jueves, 30 de julio de 2020

OPTIMIZAR NUESTRA SALUD MENTAL EN TIEMPOS DE PANDEMIA Parte 2

En el artículo anterior vimos que cada etapa en la vida del hombre tiene una tarea específica para completar, y que su resultado influye en el éxito de las etapas siguientes; por tanto, en el éxito de la vida completa. Describimos las etapas 1 y 2 del estudio que hizo Eric Erikson. Hoy continuaremos con las etapas 3, 4 y 5. 

Nuestro tema central es optimizar; es decir, buscar la mejor forma de hacer algo con los mejores resultados, en esta pandemia donde la vida parece detenida pero en realidad continúa. No queremos que nuestros niños y jóvenes salgan demasiado afectados de este confinamiento.

Etapa 3. De 3 a 5 años. Tarea: Iniciativa, versus culpa y miedo. Es la edad del aprendizaje psicosexual, afectivo y del comportamiento. Para el niño de esta edad ya existen hombres y mujeres, niños y niñas y otros humanos, y con cada uno se requiere un comportamiento distinto.
La fuerza opuesta en esta etapa es el sentimiento de culpa, que nace del fracaso en dichos aprendizajes. La experimenta el chico cuando no atina qué y cómo hacer o es reprendido en exceso.
El confinamiento, que ojalá termine pronto, afecta esta tarea al privar a los niños de un contexto social más amplio.
Aquí, optimizar consiste en tener claros cuáles límites y normas permiten, alientan y favorecen la iniciativa personal, así como secundar los proyectos que los pequeños inventen.

Etapa 4. De 6 a 13 años: industria versus inferioridad.  Es función de los padres y profesores ayudar a que los niños desarrollen sus recursos personales con autonomía, libertad y creatividad, de manera que el chico sea industrioso y se sepa competente. Lo contrario le ocasiona sentimientos de inferioridad.

En el confinamiento, gran parte de esta tarea está recayendo en los padres. Generalmente, es a la etapa que se le otorga mayor atención y coincide con la escolaridad primaria.

Etapa 5. Adolescencia, de 12 a 20 años. Actualmente, es posible que se extienda hasta los 24 años. Tarea: identidad versus confusión de roles.
El confinamiento afecta de manera especial a los adolescentes al reducirles sus espacios y presentarles un mundo incierto y desolado, limitar su sentido de pertenencia y orillarlos a desarrollar patologías como la depresión o la ansiedad. Ninguna otra etapa se ve tan afectada en sentido negativo como esta. 

El adolescente, para saber quién es, necesita de sus pares, de formar grupos, tener amigos, compararse con ellos, competir, cooperar, sentirse parte, explorar, rebelarse contra lo que cree obsoleto y filosofar sobre el mundo mejor que puede crear. 

Lo opuesto a la identidad es la confusión de roles. En este punto, el trabajo de Erick Erickson, que fue publicado en 1982, ha sido objeto de numerosas refutaciones de parte de las teorías de género. Sin embargo, queda fuera de toda polémica la importancia de que el adolescente logre una identidad consigo mismo, y sea consciente de la importancia del papel que desempeñará en el mundo y para la humanidad.

Optimizar, en esta etapa, es secundar la búsqueda constante que hace el muchacho de un nuevo perfeccionamiento del amor y la amistad, de la profesión, de la cultura y de la fe. Puede lograrse mediante conversaciones, rutinas, metas o proyectos que posibiliten y estimulen actitudes propositivas en las que el adolescente pueda tener fe y ser fiel y que, además, lo mantengan en contacto con sus pares, con las debidas precauciones de seguridad y sanitarias. Ya que es difícil que tenga prudencia, presentarle esta como una colaboración a un mundo mejor.

En el próximo artículo veremos las etapas 6, 7 y 8. Deseo para cada uno de mis lectores la máxima optimización de su vida durante esta pandemia y después.

Agradezco la colaboración de la  Psic. Irma Campos Escalante, directora del Instituto de Desarrollo Humano de León, A.C.

“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com





lunes, 20 de julio de 2020

OPTIMIZAR NUESTRA SALUD MENTAL EN TIEMPOS DE PANDEMIA


         “El estrés es la génesis de la enfermedad;
en contraste, el nivel óptimo de salud es
la capacidad de amar y sentirse sano”

Optimizar es buscar la mejor forma de hacer algo, con los mejores resultados.

En el campo de la salud mental es de vital importancia optimizar los recursos personales que ya poseemos, como el estado de ánimo, rasgos de personalidad, carácter, pensamiento y creatividad, así como el manejo de las emociones y del estrés. Cuando tenemos la certeza de que somos capaces, abrimos caminos y oportunidades nuevos que apoyan la toma de decisiones sanas y la solución de  problemas.

La pandemia cambió nuestra vida de la noche a la mañana y de manera radical. Al ir avanzando la contingencia sanitaria, nos damos cuenta que para seguir subsistiendo la clave es optimizar; es decir, darnos a la tarea de pensar en acciones que posibiliten los mejores aciertos en cuanto a economía, distribución del tiempo, convivencia con personas, y el buen manejo de situaciones estresantes de miedo y temor al contagio.

¿Cómo optimizar los recursos  en el ámbito de la salud mental?

Erick Erickson, destacado psicoanalista infantil, discípulo de Sigmund Freud, investigó cómo obtiene el individuo equilibrio, paz interior y crecimiento personal a través de los diferentes momentos de la vida. Denominó a su estudio “Las 0cho Etapas del Hombre” y abarcó desde la infancia hasta el envejecimiento. La etapa de vida en que nos encontramos nosotros y nuestros seres queridos influye para que la pandemia nos afecte de manera distinta. Optimizar implica satisfacer las necesidades específicas de cada edad. Por la extensión del tema, lo dividiré en tres artículos distintos. El actual describe las etapas 1 y 2.

Etapa 1. Niños de 0 a 18 meses. Les toca configurar la confianza, fuerza fundamental de esta fase y que es para toda la vida. Aquí, optimizar es hacer lo necesario para que el niño pueda obtener dicha confianza. 

Generalizando (porque lo que sigue no siempre es exacto) podemos afirmar que los muy pequeños están siendo afectados de manera positiva por la pandemia, puesto que tienen a mamá en casa y los atiende, les brinda bienestar físico (digestivo, respiratorio y circulatorio) y psíquico (ser acogido, recibido y amado), con lo cual surge la confianza básica.
Lo opuesto sería la desconfianza básica o sensación de abandono, aislamiento, separación y confusión existencial. 

En edades posteriores, optimizar es confirmar dentro de nosotros el sentimiento de no estar solos, así como la confianza y seguridad de que vivir tiene sentido, independientemente de que las circunstancias sean adversas. Pero si dicha confianza básica no se hubiera obtenido a tiempo, optimizar sería trabajar activamente para adquirirla con retraso procurando los bienestares físico y psíquico; por ejemplo, no olvidándose de comer, de despertar o de decir a los seres amados que se les quiere.

Etapa 2. Niños de 2 a 3 años. Autonomía versus vergüenza y duda. Están aprendiendo a ir al baño, hablar, pensar, decir “no”, y descubrir un mundo de posibilidades para explorar. Con ello, adquieren los cimientos de su autonomía. 

En tiempos de pandemia, donde la vida parece que nos encajona, el exceso de convivencia dificulta el ayudarlos a expresarse y elegir; es más fácil obligarlos a obedecer, castigarlos si dicen “no” o peor, dejarlos que hagan lo que quieran. 

Optimizar es innovar, pensar en opciones que abran nuevas esperanzas, y dar a los niños oportunidad de elegir. 

Continuaremos la próxima semana. Como conclusión de esta parte, podemos decir que optimizar la vida es hacernos cargo de los recursos necesarios para dirigir las propias riendas con coraje, valentía y carácter, para que un evento crítico como el que está ocurriendo no alterare nuestra tranquilidad y capacidad de disfrutar la vida, y tampoco deje a nuestros niños expuestos a malestares físicos o psicológicos por no haber concluido satisfactoriamente sus etapas.

Agradezco la colaboración de la  Psic. Irma Campos Escalante, directora del Instituto de Desarrollo Humano de León, A.C.

“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com


martes, 14 de julio de 2020

LA LIBERTAD QUE JAMÁS SE PIERDE

A muchas personas les parece un engreimiento pretender seguir serenas en tiempos como los de hoy. Dicen: “¿Cómo, si pululan amenazas contra la salud, la economía y las instituciones?, ¿si aumenta la inseguridad y prolifera la corrupción?, ¿si nos vemos privados de las libertades que siempre disfrutamos, como abrazarnos unos a otros, encontrarnos con amigos, tener reuniones, asistir al cine, a espectáculos, a conciertos, a misa, o viajar? ¿Quién puede alegrarse con lo que está pasando?

Ciertamente, lo que ocurre no es para alegrarse. Pero renunciar a la paz y la alegría sería una pérdida terrible, otra más. La vida va a continuar a su ritmo y tenemos opción de teñir cada minuto de colores, o de negro, y así quedará pintado para siempre, no volverá. Vendrán otros, nuevos, en espera de que elijamos vivirlos con gusto o con pesar, como valiosos o como cargas. 

Nuestra vida es una creación que nos pertenece. Nuestro estilo. Lo externo es solo el telón de fondo sobre el que creamos un bello poema de amor o una tragedia, según qué elementos  elegimos y el acomodo que les demos. Somos sastres que con el paño que nos entrega la vida confeccionamos un bello traje o lo contrario: trozos inconexos, sin unidad, que para nada sirven. 

Sólo la mente crea, lo demás es transformación de materia ya existente. Nadie puede crear en nuestro lugar ni pensar como nosotros lo hacemos, porque no tienen las mismas experiencias ni eligen igual. Somos únicos. Tampoco nadie puede obligar a nuestros pensamientos a ser de una manera o de otra; son nuestra creación, la trama de vida que redactamos cada día. 

Viktor Frankl, que sobrevivió a Auschwits, escribió: “Al hombre se le puede arrebatar todo salvo la última de las libertades humanas: la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino”.

¿De qué camino habla? De aquello intangible que le da sentido a nuestras vidas. Porque el sentido no nos es dado desde afuera, lo confeccionamos cada uno para nosotros mismos y decimos: “la vida es un asco”,  “la vida es dura, pero hermosa”, “la vida no vale nada”... Cada uno tiene una definición distinta para lo mismo: la vida.

Lo siguiente también lo dice Viktor Frankl:¡Cuando la situación es buenadisfrútala! ¡Cuando la situación es mala, transfórmala! ¡Cuando la situación no puede ser transformada, transfórmate”. Esto puede ser aplicado a nuestra realidad de pandemia y confinamiento y sólo puede hacerse a través de los pensamientos. 

El mundo externo sigue adelante y dentro de él, unas personas logran vivir serenas, en paz y felices mientras otras se desesperan de tanto sufrimiento y preferirían morir. Conservar la serenidad dentro del caos no es fácil, pero es posible. Algunas personas que desarrollan esta destreza pueden, a veces, ayudar a otras a serenarse.

“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com



lunes, 6 de julio de 2020

ABRAZOS EN LA PANDEMIA


Algunas personas consideran excesiva la afirmación de que necesitamos una docena de abrazos al día para mantenernos en excelente estado de salud; sin embargo, no es exagerado decir que sentirnos conectados es una necesidad importante. El confinamiento demuestra lo anterior; muchas personas sufren angustia y desasosiego aunque tengan medios para subsistir y su probabilidad de contagio sea baja porque las enloquece el aislamiento.

El abrazo tiene muchos beneficios: Proporciona seguridad y confianza, ocasiona bienestar, mejora la autoestima, alivia tensiones, disminuye el estrés, mejora el flujo sanguíneo y nos hace sentir conectados.

Es difícil exagerar la importancia de un abrazo amoroso. Solemos relacionarlo con el impulso erótico, ¡confusión garrafal y problemática! Hablamos de otro tipo de amor que ojalá esté también presente en todas las parejas. Es un lenguaje físico para decirse uno al otro: “Te tengo presente con benevolencia”. Lo expresan una madre o un padre que abraza a sus hijos, los hermanos entre sí, o los amigos. 

Las medidas sanitarias en la pandemia nos han privado de los abrazos, pero la necesidad de ellos continúa vigente. ¿Qué hacer? La siguiente sugerencia es solo para aquellas personas a quienes les agrade: abrazar a distancia. 

¿Cómo? Lo más fácil es con nosotros mismos: puedes abrazarte cariñosamente y escuchar lo que tu interior tiene para decirte, quizás frente al espejo o en cualquier otra parte. Aprovechas para dedicarte cumplidos y palabras lindas y asegurarte a ti mismo que te amas, que siempre serás tu propio amigo y nunca te abandonarás. Prueba y verás qué bien se siente.

Con los otros. Si están presentes, podemos abrazarnos a nosotros mismos y decirles: “Este abrazo es para ti”. Generalmente, la otra persona lo acepta y corresponde y, aunque haya dos o más metros de distancia, el efecto es hermoso. 

También se puede hacer con un ausente, vivo o muerto. Te abrazas con amor y en la mente, o hablado, le dices a ese ser querido: “Este abrazo es para ti”. Puedes abrazar a personas que se hayan distanciado por malos entendidos, como una reconciliación. Quizá con tu ex pareja o con tus padres muertos. Nadie sabrá que lo hiciste y el efecto interior es impresionante.

Abrazarnos resistiendo cualquier cosa que se nos venga a la mente, sin dejar que el temor nos haga renunciar, es un método seguro para lograr que el amor fluya. Y cuando estamos conectados con el amor nuestro sistema inmunitario es prácticamente invencible. También podemos dedicar un abrazo a nuestro sistema inmunitario y decirle: “Gracias porque me has protegido, por ti sigo vivo”.

Nadie puede hacer por nosotros aquellas acciones que nos mantendrán sanos y a salvo. Nadie puede disminuirnos el estrés y la sensación de aislamiento sino nuestra propia intencionalidad de conectarnos. Envío un abrazo de corazón para cada uno de mis lectores.

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