lunes, 28 de octubre de 2013

CONTRATOS DE HONOR


Tengo 40 años y dos hijos de 6 y 2. En mi juventud amé a un hombre que resultó ser un maltratador, del que salí huyendo. Re hice mi vida y me casé con un hombre muy bueno, pero nada más casarnos caí en una depresión que me llevó a las puertas del suicidio. Logré salir con gran esfuerzo y ayuda profesional. Tuve a mis dos hijos. Pero no era feliz. Había en mí como una pesadumbre que me impedía disfrutar de la vida. Amo a mis hijos, no hay nada que me haga tan feliz como estar con ellos, el padre de mis hijos es la mejor elección que he podido hacer como padre de mis hijos, pero como pareja echo de menos un poco de pasión. No se enfada nunca... parece que tiene la piel de elefante... Estamos juntos por los niños.

Hace dos años me enamoré otra vez – con la misma intensidad que en mi juventud-  y viví un romance con un hombre también casado, algo muy hermoso e íntimo, conocí el amor, la ternura, la intimidad, y él también. No le estaba robando nada a mi marido, con él jamás hubiera sido posible ese tipo de intimidad. Todo terminó cuando la mujer de mi amante lo descubrió. El padre de mis hijos no se enteró de nada. Está como dormido. Nuestra relación está como dormida. Pero es suave, como una siesta, y es de agradecer en según qué circunstancias. Sí pasamos una crisis cuando mi amante rompió conmigo, pues yo estaba triste y como ausente, creo que él intuyó algo y me dijo que de ese hombre no quería hablar, solo quería mirar hacia el futuro. 

 

OPINIÓN

 

Te has enamorado dos veces: de un maltratador incapacitado para amarte, y de un casado e incapacitado de otra manera para responder a tus expectativas. No dices amar al padre de tus hijos, sino que al casarte tuviste una depresión que por poco te llevaba al suicidio. Te recuperaste, dices, y en el trabajo conociste a tu segundo amor, con quien viviste algo muy íntimo y te sentiste viva. Pero el romance tenía obstáculos: él era casado y tú también. Puedo imaginar el dolor y la frustración que viviste y estás viviendo. Nada agradable. El dolor y la frustración son mensajes del alma, dicen que algo no armoniza con su contexto y que no has podido lograr lo que ambicionas.

 Aseguras que no le robabas nada a tu marido, sin embargo no puedes omitir el ver que, mientras sigas casada, tu palabra está empeñada. Casarse es firmar un contrato de honor, pues solo la propia palabra lo respalda. Los contratos de honor no se rompen; se renegocian, o destrozan a quien los repudia. ¿Es  importante es para ti poder confiar en la palabra de otro? ¿Y en la tuya? Se trata de tener fe, no en religiones, sino en el sentido de la vida.

 Cabe preguntarse si tu matrimonio era un contrato de honor, o de mentira (si los firmantes no tenían propósito de cumplirlo). Un contrato de mentira enferma a quienes los firman, porque todos queremos ser honorables y tenemos un juez interior muy severo. ¿Cuál fue tu intención al casarte?, ¿y la de tu esposo? ¿Buscaban responsabilidad, congruencia, sinceridad y amor? ¿Se comprometían desde el alma a vivir como esposos? ¿O cubrían alguna apariencia para ser considerados honorables desde afuera, por un público espectador? ¿Solamente querían tener hijos? ¿Casarse los salvaba de algo? ¿Lo relacionas con tu depresión?

A veces nos metemos en situaciones de mentira sin percibirlo del todo, tenemos miedo y el miedo nos lleva a aceptar lo que en otras circunstancias rechazaríamos. Pero el alma no acepta la mentira y lucha sin descanso para “desenredar los enredos”. No le importa si con estallidos o  desengaños, ella empuja a las personas a que vean las cosas como son; cualquier experiencia le es útil para lograr que alguien crezca más grande que el obstáculo y obtenga claridad. A ti te está enfrentando con la necesidad de definir lo que hiciste y lo que haces. Lo que sea que mires, te va a doler.

 Lo que hiciste: ¿Tu matrimonio fue contrato de honor, o si hubieran sido sinceros, deberían haber firmado dos contratos, uno por lo sexual (cada cual por su lado), y otro por la convivencia diaria y el apoyo a los hijos? ¿Esto último sí era auténtico y conserva su valor? ¿O tampoco? Van a tener necesidad de saberlo.

 Supongamos que sí era de honor y te esforzaste por cumplirlo, pero no pudiste y tampoco te animaste a decir tu verdad: “No puedo”. Probaste con alguien más. ¿Aprendiste lo que te hacía falta, o sólo deseas poder decir: “No es mía la culpa, aquí está la prueba, yo sí soy capaz y mi pareja no”? La motivación de sentirnos sin culpa es la ruta más corta para ser irresponsables;  en cambio, “desenredar un enredo” y mirar la verdad, trae salud. Estoy sugiriendo que hay maneras diversas de contemplar y capitalizar un mismo acontecimiento, ya ocurrido.

 Es un hecho que se instalaron mentiras entre tú y tu esposo y éstas han provocado una revolución que exige orden; o se les da un acomodo que merezca la palabra FIN, o continuará el drama y tal vez la tragedia.

“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com , al teléfono 7 63 02 51 o en facebook.com/Pascua Constelaciones Familiares.

 

 

 

 

martes, 15 de octubre de 2013

EQUILIBRIO ENTRE EL DAR Y EL TOMAR


Me siento afortunada porque desde hace un año soy novia de un hombre que tiene casi cuatro años divorciado. Él es noble, generoso, entregado, confiable, inteligente y, lo más importante, me ama. Como mujer, yo dejo que él caballerosamente pague todo lo que implica nuestras salidas cotidianas; pero, en cuestiones extraordinarias, como viajes, yo propuse solventar los gastos por partes iguales.  E igual sería si llegáramos a formalizar lo nuestro; no me parece justo ni digno de mí, como profesionista que trabaja, “recargarse” en el hombre que ama, especialmente cuando él tiene un compromiso con dos hijos menores a quienes les solventa todos sus gastos. No tengo problema con eso, por el contrario, el  hecho de que sea un padre responsable y amoroso es una de las cosas que más admiro en él. Sin embargo, creo que su ex mujer abusa cargándole desde el regalo de Navidad para las maestras hasta los gastos de los niños cuando ella va a visitar a su novio al norte del país. Yo no he tocado el tema todavía porque no sé qué debo hacer.  Lo más importante para mí es respetarlo como padre y no ser injusta con él…pero ¡tampoco quiero serlo conmigo!   Me siento confundida.    A veces pienso que no debo meterme, ya que es su dinero y son sus hijos; otras veces, quiero plantear que si él no involucra a su ex esposa, quien también es profesionista que trabaja, con los gastos de quienes también son sus hijos,  no está creando un ambiente justo en el que pueda tener en el futuro una relación sana con otra pareja.

RESPUESTA

Tienes muy claro que deseas amar y respetar a tu novio tal como es: un hombre con un compromiso previo hacia sus dos hijos. Lo admiras por responsable. También crees que su ex mujer abusa de él. No sabes si debes intervenir en esa parte de su relación con su primera familia que piensas te afecta, en el sentido de que a él le quede poco espacio económico disponible para ti. ¿Voy bien? Y temes que por comprensiva puedes pasar a ser injusta contigo.

Al parecer estás consciente de que un hombre o una mujer divorciados tienen ya ocupada buena parte de su corazón y sus recursos, y ofrecen a la segunda pareja mucho menos de lo que en su momento pudieron ofrecer a la primera, cuando estaban libres de compromisos previos. Y que esta segunda pareja debe honrar y respetar a la primera y todo lo sucedido y por suceder entre ellos, bueno y malo, para tener éxito en su relación, porque si se lo apropia y lo carga, sufre de una inútil ocupación de su fuerza. Es un gran reto y una oportunidad para trascender tus propios límites, reto para el que estás disponible: mirar a tu novio como adulto capaz de enfrentar sus propias broncas.

Adquirir un compromiso en estas condiciones conlleva una carga adicional para ambos. En cuanto al tiempo y lo económico, tú quedas en situación de dar más de lo que él puede dar; y él, en la de tener que inventar maneras de compensarte. Respecto a experiencias del desarrollo, él ha tenido más y más variadas: ya estuvo casado, tenido hijos y vivido una separación; tú no. ¿Es riqueza para compartir contigo? Depende del cristal con que lo mires; puedes sentir que sí, o que no.

¿Es importante el equilibrio entre dar y tomar? Mucho. En cualquier relación, salvo en la de padres a hijos, cuando uno da de más y el otro recibe de más, el receptor debe irse; las “deudas” afectivas lo abruman, no puede “pagarlas” y huye, en busca de una situación dónde sentirse menos presionado. ¿Qué lo presiona? Primero, la sensación personal de no poder estirarse hasta donde lo que da sea suficiente para compensar lo que recibe; luego, que el otro le esté cobrando, abierta o tácitamente, con palabras o con su insatisfacción. Algunos encuentran otra “solución”; el receptor se ubica como “el hijo”, así se comporta, y el “dador” como madre: lo provee, educa, corrige, advierte, protege, gobierna, etc.

Quién sabe si ustedes estén dispuestos a tratar abiertamente este asunto del equilibrio y llegar a negociaciones. Ahora, y muchas veces en el futuro.

 


 

martes, 8 de octubre de 2013

ESTÁ BIEN TENER MIEDO


Hasta qué punto uno como padre de familia debe preocuparse o bien ocuparse de los miedos de sus hijos. Mi hija de 5 años le tiene miedo al "Torito", en cuanto escucha el ruido del tambor o del látigo, se pone hasta pálida y corre a esconderse. Le pregunté por qué le da miedo, me dijo que porque usan máscaras feas. Yo lo veía normal hasta que comenzó a preguntarme qué día de la semana era, esto porque cada lunes que hay mercadito, "El Torito" pasa pidiendo dinero a las casas, con su ruido y todo lo que conlleva. Para calmarla le dije que quienes hacen el "Torito" son personas que así trabajan, incluso conoció a un niño que usa una máscara como parte del "Torito", pero sigue con su miedo y es de estar preguntando todos los días si será el día del "Torito", eso ya no me agrada, no creo que sea normal. Usted podría darme un consejo para saber qué decirle a mi hija y así ayudarla a superar este miedo.

RESPUESTA

Amas a tu hija y deseas darle recursos para que enfrente sus temores. Ya le explicaste que quienes hacen el torito son personas que trabajan usando máscaras y no le pareció suficiente; en su edad, para ella no hay diferencia entre un tornado y la llegada del Torito. ¿Cuáles son los métodos que utilizamos los mayores para enfrentar un miedo? He aquí algunos.

1.       Reconocer y validar el temor; es decir, que de la misma manera que sería inoportuno mentirse uno mismo con: “No tengo miedo, debo ser valiente”, también tu hija necesita aprender a reconocer sus sentimientos tal como son. El miedo es una información subjetiva de que percibimos una amenaza. Puedes decirle: “Veo que tienes miedo. ¿Es mucho?, ¿mucho, mucho?”, a lo que ella probablemente responderá que sí, y tú: “Está bien tener miedo”. Su sentimiento ha sido validado.

2.       Hacer algo activamente para protegernos de la amenaza y volver a sentirnos seguros. Decírselo: “Bien, tenemos que protegernos, ¿qué se te ocurre?”, y escucharla. Supongamos que contesta: “Dile al torito que se vaya, que ya no venga”; deberás contestarle la verdad: “No puedo hacerlo, a muchas personas les gusta y va a seguir viniendo”. El mensaje es: “El mundo no se adapta a nosotros, somos nosotros los que debemos adaptarnos al mundo”. Es probable que ella misma diga qué la tranquilizaría: ponerle seguro a la puerta, irse a su recámara, que alguno de sus padres permanezca con ella… Es importante no hacerle promesas que luego resulten falsas; tenemos el antecedente de que no creyó tu explicación de que se trata de personas inofensivas con máscara.

3.       Hacer el evento predecible. ¿Cuándo va a ocurrir? En este caso, los lunes. Puedes usar un calendario para que tu hija aprenda los nombres de los días de la semana, describiendo cuáles actividades realizan en cada uno y poniendo una señal en “el día de hoy”. “Aquí estamos, hoy no hay torito, llegará hasta el lunes, ¿cuántos días faltan?”.

4.       Elegir y poner en práctica la conducta más adecuada para protegernos. Supongamos que la niña sugirió ponerle el seguro a la puerta: darle el doble encargo de saber cuál es el día en que vendrá el torito y que ella misma deslice el pasador. Inclusive podrá permanecer vigilando que nadie lo abra, y si necesitan hacerlo, asegurarse de que quede bien cerrado. Esto lleva oculto el mensaje de que es mejor hacer algo, que entregarnos al terror y a la impotencia.

Esta asistencia que das a tu hija tiene gran importancia para que en el futuro sea activa y asertiva, en lugar de miedosa y propensa a la huida, o sentirse víctima de las circunstancias. Quizá un día te lo agradezca, lo más probable es que no, pues difícilmente podrá descubrir con cuánto amor la atendiste.

“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com , o en facebook.com/Pascua Constelaciones Familiares.

 

martes, 1 de octubre de 2013

EL ESPÍRITU


Soy terapeuta de Constelaciones y deseo consultarte lo siguiente: Una clienta estuvo casada con una persona a quien secuestraron y dieron muerte, ella sólo fue a recoger las cenizas cuando le indicaron. Estuvo en terapia y después de un tiempo se volvió a casar, desde mi punto de vista sin haber terminado el duelo, porque ahora transmite a su hijo su angustia y temor a la desaparición. El niño tiene tres años y es hijo del primer esposo. A mi juicio, ella debe terminar el duelo, lo que implica revivir toda la situación, pero aquí está mi duda: ella está amamantando al segundo bebé que solo tiene tres meses, ¿no saldría afectado el bebé, ya que él por medio de la leche absorbería todas las emociones de ella? Me gustaría tener tu opinión al respecto. Gracias.

RESPUESTA

Gracias por tu confianza. Mi opinión es que todas las emociones de la madre, todas, pasan a ambos hijos, el niño y el bebé, sin que ella conscientemente haga nada para transmitirlas. ¿Se puede evitar que las pase? No; forman parte de la personalidad de la madre, entendida ésta como el resultado de su historia y la de su familia. Al entregarse a sus hijos, va todo incluido.

¿Qué es lo deseable? Que la madre pudiera asimilar los hechos mirándolos con los ojos del Espíritu, que ama a todos por igual. Su constelación sería de movimientos del Espíritu: mirar al perpetrador con amor y reconocerlo como parte de su sistema. Sólo de esta manera podría ella fluir con su historia y transformar el tipo de emociones que transmite a sus hijos: de amor y no de odio, miedo, resentimiento o deseos de venganza.

Pienso que el asunto es fuerte, un auténtico trauma que ocasiona sentimientos de miedo e impotencia que son reales y adecuados a la situación. Una terapia convencional difícilmente justificaría la actitud de “amar al enemigo”; solamente una que se base en el Espíritu. Y mientras tu cliente no se eleve sobre el nivel “mundano”, en el que todo se maneja como causa y efecto y lo normal es tomar las providencias necesarias para que el evento no pueda repetirse (logro imposible, porque tal seguridad no existe, y en cambio la angustia y el estrés se ven acrecentados con cada medida de protección que, después de todo, puede resultar insuficiente); repito, mientras ella no se eleve sobre lo “normal” y pase al nivel del Espíritu, es imposible diluir la experiencia traumática. En cambio, a nivel espiritual, ella podría asimilar lo ocurrido apoyándose en Algo más Grande, de donde viene toda vida, que la sostiene a ella y a sus hijos, a fin de que los años que les toque pasar en este mundo sean buenos, no obstante lo vivido e incluso a causa de lo vivido. Mirando las cosas con ojos del Espíritu, a ella le será posible agradecer al primer marido todo cuanto vivieron juntos, que le haya dado un hijo, ahora de tres años, saber que desde donde él está sigue cuidando de su pequeño, pedirle que mire con buenos ojos que ella y el niño sigan vivos, luego, tomar la vida con amor y con ese amor transmitirla a sus hijos, para que puedan vivirla bien, y libres. También podrá tomar con amor a su nuevo marido, ella libre del trauma, y evitar que este hombre pague lo que no debe. Éste sería el orden que imagino en una constelación con movimientos del Espíritu, pero tú sabes que las constelaciones ocasionan sorpresas y no podemos saber qué rumbo tomará en la realidad.

Te agradezco la confianza y deseo que sigas experimentando tu labor como fecunda, hermosa y de alcances incalculables. Por si te interesara, hemos iniciado un grupo de actualización para terapeutas en Constelaciones Familiares. Nos reunimos tres horas una vez al mes, vemos teoría, técnicas y casos como el que presentas. Siempre es bueno contar con un grupo de apoyo en donde seguir actualizándonos. Te deseo lo mejor.

“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com  o en facebook.com/Pascua Constelaciones Familiares.