lunes, 27 de abril de 2015

NI CONTIGO NI SIN TI


PREGUNTA:
Me divorcié hace dos años y vivo una agonía. ¿Cómo puedo salir de la relación con mi ex? Yo sé que juntos no la hacemos, sin embargo lo extraño noche y día. Seguimos viéndonos, ocasionalmente tenemos relaciones íntimas que me emocionan como a una quinceañera, también siento ganas de golpearlo y reclamarle que sea incapaz de comprometerse, lo digo porque tiene novia y de todos modos me busca. Me siento como loca, temo afectar a mis hijos.

OPINIÓN

Veo que amas a tu ex y quisieras golpearlo. Tu corazón está roto y dividido en sentimientos opuestos. Sientes que enloqueces y temes por tus hijos…  Haces bien en llamar a esto agonía. Agonizante es alguien que vive muriendo sin poder morir, a veces por tiempo prolongado. Junto con el paciente, los familiares y cuidadores están expuestos al dolor y sobresalto de no saber si se marchará o se pondrá bien, y cuánto falta para que ocurra una cosa u otra. A veces, todos saben que si el enfermo sanara, sufriría secuelas tan graves que sería poca la diferencia.

Dices que tú y él, juntos, no la hacen. Agregas que tiene una nueva relación y de todos modos te busca. ¿Verdad que te ocasiona gran dolor? Pero es un dolor soportable. Si fuera insoportable, ya estarías afuera de ese infierno. Éste es el punto: puedes soportarlo, has desarrollado una super capacidad para convivir con el sufrimiento.

Lo que sigue va a sorprenderte mucho: tú no tienes la culpa. Es muy probable que antes de ahora hayas vivido situaciones parecidas en las que la avidez y la frustración, el éxito y la derrota, el amor y el odio, estuvieron inseparablemente unidos. Se llama DOBLE VÍNCULO. Observa hacia atrás los eventos importantes de tu vida, debieron ser así o no podría explicarse ésta tu super capacidad para soportar tan horrible padecimiento y además, anhelarlo. Ambos extremos son como ingredientes indispensables en tu programación inconsciente.

Tu situación y  la que viven tus hijos es similar; seguramente ellos desean mucho tener papá y mamá, desbaratar el divorcio de ustedes, verlos unidos, vivir en el mismo domicilio todos los miembros de la familia teniéndose amor, y cada vez que sus deseos parece que serán cumplidos, en sus corazones están presentes el recuerdo de los daños, el abandono, la culpa por lo que hicieron o dejaron de hacer que llevó a la ruptura de la pareja… Ellos no tienen ni tendrán la culpa de lo que pasa, tampoco si en el futuro se ven envueltos en una relación igualmente caótica, fascinante y desencantadora como la que vives tú. Ni tú tienes la culpa. ¿Acaso tus padres?

Es inútil buscar culpables, sería más provechoso comprender que, sin que lo quisiera nadie, el patrón para relacionarse ha pasado de una generación a otra como un pendiente sin resolver. Cuando llega el momento, los jóvenes en turno van tomando el encargo de solucionarlo en sus propias vidas. ¿Todos? No. Aún no tenemos conocimientos suficientes para  predecir quiénes lo harán, igual que tampoco sabemos cuáles genes recesivos y dominantes habrán de manifestarse.

Sólo con tratamiento podrás superar la división que te obliga a conjuntar los extremos opuestos. También allí experimentarás la oposición de querer sanar y seguir resistiendo. A veces es más fácil rendirse al sufrimiento que encarar las soluciones. Te dejo una frase para repetir: “Me amo como soy, y con amor me dispongo a realizar los cambios que la vida me exige”.

“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com , al teléfono 7 63 02 51 o en facebook.com/Pascua Constelaciones Familiares.

 

 

 

lunes, 20 de abril de 2015

EL SÍNDROME DEL CELIBATO


Hace dos décadas era la TV donde "se encontraba la verdad verdadera", ahora está en la red. Como lo leí en Internet, significa "indudable"; es decir, tanto como la fe que uno le tenga.  El dato: La Asociación Japonesa de Educación Sexual realizó una encuesta y encontró que el 40 por ciento de los estudiantes aseguró ser virgen, y el 35,1 por ciento de los adolescentes entre 16 y 19 años afirmaron no estar interesados en el sexo. Según el artículo, han renunciado a ennoviarse, casarse y tener relaciones sexuales. ¿Los motivos? Consideran que el amor es un obstáculo en su carrera. Los encuestadores llamaron a estos resultados “Síndrome del celibato”.

A mí no se me habría ocurrido calificar con ese nombre que un tercio de los adolescentes de 16 a 19 años afirmaran que les importa primero su carrera. Como las expectativas personales influyen en lo que uno ve, más bien me pareció lo usual y deseable. Luego, éste y más artículos mencionaban la preocupación del gobierno japonés por la escasa natalidad, el envejecimiento de la población y el aumento de las esperanza de vida, y señalaba que un tercio de los menores de 30 años nunca han salido con alguien. Traté de imaginar si los textos fueron redactados para llamar la atención sobre qué y con cuál finalidad.

Seguí navegando como la red me sugería y encontré otras novedades sorprendentes no sólo en Japón; en Europa se está extendiendo una moda de “solitarios” y "solitarias" no adolescentes que buscan un empleo de medio tiempo o eventual, justo para pagar un diminuto departamento, aseo, seguridad, ropa y pizzas o comida a domicilio. Esto les deja tiempo libre, que dedican a informarse a través de la red, tener montones de amigos “virtuales”, jugar video juegos en los cuales “conviven”, forman equipos o pandillas y “realizan” toda clase de proezas. O sea, viven en la computadora y es frecuente que recurran al sexo pagado.

Me pregunto: Siendo Internet la fuente donde los jóvenes encuentran "la verdad verdadera", ¿será ésta la nueva adoctrinación para las masas?, ¿entender la libertad como cero compromisos?, ¿o sólo es una descripción de personas a quienes la vida se  puso tan difícil que no saben qué más hacer?, ¿se trata de un ideal, o de una advertencia?

 Sería interesante realizar encuestas y obtener porcentajes para saber si existe una “versión mexicana” de estas tendencias.

Me gusta pensar que nosotros vamos con otro rumbo o, al menos, más despacio. Tú, querido lector, ¿piensas que nuestros adolescentes de 16 a 19 años prefieren su carrera sobre el amor?, ¿en qué porcentaje? ¿Y que los jóvenes desean trabajos de tiempo completo, casarse, ser monógamos, tener hijos y dedicar su tiempo a cuidar de una familia? O lo contrario: ¿piensas que no saben qué hacer, se refugian en la computadora y a través de ella se comunican con amigos de carne y hueso a los que no ven o no conocen en persona, y prefieren empleos que les permitan trabajar lo mínimo indispensable?

Nuestra cultura es (¿o acaso era?) distinta y empuja a las personas a trabajar, adquirir compromisos y hacerse cargo cada uno de sí mismo. Ahora que lo escribo me pregunto: ¿es esto verdad?

“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com ,o en facebook.com/Pascua Constelaciones Familiares.