelaciones es muy claro quién puede sentarse en el sitio de consultante y quién no. Un miembro de la familia puede constelar a ésta como miembro; unos padres, al hijo; un directivo de empresa, a la misma; pero no un igual a otro igual, un hijo a sus padres ni un inferior al superior. Si el igual consultara por otro igual, estaría ocupando el lugar de los padres del referido. Falta de orden. Un hijo que deseara solucionar que su papá es alcohólico, estaría ubicándose como su propio abuelo. Falta de orden. Un subalterno por sus jefes, como superior a ellos. Falta de orden, y también falta a otro principio de Constelaciones: “Ver las cosas como son”.

Cuando alguien ocupa el sitio del consultante, es el responsable de proveer la información necesaria, y todo lo que allí ocurra se referirá a él y su sistema. Ya que esto es así, tú puedes realizar una constelación a favor de tu familia, como miembro de ella, y por lo tanto, incluir a tu hermano; sin embargo, seguirás siendo tú la que está sentada en la silla de honor, es decir, la del consultante. Posiblemente allí se vería que tu mirada no está puesta en tu propia vida, sino en la de tu hermano, y tal vez se te pida honrar el destino de él, volverte hacia tu propio destino y tomarlo en tus manos. De rebote, es posible que esto ayude a toda tu familia, tu hermano incluido.

Quiero agregar que, según mi opinión, las Constelaciones Familiares tienen mejores efectos en las personas que asisten a un taller o diplomado que en las que hacen una consulta aislada, porque se familiarizan más con sus contenidos.

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lunes, 11 de febrero de 2013

DIA DEL AMOR


¡Felicidades! Celebramos el día del amor y la amistad.

La palabra “amor”, o su equivalente en cualquier idioma, es quizá la más utilizada; aparece en el lenguaje diario, canciones, poemas, novelas, películas, anuncios comerciales, religiones y hasta en discursos políticos. Y posee millares de definiciones. A todos nos interesa amar y ser amados, como creemos que ello significa. Hoy  me refiero al amor como a la intención bondadosa de crear vínculos; es decir, el impulso de dar algo bueno al ser amado, para sentir que estamos en relación.

¿Y quién es este ser amado?, ¿cómo sabemos que es él y no otro?, ¿se trata siempre de una persona? El ser amado es alguien o algo adonde tenemos puesta la mirada en el momento de sentir o engendrar  la bondad. Puede ser uno mismo, un semejante, un animal o una cosa tangible. O algo intangible, como una idea, filosofía, costumbre, ambición, proyecto... También puede ser lo inabarcable que existe en un nivel superior a nosotros: Dios, la Naturaleza, el Cosmos, la Vida...

Impulsados por nuestra bondad, entregamos cosas que consideramos buenas. Un enamorado que lleva rosas a su amada, intenta expresarle sus sentimientos complaciéndola; pero si la amada detestara las flores o éstas le ocasionaran alergia, el regalo será mal recibido, tal vez rechazado. El acto de entregarlas seguiría siendo de amor, es decir, un chispazo de bondad, pero no cumpliría con su cometido de agradar, porque el recipiente no estaba en condiciones de aceptarlo.

Pocas cosas en la vida duelen tanto como dar lo mejor de nosotros, nuestra bondad, y que sea rechazada, o que el ser amado esté incapacitado para correspondernos con otra bondad igual o mayor. Y cabe la pregunta: ¿el amor no correspondido es sinónimo de tontería?, ¿de fracaso?, ¿de humillación?, ¿de sentirse menos? No, solamente duele; la bondad que engendró ya fue recibida por el planeta, éste se enriqueció por obra de uno de sus habitantes. ¡Qué bonito sería el mundo si todos dejáramos fluir libremente el amor y la bondad que tenemos dentro, y todos pudiéramos recibirlos! Pero no siempre podemos. A veces, ni siquiera es conveniente.

Mucho se dice que los mexicanos somos puro corazón. ¡Qué bonito! Y también qué peligroso. Yo creo que también somos inteligencia. Juntos, corazón e inteligencia, dan sabiduría.

Dije inteligencia, no intelecto; se relacionan, pero  no son lo mismo. La primera es la capacidad de solucionar problemas manteniéndonos en contacto con la realidad; en cambio, el segundo es el enorme acervo de información -buena, mala e inservible- con que ha sido “alimentado” nuestro cerebro. “Lo letrado no quita lo tonto”, escuché una vez.

Amor, hermosa palabra que a todos nos seduce. Sin embargo, no existe luz sin sombra. En otra ocasión charlaremos sobre el amor ciego; es decir, el amor que mata y enferma. Mientras tanto, ¡Feliz día del amor para todos!

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