martes, 27 de julio de 2021

EL PODER DE LA IMAGINACIÓN

Imaginación es la capacidad de formarnos imágenes mentales de lo que ocurre en el exterior. Por ejemplo, si vas por una carretera, el cerebro está percibiendo constantemente; es decir, recabando información de lo que los ojos ven, los oídos oyen, la nariz huele, la piel siente (y si vas comiendo algo, también de lo que la boca gusta), así como de los sentidos propioceptores que le informan las posturas de las diversas las partes del organismo. Con esas informaciones integra una imagen mental, la actualiza y en ella se apoya para emitir la respuesta adecuada en cada milisegundo. Mientras más apegada a la realidad sea una imagen mental, con mayor seguridad nos guiará.><. La imaginación guía. >>. Igual ocurre en cualquier otra situación; nos formamos imágenes de todo: la casa, la comida, la ropa, el día, la noche, otras personas, conceptos abstractos, situaciones actuales y del pasado... A veces, incluso podemos imaginar cuál será el próximo movimiento que harán y que no depende de nuestra voluntad. La imaginación anticipa.><. La imaginación también abarca la capacidad de “jugar” con sus propias imágenes, modificarlas, asociarlas entre sí y formar con ellas un mundo que no siempre existe afuera de la mente. Es lo que hacen los artistas. Por ejemplo, es poco probable que Picasso haya conocido a personas tan deformes y torcidas como las que pintó; las sacó de su imaginación. ><. La imaginación crea cosas que no existen más que en la mente.><. El niño que llora asustado porque vio a un monstruo escondido en su cuarto no miente, está describiendo una imagen de su imaginación, creada por él con diversos fragmentos y anticipaciones. Tampoco el enfermo paranoide miente cuando afirma que tiene enemigos que lo persiguen; en su imaginación son verdaderos.><. Para cada uno de nosotros, nuestras imágenes mentales son verdaderas y nos guían, incluidas las que no son copias fieles de la realidad. De hecho, como nos es imposible captar la realidad completa, tenemos que atenernos a la porción que tenemos acceso, más lo que le agregamos. De esa porción, podemos elegir a qué darle mayor importancia para que nos guíe. Por ejemplo, ahora los medios y las redes sociales nos asustan mucho. Podemos ponerlas en el centro de nuestra atención o desviar esta hacia otras cosas, quizá a la salud actual que disfrutamos, los métodos para fortalecer el sistema inmunitario o las maneras como podemos anticiparnos para tener una vida más dichosa.><. La imaginación tiene mucho qué ver con que la persona se sienta feliz o desdichada. ><. Recuerdo el impacto que ocasionó a un físico químico el regalo que le hizo un alumno. Él exigía exactitud en sus clases mediante una obsesiva precisión en las medidas. “Para evitar el error”, decía. Creía en la objetividad. El regalo que recibió era una especie de visor en cuyo interior se veían los asientos ordenados de un autobús, y la silueta de un muñequito en posición de sentado que se deslizaba hacia atrás y adelante hasta detenerse en algún asiento. La sorpresa de ese maestro consistió en que cada persona veía al muñequito sentarse en un asiento distinto. ¿En dónde quedaba la precisión? ¿Y la objetividad? Le costó muchísimo admitir que cada persona veía algo diferente con el mismo estímulo.><. Con nosotros sucede igual. Todo está en la mente. Nuestra imaginación de continuo está formando imágenes que reflejan la realidad pero no son reales; nosotros les agregamos características y las teñimos -de colores, monocromáticas o negras- según nuestros hábitos y creencias acerca de qué es mejor para permanecer a salvo. Felicidades a las personas que en este mundo tan difícil han encontrado la manera de crear imágenes que las acerquen a la felicidad.><. “Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com

lunes, 12 de julio de 2021

POR QUÉ LOS HIJOS ADOPTIVOS SE ENOJAN CUANDO SE ENTERAN DE QUE LO SON

“¿Por qué me han mentido toda mi vida?”, suelen preguntar ante la revelación de su origen. Están sufriendo una crisis vital de identidad. ><. Todas las personas creamos un sólido mundo mental en el que nos apoyamos. Sabemos, sin necesidad de decirlo o pensarlo conscientemente, lo siguiente: yo soy tal persona, hombre o mujer; mi papá es así y mi mamá asá; tengo (o no tengo) hermanos; nací en tal parte, mi idioma es tal, mis creencias son tales y mis amigos y conocidos son tal y tal; se espera que cuando yo crezca me comporte de tal y tal manera. ><. Este mundo mental nuestro nos da identidad. Desde él nos relacionamos como lo hacemos. Luego, en cualquier edad, si algo de ese mundo tiene cambios de importancia, sufrimos lo que se llama “crisis vital”.><. Al primer impacto en una crisis vital, las personas tendemos a desechar la totalidad del mundo que habíamos construido en la mente, sin distinguir entre lo que es nuevo y lo que sigue igual que antes, y sirve. Solemos actuar como si TODO en nuestro mundo hubiera sido destruido. Por esto el hijo adoptivo suele decir, recién se entera de su origen, “no son mis padres, era mentira. Todo es mentira, ni ellos me quieren ni yo los quiero”. Está expresando su miedo de no ser amado. Un miedo infundado porque, sin que sea posible generalizar, muchos hijos adoptivos suelen tener mejores relaciones con sus padres que algunos hijos biológicos.><. Algunos padres adoptivos ocultan a sus hijos el hecho de que ellos no los engendraron en sus cuerpos, sino que los eligieron. Este es un secreto importante. ¿Por qué lo ocultan? Generalmente, para proteger al hijo o hija adoptivos de la sensación de no pertenecer. Intuyen lo importante que es para cada ser humano saber a dónde pertenece. También, muy en el fondo, dudan de la reacción del hijo y de la propia y de ambos tener la fuerza suficiente para contemplar la verdad. Este tipo de secretos suele salir a la luz algún día, y entonces, el hijo o hija se sienten traicionados. ><. Para quien no está implicado en la situación es evidente que todos exageran. Olvidan que debió haber sido muy grande el deseo en esos padres para que buscaran al niño o niña y le cuidaran como si fuera su sangre. Quizá también olvidan que la mutua compañía es una bendición para todos y tienen una familia, aunque no compartan ADN. Es difícil aconsejar a los padres adoptivos acerca de la edad óptima para revelar el secreto al hijo; las opiniones difieren mucho entre sí. Lo que parece acertado en todas las ocasiones es mantener fija la mirada en el amor que dan y reciben, amor que va a superar cualquier crisis. ><. Los padres no deben tener miedo si el hijo o hija insiste en conocer quiénes son sus padres biológicos y relacionarse con ellos; los ha idealizado e imagina una gran felicidad en el reencuentro. También les tiene un resentimiento atroz. En este proceso el hijo necesita más que nunca el apoyo de sus padres adoptivos que son quienes lo conocen, lo han acompañado por años y le han entregado lo mejor de sí mismos. ><. “Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com

lunes, 5 de julio de 2021

PENSAR POR SÍ MISMO Y CUESTIONAR

Las ideologías tienen suma importancia en la manera en que vivimos. Las necesitamos. No importa si son correctas o equivocadas, ni si tienden a la vida o a la muerte, de todas maneras influyen en nuestras creencias, manera de ver el mundo y, finalmente, en nuestra conducta. ><. Generalmente, las ideologías son “heredadas” en cuanto que las recibimos de la familia, escuela o medio ambiente a temprana edad, con palabras y acciones. Por ejemplo: mamá persigna al niño antes de que se duerma o le reza al angelito de la guarda, y para el niño va a ser natural creer en una ayuda superior. En casa o en otras partes se critica (o se alaba) a determinados grupos, el niño piensa que son malos (o buenos). ><. Las ideologías pueden abarcar campos muy diversos, como la manera de relacionarnos con nuestros semejantes, con el mundo, con Dios, con el dinero, con la tecnología, con las autoridades, con otras ideologías, con el sexo opuesto, etc., y cambian con los tiempos; lo que en una época es bien visto en otra se considera reprobable, y viceversa. Las ideologías suelen ser la base de nuestro código moral; según las tengamos, vamos a pensar que lo que hacemos es bueno o es malo.><. Un hombre llamado Bernal Díaz del Castillo, que vivió por el año mil quinientos y algo, escribió el libro “La verdadera historia de la conquista de la Nueva España”. Obviamente, tenía la ideología de su tiempo. Era una época en que se admiraban las conquistas. Él narró con orgullo lo que hacían aquí los conquistadores a nombre de Carlos V: ganaban batallas, tomaban como botín todo lo que encontraban de oro, ropa, alimentos y prisioneros, le apartaban un quinto al rey, herraban como esclavos a indígenas con la letra “G” de guerra y se llevaban a mujeres y jóvenes de ambos sexos para su servicio. ><. Lo anterior, leído con la ideología de hoy, parece la historia de unos asaltantes desalmados actuando dentro de un crimen organizado que respaldaba el rey. Para Díaz del Castillo, él era un héroe. En sus textos lamentaba no haber recibido la justa fama y recompensa por sus méritos luego de haber “servido a Dios y a su Majestad con peligro de su vida”. Nótese que creía estar sirviendo a Dios. Afirmaba que los nombres de él y los demás soldados deberían estar escritos con letras de oro como grandes conquistadores. En otras palabras, su ideología lo absolvía y ensalzaba.><. Nosotros, en el Siglo XXI, también tenemos ideologías y en base a ellas juzgamos la moralidad de nuestras acciones. En los siglos venideros también las tendrán. Por lo general, sentimos que nosotros (y los que piensan como nosotros) estamos en lo correcto; los demás, están equivocados. Muchas de las veces en que creemos haber actuado bien, solo estábamos confirmando la ideología que nos heredaron nuestra familia y cultura; y cuando pensamos que hicimos mal, estamos contrariándola. Contrariar la ideología que nos inculcaron hace que sintamos culpa.><. Otro ejemplo, de este siglo: Hace poco salió la noticia de que en Chiapas se venden niñas para matrimonios infantiles o para prostituirlas. De acuerdo con nuestra ideología, eso es horrible; pero visto con ojos de la ideología del lugar, es lo más natural y los padres tienen derecho a hacerlo. Pregunta: si uno se siente bien obedeciendo la ideología que le inculcaron, y mal desobedeciéndola, ¿quiere decir que estos padres, madres, hijas y compradores se perciben como inocentes en su transacción? ¿Deberían seguir obedeciendo esa costumbre para no sentirse culpables?><. Dejo a los lectores estas preguntas: ¿Una ideología debe de ser conservada por el hecho de tener siglos de existencia dentro de un grupo? ¿Está mal o bien que yo cuestione la ideología que me inculcaron? ><. “Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com