lunes, 27 de abril de 2020


¿ A qué se enfrentan las parejas durante la cuarentena ?
Agradezco la colaboración de la  Psic. Irma Campos Escalante, directora del Instituto de Desarrollo Humano de León, A.C.

Esta circunstancia de cuarentena, si logramos mirarla de manera positiva, nos enseñará a evaluar nuestra capacidad de tolerancia, comunicación y organización de vida, aspectos que, de no estar presentes en la convivencia con la pareja, podrían llevarla a situaciones límite entre el respeto y la violencia física, verbal o emocional.

Para algunas parejas, el estar juntas por varias semanas de forma “obligada”, las lleva a darse cuenta de que:

      I.        Son pareja, pero se comportan como si fueran desconocidos. No son un equipo.

    II.        Carecen de un plan o proyecto común que les permita fortalecer la relación.

   III.        No atienden las necesidades de pertenencia y reconocimiento mutuo; se recriminan con comentarios como: “ahora sí vas a saber lo que es hacer la tarea con tu hijo”, “con lo que das para la casa no alcanza y ahora sin trabajar.”

El psicólogo estadunidense Daniel Goleman, autor del libro Inteligencia Emocional, citaba: “De poco nos sirve un cerebro brillante o un elevado cociente intelectual, si no entendemos de empatía y no sabemos leer las emociones propias y ajenas”.

Estar viviendo este confinamiento en casa por el tiempo marcado por nuestras autoridades de salud, puede llevarnos a hacer una reflexión y revisión de la convivencia diaria con otra persona, que siempre es un área de aprendizaje en la que se descubren fortalezas y limitaciones, y en la cual él, ella, o ambos, evolucionan  como personas. Quedarse en casa puede ser una oportunidad para estimular dicha relación y hacerle cambios (a través del interés mutuo y la ayuda profesional), o cerrarla, si ya no es próspera ni propositiva para la pareja.

Los vínculos con la pareja no siempre son conscientes ni han sido hablados, pero crean expectativas que se hacen más evidentes ante una situación de crisis inesperada, como lo es en este momento la pandemia del COVID -19.  Van algunos ejemplos:

Uno o los dos se han posicionado de papeles que en algún momento eran exclusivos del otro género. Digamos que ella se hace cargo de la manutención y el padre del cuidado de los hijos, y ahora ambos están en casa; ¿quién y cómo desempeñarán esos roles? O ella definía la manera de educar a los hijos y ahora el padre interviene, ¿se le va a permitir?

La pareja está en proceso de divorcio y ahora deben permanecer juntos las veinticuatro horas, ¿dejarán sus acuerdos y desacuerdos para después, o qué harán?

La pareja está en situación de “tus hijos, mis hijos y los nuestros”, ¿quién vivirá con quién? ¿Se visitarán, o tendrán vedadas las visitas?

Los ejemplos podrían prolongarse. Vemos cómo toda crisis pone de manifiesto la diversidad de formas para relacionarse y convivir de la pareja. Si estas no se tienen claras, llevan a conflictos en ocasiones complejos y dolorosos para la relación. Son muchos los retos para las parejas en esta pandemia.

“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com , o al teléfono 7 63 02 51








lunes, 20 de abril de 2020

Y EL HOMBRE DIJO: “POR FIN SÉ CÓMO ENCENDER LA LAVADORA”


Buenos días. Transcribo este email que recibí: 

“Ahora, más hombres trabajamos en quehaceres de la casa. No todos. La mayoría de mis amigos no lo hacen. Me los imagino en su casa diciendo ‘Mija, prepárame otra cubita mientras yo veo a la chica del clima en el noticiero, y te informo’. O lavan 3 platos y piensan que ya la casa se sustenta en sus hombros. Otros  HACEMOS cosas que jamás imaginamos que haríamos. Yo aprendí a tender la cama del misterioso modo que la sábana te queda igual del lado izquierdo que el derecho y a regar, uf, no sabía que tenía tantas macetas. Ya domino al intimidante exprimidor de naranjas que también raya zanahoria (no sabía cómo cambiarle el modo), el microondas, la cafetera y la licuadora. Limpio las popós de mis perras del jardín (me dan ganas de no darles de comer en una semana). A manera de experimento científico, he querido meter mis calcetines a la lavadora de platos, así haría 2 talachas en un golpe. Ahora que se distraiga mi esposa, lo intentaré”. 

Hasta aquí este divertido mensaje.

Estaremos de acuerdo en que hay eventos que marcan épocas y cambian mentalidades. 

Por ejemplo, la Primera Guerra Mundial ocasionó escasez de hombres y muchas mujeres tomaron ocupaciones que entonces se consideraban inapropiadas para ellas, como comprar, vender y administrar negocios, tiendas o granjas. En la Segunda Guerra Mundial, mujeres participaron de diversas formas, inclusive en los campos de batalla, y la participación de ellas en la vida pública ha ido ampliándose cada vez más. Ahora, con el Covid 19, (parecido a una guerra) ya están dándose cambios que no podíamos ni imaginar.

Las innovaciones que la pandemia ocasiona y ocasionará son incalculables. Mirándolas con malos ojos, nos aterrorizan. Mirándolas confiados en que somos seres con una enorme capacidad de supervivencia, pueden adivinarse magníficas: 

Será muy bueno si en familia aprendemos a compartir las labores domésticas, la responsabilidad de los gastos, las soluciones a los conflictos interpersonales. Estamos siendo forzados a intentarlo. 

Será excelente si por estar hombro con hombro, hombres y mujeres nos descubrimos como mutuamente útiles y necesarios. 

Será provechoso si aprendemos a ser más ahorrativos y a discernir entre lo que verdaderamente necesitamos y lo que es despilfarro; la mentalidad consumista podría quedar en el pasado. 

Será magnífico si la gente vuelve a rezar y a dirigir su mirada a un Poder Superior como cada quien lo conciba, que no es la política ni la ciencia ni la tecnología, sino una inteligencia más grande y clara que la humana, y le permitamos actuar a través de nuestras manos y sentidos para solucionar lo que necesite solución. Me refiero al Espíritu.

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lunes, 13 de abril de 2020


PASCUA (EL PASO)

Imposible para mí dejar de mencionar la PASCUA. Ese nombre lleva la clínica que fundé hace dos décadas. Ha sido un concepto importantísimo para millones de personas y durante milenios: el paso de la esclavitud a la libertad para los judíos y el paso de la muerte a la vida para los cristianos.  

Para los que estamos en cuarentena, ¿es posible que pasemos de la esclavitud a la libertad durante un encierro? ¡Por supuesto que sí! El espíritu es siempre libre, y las cosas tienen el significado que les otorgamos. Es distinto pensar: “Me quedo en casa porque lo considero la reacción más adecuada y solidaria”, que dedicarse a la queja: “¡Quiero salir!”, “¡No soporto más!”, “¡Esto es horrible!”... 

La libertad está en el pensamiento. El libre albedrío nos capacita para optar que las circunstancias (que no dependen de nosotros) sean de tormento u oportunidad. 

¿Oportunidad de qué? De lo que  quieras: leer, ver películas, convivir, meditar, hacer ejercicio, llamar a seres queridos lejanos, estudiar, cocinar, pintar, escribir, producir o escuchar música, tomar un baño de burbujas o tantas y tantas cosas que el ajetreo diario obstaculizaba. ¡Unas semanas sin compromisos de horarios y logros, con tiempo para lo que siempre has deseado hacer! Quizá jugar con tus hijos u otros familiares, tener conversaciones prolongadas con ellos, compartir los quehaceres del hogar o simplemente holgazanear. ¿Te ha sucedido en otras ocasiones que te sintieras mal por estar sin hacer nada? ¡Libre, libre, libre para lo que sea tu voluntad!

También es oportunidad para pasar de la muerte a la vida. El muerto no ve ni oye ni siente y está ausente del sitio donde su cuerpo se encuentra. Opuesto al vivo. Este tiempo de absoluta libertad puede servirte para ver, escuchar o sentir aquello que siempre has evitado y te ha mantenido a medio camino entre vivir y morir. ¡Presente aquí y ahora, con tu mente en donde se encuentra tu cuerpo! Nada de “no he podido olvidar lo que sufrí” o “jamás perdonaré lo sucedido” que pertenecen al pasado, ni de “qué miedo al futuro porque no sabemos lo que va a pasar”. Hoy te encargas de ser feliz en el presente, pues la vida tiene sorpresas y el futuro suele ser distinto a como lo hayas previsto.

Me despido expresando un profundo agradecimiento a todas las personas que no pueden guardar la cuarentena: cuidadores, médicos, enfermeros, proveedores de alimentos y servicios indispensables, que con su actividad nos permiten guardarnos y, además, alivianan nuestra herida economía. Cuánto los necesitamos. Apreciamos sus esfuerzos. Gracias. Gracias. Gracias.

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lunes, 6 de abril de 2020

YO CUIDO DE MÍ


 “Despacio, que tenemos prisa”, decía Napoleón. “Tranquilos, que estamos en una emergencia”, toca decir hoy. 

Es prioridad que cada uno conserve su salud física y mental. Si enfermamos o perdemos la cordura, necesitaremos ser cuidados por otros. Parte de la solidaridad que ahora se requiere consiste en no convertirnos en carga para los demás. Y si, además, podemos inyectar un poco de paz y alegría en nuestro medio ambiente, mucho mejor.

Lo anterior no es fácil pero tampoco imposible. Aunque vivimos en medio de gente atemorizada, las redes abundan en noticias desalentadoras, la frustración que trae el aislamiento forzado puede agriarnos el carácter, cabe citar lo que decía Séneca: “La tristeza, aunque esté justificada, muchas veces es solo pereza; nada necesita menos esfuerzo que estar triste.” Lo mismo podemos decir de todos los sentimientos nocivos que tienden a emerger en estas circunstancias, brotan solos y pueden inundarnos. Sólo un cuidado constante y amoroso de nosotros mismos puede mantenernos cuerdos.

“¡A recuperar la capacidad de asombro!”, dice Aranzazú Urbina. La capacidad de asombro puede mantenernos optimistas sin salir de la realidad. Cada uno elegimos hacia dónde dirigir nuestra mirada: a lo que tenemos, o a lo que falta. Poseemos muchísimas cosas por las cuales asombrarnos: la llama que brota en la hornilla de la estufa sin que hayamos tenido que arrancar chispas a un pedernal. El agua cristalina y caliente que sale de la regadera. El televisor que nos regala paisajes e historias con sólo oprimir un botón. Tenemos una casa donde estar. Hay suficiente pan, tortillas, frutas, verduras, carnes y otros productos para consumir. El sol sigue entrando por la ventana y durante la noche tenemos una cama limpia donde descansar. Aparte, contamos con una familia. La vemos cerca o a través de la pantalla del teléfono. Podríamos continuar enumerando cosas buenas que ahí están; es bueno mirarlas y alegrarnos por ellas. Cualquier pensamiento que nos levante el ánimo es bienvenido; nos hace bien a nosotros y también a los demás. Es lindo vivir con una persona tranquila y de buen carácter.

De Mayra Córdova Sánchez tomo la idea de “escribir para liberar”. Ella sugiere autoescribirnos una carta para el futuro. Lo interpreto como salir de la realidad actual y cada uno ubicarse en una fecha que aún no llega, mirarse dentro de ella con detalle y describirla en el texto. Excelente idea.

En psicoterapia suele utilizarse la llamada “pregunta milagro”. Consiste en pedir al consultante que imagine cómo sería la nueva situación si, por un milagro, se hubieran solucionado de golpe todos los problemas. Luego, se le ayuda a que identifique cuáles problemas ha “salvado de la destrucción” y se le pide que también esos sean solucionados.

¡Por supuesto que da trabajo imaginar una buena solución! El ejercicio ayuda a desprender la mente de la necesidad de conservar el problema, y la abre a nuevas expectativas.

Querido lector: ¿Cómo imaginas que será la nueva situación cuando todo lo actual se haya solucionado? ¿Puedes permitir que, aunque sea solo en la mente, las cosas marchen bien? ¿Te das cuenta de que puedes tener ideas nuevas y creativas y que, por lo menos unos instantes, te ubicaste en el optimismo y la salud?

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