Tengo 40 años y dos hijos de 6 y 2. En mi juventud amé a un hombre
que resultó ser un maltratador, del que salí huyendo. Re hice mi vida
y me casé con un hombre muy bueno, pero nada más casarnos caí en una depresión
que me llevó a las puertas del suicidio. Logré salir con gran esfuerzo y ayuda
profesional. Tuve a mis dos hijos. Pero no era feliz. Había en mí como una
pesadumbre que me impedía disfrutar de la vida. Amo a mis hijos, no hay
nada que me haga tan feliz como estar con ellos, el padre de mis hijos es la
mejor elección que he podido hacer como padre de mis hijos, pero como
pareja echo de menos un poco de pasión. No se enfada nunca... parece que tiene
la piel de elefante... Estamos juntos por los niños.
Hace dos años me enamoré otra vez – con la misma intensidad que en mi
juventud- y viví un romance con un hombre también casado, algo muy hermoso
e íntimo, conocí el amor, la ternura, la intimidad, y él también. No le
estaba robando nada a mi marido, con él jamás hubiera sido posible ese tipo de
intimidad. Todo terminó cuando la mujer de mi amante lo descubrió. El padre de
mis hijos no se enteró de nada. Está como dormido. Nuestra relación está como
dormida. Pero es suave, como una siesta, y es de agradecer en según qué
circunstancias. Sí pasamos una crisis cuando mi amante rompió conmigo, pues
yo estaba triste y como ausente, creo que él intuyó algo y me dijo que de ese
hombre no quería hablar, solo quería mirar hacia el futuro.
OPINIÓN
Te has enamorado dos veces: de un maltratador incapacitado para amarte,
y de un casado e incapacitado de otra manera para responder a tus expectativas.
No dices amar al padre de tus hijos, sino que al casarte tuviste una depresión
que por poco te llevaba al suicidio. Te recuperaste, dices, y en el trabajo
conociste a tu segundo amor, con quien viviste algo muy íntimo y te
sentiste viva. Pero el romance tenía obstáculos: él era casado y tú también. Puedo
imaginar el dolor y la frustración que viviste y estás viviendo. Nada
agradable. El dolor y la frustración son mensajes del alma, dicen que algo no
armoniza con su contexto y que no has podido lograr lo que ambicionas.
A veces nos metemos en situaciones de mentira sin percibirlo del todo,
tenemos miedo y el miedo nos lleva a aceptar lo que en otras circunstancias
rechazaríamos. Pero el alma no acepta la mentira y lucha sin descanso para
“desenredar los enredos”. No le importa si con estallidos o desengaños, ella empuja a las personas a que
vean las cosas como son; cualquier experiencia le es útil para lograr que
alguien crezca más grande que el obstáculo y obtenga claridad. A ti te está
enfrentando con la necesidad de definir lo que hiciste y lo que haces. Lo que
sea que mires, te va a doler.
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