“Mi
esposo leyó tu libro, le gustó y dice que sintió paz respecto a la reciente
muerte de su papá. Yo sigo de leerlo”, esto me contó una señora en el club. Se
refería al último título que publiqué: “Subí al tren sin conocer el destino”.
En cambio, otra lectora me dijo por teléfono que no había podido pasar de la
página seis porque se había asustado demasiado.
La
muerte y lo que ocurre después son temas en los que todos pensamos, al menos
cuando personas conocidas o las muy amadas franquean esa puerta, porque nos
dejan estremecidos, preguntándonos qué hay del otro lado, o si no hay nada. Nos
asusta saber que también para nosotros está escrito el momento en que debemos
irnos.
La
filosofía existencialista gira alrededor de que “los humanos nacemos condenados
a muerte”, y se plantea interrogantes acerca de cuál es el sentido de una
efímera vida que constantemente es amenazada con terminar. Dos vertientes
principales de dicha filosofía, una convencida de que la existencia humana
comienza con el nacimiento y termina con la muerte, sin un después, y la otra
afirmando que la conciencia del hombre trasciende la destrucción de la
materia y forma parte de un plan Superior, provocan en las mentes
resultados muy distintos; la
primera, depresión o su opuesto: necesidad de afianzarse y obtener el máximo
provecho de cada día que pasa y no se repetirá; la segunda, confianza en ese
Ser Creador que nos acogerá al morir, o su opuesto: terror de ser mirados por
Él en toda nuestra pequeñez y flaqueza, de la cual nos pedirá cuentas.
“Subí
al tren sin conocer el destino” es una ficción que narra lo que encuentra un
muerto o una muerta luego que abandona el cuerpo. Su conciencia arriba a un
universo donde las reglas son diferentes a las de la tierra: no hay tiempo,
pasado ni futuro, sólo un eterno presente; no se ve obligada a permanecer atada
a un cuerpo que la constriñe; sus opciones se ven multiplicadas al infinito,
pero está acostumbrada a los razonamientos terrenales; el proceso de expandirse
en una libertad absoluta da lugar a una trama que lo mismo puede resultar
atemorizante o divertida.
Entrego
a los lectores este libro con amor, en él describo un universo creado por mí de
acuerdo con mis convicciones. Si alguna creencia llegara a sentirse aludida, no
es mi intención contradecirla, ni confirmarla, sólo busco expresar mi corazón.
“Psicología”
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Familiares.